Sin noticias
Mendoza no pudo imaginar a un extraterrestre incapaz de encontrar a otro no porque se haya convertido en Marta Sánchez, sino porque todos los humanos se hayan convertido en Puigdemont
Eduardo Mendoza ha publicado un libro titulado ‘Qué está pasando en Cataluña’ (Seix Barral, 2016) prescindiendo de la voz más autorizada para escribirlo, la del extraterrestre dedicado a la búsqueda de Gurb, aquel personaje creado por él en 1990. Gurb aterrizó en la Barcelona preolímpica, adoptó la apariencia de Marta Sánchez y se perdió a las primeras de cambio. ‘Sin noticias de Gurb’ fue el título de aquellas crónicas de Mendoza en EL PAÍS que luego se publicaron como libro. Fueron un éxito porque entonces Barcelona necesitaba la mirada de un recién llegado para explicar lo que ocurría: alguien que viniese de lejos, cuanto más lejos mejor. Si no había pisado nunca la Tierra, perfecto.
La búsqueda de Gurb es una tarea de locos por una razón: Gurb puede adoptar la apariencia externa de cualquier persona, no sólo Marta Sánchez. En esa ficción Mendoza no pudo siquiera imaginar a un extraterrestre incapaz de encontrar a otro no porque se haya convertido en Marta Sánchez, sino porque todos los humanos llevasen caretas del presidente de la Generalitat. A quien, destituido, fugado y con una orden internacional de búsqueda y captura, se busca desesperadamente en los maleteros de los coches y en el alcantarillado de Barcelona para evitar que tome posesión. Mientras la justicia dice que no ordenó su detención en el extranjero porque es lo que él quiere. Lo normal es que quienes viven allí, quienes visitan la ciudad y quienes siguen la prensa a diario hayan perdido la capacidad de asombrarse. Se da por hecho cualquier cosa; se teme contrastar cualquier rumor no por miedo a que sea mentira, sino por miedo a que sea verdad.
Así que el ensayo de Mendoza exigía un Gurb perdido en esa Barcelona y un extraterrestre buscándolo, antes que un ensayista tratando de atacar un asunto que hace tiempo está fuera de los márgenes del periodismo. Y lo exigía por una razón: nos los creeríamos. No son más increíbles dos marcianos que unos señores diciendo ”jugada maestra” a cada decisión de sus líderes, desde que eran cargos autonómicos hasta ahora, fugados y sin autonomía. No es más increíble un ser del espacio con pinta de Marta Sánchez que Mariano Rajoy Brey intentando presidir el TC por teléfono mientras llama a la calma, que es como pedir temblando de miedo la manguera y decir que el incendio está controlado. Por eso entre el genio político de los independentistas y la serenidad del Gobierno, que lo tiene todo controlado desde 2012, Cataluña ya es el único lugar del mundo en que a un extraterrestre se le preguntaría por su planeta para saber a quién vota.
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