La familia real holandesa recuerda a la hermana de Máxima en su posado de verano
La reina consorte ha reconocido su tristeza, pero también el apoyo recibido desde el suicidio de Inés Zorreguieta
El posado veraniego de la familia real holandesa ha tenido este año un acento especial. Es la primera vez que los reyes, Guillermo y Máxima, y sus hijas, las princesas Amalia, Alexia y Ariana, se muestran juntos en público desde la muerte de Inés, la hermana pequeña de la consorte real. Con el curso escolar recién terminado y con un tiempo estupendo, han salido todos al jardín de su casa, Villa Eikenhorst, en Wassenaar, un municipio contiguo a La Haya.
Los fotógrafos han tenido tiempo de captarlos a todos, en grupo y en solitario, y Máxima ha aludido a su dolor por la pérdida de Inés, pero también el apoyo recibido. En especial, después de que decidiera mencionar abiertamente el suicidio y la enfermedad (anorexia y depresión) que padecía. “Me han dicho cosas tan amables, incluso de personas que habían pasado por algo similar, que me alegra que todo esto haya podido ayudar a alguien”, ha dicho.
Una vez concluida la sesión fotográfica, Máxima ha dicho también que es muy difícil pasar por un trance así, “pero la vida sigue, a las niñas les va muy bien, y debemos concentrar nuestra energía en la labor que desempeñamos”. Ha incluido entre sus alegrías a su perra labrador, Nala, que acaba de tener siete crías, y eso les ayuda a distraerse.
Los Orange están encantados en la villa que ocupan, pero tienen previsto trasladarse la próxima Navidad al palacio Huis ten Bosch, este sí, en el municipio de La Haya. “Hemos vivido aquí 15 años muy felices y lo añoraremos”, ha asegurado Guillermo. Sus tres hijas han escogido el color de sus nuevas habitaciones. Amalia tiene 14 años, Alexia 13, y Ariane 11, y sus padres admiten que durante las vacaciones racionan el uso de aparatos electrónicos a sus hijas. “Hay días sin pantallas, y al principio es difícil. La adolescencia está en marcha”, ha dicho el rey holandés.
Inés Zorreguieta fue hallada muerta el pasado 7 de junio en su apartamento de Buenos Aires, en Argentina, tierra natal de Máxima. Llevaba años con problemas alimenticios y depresivos y se quitó la vida. La causa del fallecimiento no fue ocultada en ningún momento, y a la vuelta del entierro, Máxima, que la protegía desde siempre, fue sincera. Reconoció que su hermana “estaba enferma, era incapaz de encontrar alegría y no pudo curarse; nuestro consuelo es pensar que al final encontró la paz”. Su valor al admitir que hay padecimientos psíquicos que no siempre mejoran, le valió la admiración de los expertos.
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