Sentido y sensibilidad social sobre la pasarela madrileña
La llamada a la sostenibilidad y la celebración de la diversidad reactivan Mercedes-Benz Fashion Week Madrid con Juanjo Oliva y Ana Locking
La moda ni se crea ni se destruye, solo se transforma. El proverbial principio de la conservación energética ha logrado sacudir la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. Al fin, la pasarela como expresión de las inquietudes socioculturales (y hasta políticas) que la rodean. Ética y estética a la par. “Ya que tenemos un escaparate semejante, vamos a llenarlo de contenido, no de tonterías”. Lo crean o no, es Juanjo Oliva el que se manifiesta en tales términos. Sí, el proverbial rey del cóctel —en cuestiones indumentarias— llamando a la acción y tocando fibras sensibles. Se lo ha puesto en bandeja la organización medioambiental Ecoembes y, asegura: “Ya no tengo vuelta atrás”.
“Juanjo Oliva x Ecoembes” es una colección de @juanjooliva que le ha llevado a la reflexión como actor de la industria de la moda, como marca y como diseñador. @ecoembes #MBFWMadrid pic.twitter.com/tz5gV2lwYh
— MBFWMadrid (@MBFWMadrid) July 10, 2018
This Bitter Earth, título prestado de un clásico de la cantante Dinah Washington, es la primera colección bajo la etiqueta Oliva confeccionada por completo, o casi, con tejidos de envases y botellas de plástico reciclados. “Ecoembes se ha instalado en Ifema a través de un comité de Moda y Sostenibilidad y me ha seleccionado para este primer desfile”, explica el diseñador a propósito del proyecto. “He disfrutado mucho porque me ha movido de mi zona de confort. Además, se trata de materiales técnicos que recuerden a los que utilizaban hace 20 años Helmut Lang o Prada”.
Prácticamente monocromática, en negro mate con algunas concesiones al azul petróleo (“Por ponerme un poco poético”, apostilla Oliva), la propuesta apela a la ecología y a la fluidez estacional y de género: “Hace tiempo que no hacemos distinciones entre temporadas. Nuestras prendas pueden estar colgadas en el armario para ponértelas cuando quieras, sin importar si es verano o invierno”.
Por otro lado, son piezas que se repiten en las siluetas de hombre y mujer: “Creo que la ropa no tiene un sexo definido, el género lo pones tú en la prenda”. Con su poderosa imagen de exterior, This Bitter Earth tiene una primera y evidente lectura streetwear, con sus superposiciones, sus concesiones a la actual fiebre deportiva (capuchas, parkas convertibles en bombers, shorts) y hasta su logo bien visible. Aunque el creador madrileño no olvida quién es: “Estoy en un momento de tránsito entre lo que me gusta hacer y lo que no quiero dejar de hacer, por eso en la colección no faltan ciertas formas arquitectónicas que recuerdan a la costura y, por supuesto, vestidos de noche, parte de mi ADN”. Una serie de punto en colaboración con el colectivo We Are Knitters, una línea de bolsos artesanales realizados en Ubrique por Magalie y otra de gafas de sol (Mó x Oliva) producida por Multiópticas redondean una enérgica propuesta que tuvo como testigo de excepción a Begoña Gómez, que pisaba por primera vez el Pabellón 14 de Ifema en calidad de primera dama.
La esposa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, asistía poco antes al espectáculo orquestado por Ana Locking para presentar su propuesta primavera/verano: una genuina competición de voguing, la danza con la que los desheredados de la sociedad estadounidense de finales de los setenta (gays y transexuales, racializados y pobres) se defendían de su terrible realidad. “Esta es una celebración de la diversidad”, clamaba Matyouz LaDuruée, maestro de ceremonias de los balls parisinos venido expresamente para la ocasión.
“Estuve viendo la exposición que el CAM2 de Móstoles le dedicó al fenómeno a principios de este año y quedé fascinada. Descubrí que se trata de una escena muy involucrada socialmente, a nivel político incluso, que es lo mismo que me pasa a mí cuando diseño”, explica la creadora, que ha contado con la ayuda de Silvi Mannequeen (Mother Spain), artífice del resurgir del movimiento voguing en España para poner en escena su ball, ese lugar de respeto absoluto, en el que cualquiera puede ser lo quiere ser.
De eso trata Realness, una colección desarrollada en cuatro categorías que van de la imagen ejecutiva (representada por piezas de sastrería en tejidos masculinos como el Príncipe de Gales) a la encarnación del eterno femenino (jacquard, lentejuelas y organzas estampadas que se ajustan y descuelgan de la silueta a tiempos iguales), pasando por la extravagancia pura y dura (telas metálicas a mayor gloria de la neutralidad de géneros). “La parte que más disfruto del proceso creativo es cuando cuento una historia a través de los diseños”, remata Ana Locking. “Y esta era una historia que merece ser contada”.
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