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¡Hombros arriba! los ochenta están de vuelta

El próximo invierno se impone el regreso de la silueta de cintura entallada, resaltada por el uso de hombreras hiperbólicas, que triunfó hace casi cuatro décadas

De izquierda a derecha, propuestas con guiños ochenteros de la colección otoño-invierno 2018 de Tom Ford, Marc Jacobs y Balenciaga, respectivamente.
De izquierda a derecha, propuestas con guiños ochenteros de la colección otoño-invierno 2018 de Tom Ford, Marc Jacobs y Balenciaga, respectivamente.

Aunque hace tiempo que en la pasarela conviven referencias a distintas décadas, el próximo invierno se impone el regreso de la silueta de hombros exagerados y cintura entallada que triunfó en los años ochenta. El diseñador estadounidense Marc Jacobs ha sido uno de los que ha aludido de manera más directa a los diseños que trazaron en la época Claude Montana, Thierry Mugler, Yves Saint Laurent o Versace. Abrigos extra grandes de lana con hombreras en colores rojo, amarillo o verde vibrantes; pantalones de piel de colores; blusas con chorreras y sombreros de matador que tanto nos hacen pensar en los trazos del ilustrador Antonio como en los extremados estilismos de la cantante Grace Jones.

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Un imaginario que según la experta Marnie Fogg “exaltaba y exploraba la teatralidad de la sexualidad femenina” haciendo referencia a la valquiria o la princesa guerrera: “Es una dicotomía interesante: al mismo tiempo que cobraba fuerza una ola de feminismo, las imágenes de moda femenina se volvieran más subjetivas y sexualizadas”, reflexiona en su libro Moda. Toda la Historia (Editorial Agapea).

Casi cuarenta años después e inmersos en la cuarta ola feminista, la moda regresa de nuevo a ese discurso que no quiere renunciar a la seducción. Responsable de esta vuelta ha sido el diseñador georgiano Demna Gvsalia y su equipo, que llevan varias temporadas insistiendo en una silueta muy estructurada en los hombros, con foco en la cintura y piernas alargadas por el tacón de aguja, poniendo especial énfasis en devolver a la actualidad el famoso power suit, el traje chaqueta —símbolo de poder y libertad— de la mujer de negocios de la década de los ochenta. Sí, ese que tan bien lució en la pantalla Melanie Griffith en la película Armas de Mujer, dirigida por Mike Nichols.

Isabel Marant, Anthony Vaccarello o la española Carmen March son otros diseñadores que llevan varias colecciones trabajando también en prendas cortadas bajo este mismo patrón. Explorando sus colecciones, resulta fácil encontrar conexiones con los vestidos de fiesta de las protagonistas del serial Dinastía o con los estilismos de Michael Jackson en Thriller.

March, a la que finalmente parece que las cosas le empiezan a funcionar como ella siempre había soñado, recordaba para Vogue esos años ochenta a los que ha querido rendir homenaje: “Imagina estar saliendo de una dictadura. Recuerdo la diversión, la explosión de libertad”. “La Movida estaba pasando; la gente tenía la sensación de que todo era posible”, prosigue. En esa época todo giraba en torno a peinados con volumen, el color, la escena musical, los clubs... Y de hecho parece que La Movida también está de vuelta: Y entonces surgió la removida madrileña, titulaba un artículo de SModa hace poco más de un año.

Thierry Mugler fue todo un icono del diseño de moda en los ochenta y la casa parece querer recuperar ese espíritu rompedor. El próximo 9 de mayo se presentará en Nueva York la nueva propuesta de Mugler bajo la batuta de su recién estrenado director creativo Casey Cadwallader. El diseñador presentará una colección cápsula con la que comunicará las nuevas directrices de la firma: “Quiero establecer una nueva cultura alrededor de Mugler, una que se abra a un intercambio constante con diferentes disciplinas, especialmente el arte”, explicaba Cadwallader en un comunicado.

Por su parte, en su última presentación Tom Ford fue más claro en la conexión entre la estética excesiva y sexualizada de los ochenta y el empoderamiento femenino que reclaman las mujeres, sobre todo, las más jóvenes. Sí, precisamente aquellas para las que todo esto huele a nuevo. A ellas parecía ir dirigido ese “Pussy Power (poder del chocho)” escrito con brillantes en un par de bolsos y zapatos de su última co-lección. Su propuesta se completaba con trajes chaquetas de textura relucientes, con estampado animal de colores, leggins de lentejuelas, medias de rejillas y aros gigantescos en una reivindicación de lo hortera que caracterizó esa década de derroche. Una colección que haría las delicias del “pussy que manda” Bad Gyal. La cantante de trap forma parte de un nutrido grupo de chicas cantantes que están reclamando su sitio y combaten los estereotipos machistas. En un mundo en el que todavía muchas mujeres viven en desigualdad, parece que la moda deja de lado los lemas simpáticos y saca las garras.

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