Polinizadores
Nos llegan noticias desesperadas de los apicultores que cuentan que sus abejas domésticas están enfermando por un virus, que se mueren
Sin la tenaz y amorosa labor de los insectos polinizadores masajeando estambres y pistilos, alegrando a las flores de los bosques, las praderas o las selvas, se reduciría considerablemente la habitabilidad de nuestro planeta. La vida crece y se vuelve exuberante allí por donde pasan. Los agricultores los conocen bien desde que nos volvimos sedentarios y empezamos a trabajar la tierra, y saben que sin ellos no habrá cosechas. Los insectos polinizadores han fabricado las semillas del mundo anterior a nuestra propia existencia. Para que un árbol dé frutos necesitamos que estos insectos polinicen sus flores. Los libros de ciencias naturales de nuestra niñez lo explicaban y estaban ilustrados con sus fotografías, era como un desfile de elegantes abejas, abejorros, mariposas, o catarinas, bañándose en el polen de las flores más sofisticadas.
Mientras memorizábamos las partes de una flor, aprendíamos que se necesitaba la presencia de uno de esos insectos, porque el viento no era suficiente, ni los pájaros, aunque los pequeños colibríes eran muy efectivos y los murciélagos también en algunas zonas tropicales. Cuando éramos niños, nos liábamos un poco con la geografía y la vegetación, pero lo teníamos claro, los insectos polinizadores eran los artífices de las frutas, de las almendras, de los tomates, de los pepinos o de las pipas. Todavía hoy me distraigo pensando qué insecto está detrás de la pieza de fruta que mastico o la ensalada variada que aliño. Con la deliciosa miel lo tengo claro, fueron las abejas domésticas. Y precisamente a ellas, en muchas partes de Estados Unidos, las tienen agotadas trabajando a destajo, viviendo en colmenas móviles en grandes camiones que recorren numerosos estados polinizando todo tipo de cultivos.
Para que nuestra vida tenga sentido y sea sana, tienen que existir estos seres diminutos que vibran emocionados con el polen, y quieren saborear el néctar de las flores. Nos llegan noticias desesperadas de los apicultores que cuentan que sus abejas domésticas están enfermando por un virus, que se mueren, que no aguantan con tanto plaguicida. Esto también les está sucediendo a las diferentes especies polinizadoras salvajes por la destrucción de sus hábitats y los grandes monocultivos. Recuperar la vida silvestre y la vegetación natural de flores y bosques es clave, y además salva el entramado de la actividad agrícola. No podemos seguir rompiendo el equilibrio medioambiental. Si pretendemos evadir responsabilidades y sustituirlos con drones, a nosotros nos sustituirán con humanoides.
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