Puyol: sobre la angustia, Piqué, Vanesa Lorenzo y el pádel
Obligado a dejar el fútbol profesional en 2014 por las lesiones, el catalán ha abrazado el una nueva religión deportiva. Y también la moda: es embajador de Uniqlo
Llega a la entrevista “cansado”, tras pasarse casi toda la semana participando en un torneo benéfico de pádel. Minutos antes, su pareja, la modelo barcelonesa Vanesa Lorenzo, nos ha hablado del entusiasmo de Carles Puyol (La Pobla de Segur, Lleida, 1978) por el deporte de la pala. El que fuera central del F.C. Barcelona entre 1999 y 2014 juega al pádel con la misma intensidad y el mismo nivel de compromiso con que jugó al fútbol. Puede que no sea un virtuoso, pero sigue siendo un portento físico. Ahora ya no le importa ganar o perder, ese par de verbos que le obsesionaron durante años.
El foco de su vida está en su familia (tiene de dos hijas con Vanesa: Manuela, cuatro años, y María, dos), su relación de pareja, la agencia de representación de futbolistas que comparte con su excompañero y amigo Iván de la Peña o alianzas estratégicas como la que acaba de sellar con Uniqlo, la firma de moda japonesa de la que es imagen y embajador en España. Si Puyol juega al pádel es porque le apasiona competir, en primer lugar, contra su propio cuerpo. Contra esa máquina de precisión que le propulsó a la élite del fútbol, pero que acabó dejándole en la cuneta en la primavera de 2014, cuando tuvo que retirarse tras varias lesiones de rodilla de las que no consiguió recuperarse.
Puyol rememora aquellos días en que se vio obligado a tirar la toalla, tras un largo periodo de recuperación frustrada en que el dolor se convirtió en parte sustancial de su rutina: “En cuanto asumí que el deporte de élite se había acabado, mi preocupación pasó a ser si conseguiría recuperarme lo suficiente para llevar una vida normal, para vivir sin dolor. Hoy, puedo correr, puedo jugar con mis hijas, puedo participar en torneos de pádel. Esa vuelta a la normalidad y a la salud la valoro como un enorme éxito”.
“Gerard Piqué me demostró que el sentido del humor es compatible con la profesionalidad y con la excelencia. Siento que le silben. No se lo merece”
De los casi 700 partidos que jugó como profesional, valora sobre todo una victoria por 1 a 0 contra el Real Madrid en el Camp Nou (“con gol de Ibrahimovic”) en noviembre de 2009, durante la segunda temporada de Guardiola. Aquel día rechazó con el cuerpo tres remates francos que parecían gol. Él, que marcó el tanto decisivo en la semifinal de la Copa del Mundo de Sudáfrica, se recuerda rechazando remates ajenos. “¿Qué quieres?”, concede, “tengo mentalidad de defensa”.
¿Cuánta vida hay después del fútbol? Muchísima, por suerte. El fútbol es algo que me acompañará siempre en la vida.
¿Cuál es su recuerdo futbolístico más antiguo? Los partidos informales en la Pobla con mi hermano y sus amigos, varios años mayores que yo. Yo tendría unos seis años y solo me dejaban jugar si me ponía de portero.
¿Qué cualidades cree que vio la gente de Uniqlo en usted para ofrecerle que fuese su embajador en España? Vanesa [Lorenzo] me había hablado de la marca y de su filosofía de trabajo, que consiste en hacer accesibles la calidad y el buen gusto. Esa es una idea que me resulta atractiva. Entonces ellos se dirigieron a mí. Creo que me ven como un referente del deporte y de la cultura del esfuerzo. Y supongo que también valoraron que tengo una imagen bastante informal y poco convencional.
¿Fue Louis Van Gaal el que intuyó el extraordinario defensa que podría llegar usted a ser? No fue el primero, pero sí el que me dio el espaldarazo definitivo. Yo fui quemando etapas, disfrutando como un enano, porque el fútbol me apasionaba, pero sin plantearme nunca si iba a poder ganarme la vida como profesional. Van Gaal me encontró un hueco entre la élite. Aquel era un vestuario lleno de estrellas, pero el míster me convenció de que podía jugar con ellos y hacer una aportación importante al equipo.
¿Quién más fue decisivo en aquellos años? Laureano Ruiz [exentrenador del Barça y figura clave en los éxitos de La Masia], al que todos los que pasamos por las categorías inferiores del club debemos muchísimo. Y luego, compañeros como Iván De la Peña, con el que solo coincidí un año en el primer equipo, pero congenié al instante. Me enseñó muchísimo de fútbol y de la vida. O Xavi, que fue esencial en mi carrera, porque crecimos juntos. Desde la primera vez que coincidí en el campo con él, siendo los dos unos críos, tuve claro que había que darle el balón a él, que era quien sabía de verdad qué hacer con él.
¿Qué se siente jugando al lado de Messi? Te contagia su ambición. Siempre quiere más, nunca se cansa de ganar partidos y de marcar goles. Sientes que él está haciendo historia y que tú tienes el privilegio de estar a su lado, de ayudarle a ser el más grande.
Usted formó una pareja de centrales legendaria con Piqué. Sí, es más joven que yo, pero llegó al equipo en un momento crucial para mí, en el que yo vivía el fútbol con angustia. La responsabilidad de ganar y de seguir ganando me pesaba. Él me contagió su optimismo y su alegría. Me demostró que el sentido del humor es compatible con la profesionalidad y con la excelencia. Siento que le silben. No se lo merece.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.