Las vacas son un problema ético y medioambiental. Emiten cantidades ingentes de co2 y se necesitan 60m2 de tierra y 15.400 litros de agua para producir un kilo de ternera.
¿Se pueden obtener alimentos nutricionalmente iguales en un laboratorio? “Se puede, pero no alimentarán igual”, matiza el presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética, Giuseppe Russolillo. “Los alimentos no son fórmulas químicas, son seres vivos que se crían en la naturaleza en condiciones determinadas, como por ejemplo, el cuidado del agricultor o el ganadero, la exposición solar u otras condiciones climáticas”, explica.
Y, de igual modo que los alimentos ecológicos tienen hasta un 40% de sustancias bioactivas o fitoquímicos vegetales –por estar más expuestos a virus, bacterias, mohos y hongos o simplemente por estar menos expuestos a las variaciones adversas del clima–, “los alimentos que salgan de un laboratorio no tendrán la misma composición”, añade Russolillo.
Seguimos con las malas noticias: “Se han hecho algunos experimentos reales con carne, pero el coste es muy elevado y, por tanto, no es de esperar su presencia a corto plazo en el mercado”, apunta Ramón de Cangas, doctorando en Ciencia de los Alimentos por la Universidad de La Habana, quien sí ve alguna ventaja: “Al margen de los beneficios ambientales y de los aspectos éticos, se podrá controlar el contenido graso, entre otras cosas, con lo cual podríamos tener ciertas ventajas”.
¿Qué hay de los que se elaboran a partir de proteína vegetal? “Ya existen productos que tratan de imitarlos y, aunque su valor nutricional no es equivalente, podrían ser opciones saludables siempre que no sean versiones procesadas (hamburguesas de legumbres, cereales y hortalizas con aditivos y mucha sal)”, según De Cangas.