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La retratista de la leyenda de McQueen

La fotógrafa francesa posa junto a una de sus imágenes más célebres, 'Insensé III' (Londres, 1998). Se trata de un detalle de las manos de McQueen y una de sus musas, la modelo Shalom Harlow, al final del desfile Nº 13.
La fotógrafa francesa posa junto a una de sus imágenes más célebres, 'Insensé III' (Londres, 1998). Se trata de un detalle de las manos de McQueen y una de sus musas, la modelo Shalom Harlow, al final del desfile Nº 13.Matías Uris
Victoria Zárate

Ann Ray tenía acceso exclusivo al universo del atormentado diseñador británico y capturó con su cámara 35.000 imágenes de su vida. La exposición 'Les inachevés - Lee McQueen', en la ciudad francesa de Arlés, muestra el lado más humano y terrenal de este icono de la moda que se suicidó en 2010.

DURANTE 13 AÑOS, la cámara de Ann Ray tuvo acceso exclusivo y sin restricciones al complejo mundo de Lee Alexander McQueen. El icónico diseñador difícilmente se dejaba fotografiar en los medios si ella no estaba tras el objetivo. La fotógrafa francesa y el modista británico se conocieron en París en 1996 y se volvieron inseparables. Hasta que el suicidio de McQueen en 2010 puso fin a este tándem indisoluble. Ray se convirtió así en la mayor testigo visual de su trabajo y su intimidad. Ahora, sus fotografías nutren la exposición Les inachevés - Lee McQueen, en la 49ª edición del festival de fotografía Encuentros de Arlés, que permanece abierta hasta el 23 de septiembre.

Ann Ray (Brest, 1969) llega al encuentro ataviada con un clásico uniforme de turista: gorra, cómodas chanclas y una botella de agua para hacer frente al sofocante calor que se palpa en la ciudad de Arlés (Francia) cada verano. Nada apunta a que su vida ha transcurrido entre back­stages y desfiles de moda. Excepto la chaqueta beis desestructurada con deshilachados que cuelga de su brazo. Esa prenda, con el sello inconfundible de Alexander McQueen, la delata. “La llevo siempre que puedo. Lee (como se refiere al diseñador) me la regaló cuando vivíamos en Londres. Pertenece a su desfile Nº 13”, de 1998.

Ray y McQueen nunca firmaron un contrato económico ni de confidencialidad. “La confianza era nuestra moneda de cambio”

Sus puestas en escena siempre se alejaban de los protocolos. Le gustaba innovar y sorprender. Y casi siempre lo lograba. Como en esa performance Nº 13, donde unos robots dirigidos desde bambalinas por el propio McQueen pulverizaron pintura negra y verde sobre el vestido blanco de la modelo Shalom Harlow.

Varias fotos de aquel show protagonizan la exposición, comisariada por el director del festival, Sam Stourdzé. La muestra reúne escenas que documentan el laboratorio de ideas que el modista puso al servicio de Givenchy, el exitoso despegue de su propia línea y los retratos personales que la fotógrafa le tomó hasta su muerte. Ray tuvo que seleccionar 169 imágenes del total de 35.000 que acumula entre sus carretes. Le llevó nueve meses de dedicación exclusiva conseguirlo. “Ha sido el proyecto más difícil de mi vida. Cualquiera que haya perdido a un ser querido se lo puede imaginar. Pero era algo necesario si quería contar quién fue en realidad Lee McQueen: una criatura llena de luz, con un inmenso talento creativo”.

Serie de retratos 'Gravitas' que Ann Ray le tomó al diseñador Alexander McQueen durante los años que trabajó con él y que hoy se expone en Encuentros de Arlés.
Serie de retratos 'Gravitas' que Ann Ray le tomó al diseñador Alexander McQueen durante los años que trabajó con él y que hoy se expone en Encuentros de Arlés.Matías Uris

Ray y McQueen tenían 27 años la primera vez que se vieron. Él comenzaba su andadura como director creativo de Givenchy. Y ella debía hacer el seguimiento fotográfico de su primera colección de alta costura para la maison. “Al principio me intimidaba. Luego todo cambió”, cuenta la artista, que hoy tiene 49 años. “Lee siempre fue una persona intensa, pero también reservada. Como yo. Nuestra conexión nació de esa discreción”, recuerda. Un verano después de aquel encuentro, la joven se mudó a Londres. McQueen le propuso fotografiar su trabajo tanto para la firma francesa como para su línea homónima. Ya no se volvieron a separar. Y en todo ese tiempo, nunca firmaron un contrato económico ni de confidencialidad. “La confianza fue siempre nuestra moneda de cambio. Él sabía que yo jamás vendería las fotos a terceros”.

Algunas de esas imágenes cuelgan en las paredes de la exposición. En una se ve a McQueen junto a la modelo Shalom Harlow en el backstage del célebre desfile Nº 13. En la imagen, musa y diseñador se estrechan las manos con cariño. “Esto era algo muy característico de Lee. Siempre estaba rodeado de mujeres a las que empoderaba y trataba con respeto. Y no como en las leyendas que se contaban sobre él”, reivindica. La artista se refiere a las acusaciones de misoginia que McQueen recibió por parte de algunos medios por su colección Highland Rape (violación de las tierras altas), que presentó con apenas 22 años. En el desfile, las modelos aparecieron con vestidos escoceses rasgados que dejaban al descubierto sus pechos y otras zonas íntimas.

'Inside III'. Retrato de McQueen (Londres, 2000).
'Inside III'. Retrato de McQueen (Londres, 2000).Matías Uris

La figura de este icono de la moda ha estado rodeada de un halo de misterio y drama. La película documental McQueen (2018), con testimonios de su círculo más cercano, describe la vertiginosa transformación de un joven de clase obrera del East End de Londres en uno de los diseñadores más importantes del nuevo siglo. La cinta de Ian Bonhôte y Peter Ettedgui indaga en el polémico declive de su salud mental desde que asumiera la dirección de Givenchy. El filme apunta al agotamiento que supuso compaginar la dirección de la firma con la de su propia línea de moda, a una infancia marcada por los abusos sexuales a manos de su cuñado —según reveló su hermana Janet al diario The Times—, a su adicción a las drogas o a ser portador del VIH como los posibles motivos de la profunda depresión que lo atormentó durante toda su vida. Hasta que a los 41 años decidió ahorcarse. Justo en la víspera del funeral de su madre.

“Fue un magnífico artista, pero también una gran persona. Cuando lo necesitabas, las prendas pasaban a un segundo plano”

Con ciertas reticencias, Ray cedió algunas fotografías de su archivo para el rodaje de la película. Ahora, discrepa con la imagen oscura que se da del diseñador en el documental. “Lee era una persona muy intrépida y alegre. Esta cinta tiene un enfoque y contexto diferentes. Busca otras motivaciones. Los directores y Lee no se conocían en persona”, sentencia. Ella, en cambio, lo conoció bien. Con sus luces y sus sombras. “Siempre estaba inseguro con su imagen y creo que por ello cambió tanto físicamente. A veces resultaba cargante y provocador, pero de manera constructiva. Considerarlo solo un diseñador es erróneo”.

Dos fotografías tomadas en Londres en 1998. A la izquierda, 'Insensé II', con la modelo Shalom Harlow durante el desfile Nº 13. A la derecha, 'Sacred Face', de la serie Les Femmes.
Dos fotografías tomadas en Londres en 1998. A la izquierda, 'Insensé II', con la modelo Shalom Harlow durante el desfile Nº 13. A la derecha, 'Sacred Face', de la serie Les Femmes.Matías Uris

Separar la leyenda del ser humano no debió ser tarea fácil para Ray, que reconoce que no era consciente de su fama hasta que murió. “Recuerdo que con la publicación del libro Love Looks Not with the Eyes: Thirteen Years with Lee Alexander McQueen (Abrams Books, 2012) la gente me asaltaba por la calle y me decía: ‘¡McQueen es mi ídolo, mi Dios!”. También la exposición Alexander McQueen: Savage Beauty que acogió el Victoria & Albert Museum en 2015 fue un éxito sin precedentes, con 493.000 visitantes en sus 21 semanas de permanencia. “Todo eso me hace sentir incómoda. Nunca me han interesado las celebrities ni el fanatismo. Solo me dejo impresionar por el talento. Y Lee fue un magnífico artista. Pero también una gran persona. Cuando te necesitaba o lo necesitabas, las prendas pasaban a un segundo plano”.

Una anécdota en la memoria de Ray saca a la luz a ese “Lee”, sin apellido ni apelativos rimbombantes, del que tanto habla. Ocurrió el 15 de julio de 1999. El equipo de McQueen estaba a punto de presentar su colección de alta costura para Givenchy. Llevaban 45 minutos de retraso y la tensión iba en aumento. Todo el mundo estaba pendiente de las modelos. Ray perseguía cada movimiento con su cámara, pero no se encontraba bien. “Estaba exhausta y hundida emocionalmente. Mi hijo Tristán, de 13 meses, estaba muy enfermo”, recuerda. Ella se esforzaba por ocultar su preocupación e intentaba poner buena cara. Y en medio de aquella vorágine, McQueen la vio. “Cuando empecé a retratarle me preguntó por Tristán y me derrumbé”, comenta. En aquel momento, Ray rompió a llorar. Sintió vergüenza. Pero el diseñador dejó todo lo que estaba haciendo, la cogió por los hombros y le preguntó: ¿Qué sucede, Ann? “Intenté explicarle que los médicos no sabían qué le pasaba al niño y le pedí disculpas por ponerme así. Su respuesta fue tajante: ‘No seas tonta, Ann. Esto es moda. Son solo estupideces. Lo más importante es tu vida’. Ese es el Lee que yo conocí”.

Fotografía de la serie 'Planète McQueen' (París, 2009).
Fotografía de la serie 'Planète McQueen' (París, 2009).Matías Uris

El mismo que hoy, casi dos décadas después de aquel desfile, trata de mostrar al mundo a través de sus recuerdos y fotografías. Ese Alexander McQueen, cercano y desconocido para muchos, que Ann Ray capturó con su cámara. “Su muerte fue una tragedia, sí, pero su talento sigue vivo entre nosotros. Esta exposición es una celebración de la vida, de nuestra amistad y de la creatividad que compartimos juntos. Y deseo que las nuevas generaciones así lo conozcan”. 

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Sobre la firma

Victoria Zárate
Periodista vinculada a EL PAÍS desde 2016. Coordinó la web de Tentaciones y su sección de moda y estilo de vida hasta su cierre en 2018. Ahora colabora en Icon, Icon Design, S Moda y El Viajero. Trabajó en Glamour, Forbes y Tendencias y ha escrito en CN Traveler, AD, Harper's Bazaar, V Magazine (USA) o The New York Times T Magazine Spain.

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