Maribel Verdú: desnudos, malos rollos en los rodajes y la clave de la felicidad
La actriz, que triunfa en taquilla con 'Ola de crímenes', ofrece una entrevista tan llena de anécdotas, verdades y palabrotas que no querríamos que terminase nunca
Maribel Verdú (Madrid, 49 años) ha venido caminando hasta el madrileño hotel Palace por el Retiro después de meditar, escuchando la banda sonora de La La Land. Al haber empezado en la interpretación con 13 años, asegura, ha hecho todo en el cine antes que en la vida. Desde hacer el amor hasta fumar o probar las drogas. “Y eso que en la vida real he hecho prácticamente todo”, certifica.
Maribel no cocina: está demasiado ocupada siendo una disfrutona a tiempo completo. Eso incluye esta entrevista, que tendrá lugar durante la sesión de maquillaje en la que pasa de María Isabel, la mujer, a Maribel Verdú, la estrella. Ambas son la misma, en realidad. Es la protagonista de Ola de crímenes, comedia de Gracia Querejeta que ha arrasado en la taquilla española el pasado fin de semana: tuvo más recaudación que Ha nacido una estrella (Bradley Cooper + Lady Gaga) y solo ha sido superada por Venom, con Tom Hardy.
"No quiero ni imaginarme el uso que les han dado [a los posters de ella en ropa interior]. Han debido de hacer feliz a mucha gente y quitarle el estrés a muchos otros"
“Empieza por las preguntas absurdas, por favor, las que me diviertan, que me da pereza ponerme a hacer un repaso de mi carrera después de 33 años”. Nos dice nada más empezar. Y le hacemos caso.
¿Es cierto que te llevas mayonesa a los rodajes? Sí, sí, sí. Calvé.
¿Pero está patrocinado? No, te lo juro por Dios. Bueno te tengo que contar una cosa que me hace ilusión. Yo me llevo a los rodajes dos cosas: la mayonesa y los sobrecitos de mermelada Hero de melocotón, que mi abuelo nos ponía para desayunar. Hace dos años puse una foto en Instagram de todas las mermeladas, así como si fuera Andy Warhol. Y me mandaron una mermelada de regalo. Y yo pensé: “Joder, pues ya me podían contratar”. Bueno, pues Hero me ha contratado y tengo que sacar Instagram stories con las nuevas confituras. A Calvé les estoy esperando todavía.
¿Recuerdas cuando la gente robaba tus pósters en ropa interior de las marquesinas? Me enteré un día por un artículo que escribió Manuel Vicent en EL PAÍS. Esos pósters o los ponías en el techo o no cabían en ninguna aparte, entonces no quiero ni imaginarme el uso que les han dado. Han debido de hacer feliz a mucha gente y quitarle el estrés a muchos otros.
Leire, tu personaje en Ola de crímenes, es el centro de la comedia, pero no es graciosa de por sí. Es una mujer superada por las circunstancias. Todo a su alrededor es caótico, pero ella sufre un huevo. Es muy graciosa sin saberlo, porque es tan friki como su hijo. La adoro, sale bien de todo siendo un poquito atolondrada. En esta película he rodado la escena con la que más me he reído en toda mi carrera, con Raúl Arévalo y Antonio Resines.
¿Cómo ha sido el rodaje de las peleas, quizá las escenas más físicas de tu carrera? Pues mira, un horror. Llevo con un problema en el cuello (no lo puedo girar a la izquierda) desde que acabé la película. En mi siguiente rodaje tenían que cambiarlo todo para que yo solo tuviese que girarme a la derecha. Ahora tengo otra peli en la que hago de policía y he pedido una doble, nada de “si yo puedo lo hago”. Y una mierda. Doble, doble.
¿Cómo recuerdas los primeros años de tu carrera? Muy feliz, con mi madre de aquí para allá. Y además antes no tenía miedo al empezar una película y ahora llevo tres días sin dormir porque la semana que viene arranco un rodaje.
¿El miedo es una motivación? Una mierda. No quiero miedo, no me interesa, no quiero tener ni angustia ni ansiedad antes de empezar una película, pero cada vez es peor.
En 1994 hiciste la serie Canguros. En esa época resultó extraño que una actriz de cine hiciese televisión. ¿Por qué decidiste hacerla? La pasta, la pasta. ¿Tú sabes lo que era eso? Entonces la tele se pagaba que no te puedes imaginar. Yo dije: “Buah, hago Canguros y me retiro”. Adoraba al director, Pepe Ganga, y además me dejaban meter a mi gente: mi Anita Ruiseño, mi Luis Merlo, que veníamos de hacer Verano de estrellas, de José Luis Moreno.
En 1998 dijiste: “Es lamentable y vomitivo que no se pague igual a actores y actrices. No soy feminista recalcitrante, me encanta que me abran la puerta y que me den fuego, pero una sola vez, toda la noche no”. ¿En 98 dije yo eso? Mira que he sido siempre... Hoy lo cambio completamente: soy feminista, recalcitrante. Yo abro la puerta a una tía y a un tío: es cuestión de educación. Que una mujer no sea feminista es como que un rey no crea en la monarquía.
"Y el actor, ¿qué? Ellos siempre el culete. Pues no, si yo enseño tetas y chichi que enseñe él polla"
Has reconocido que durante los dos años que estuviste sin trabajar asumiste que se habían olvidado de ti. Total, tío. Mi día era levantarme, coger a mi perro, cruzar el Retiro e ir a visitar a un amigo. Y todo el rato compraba flores, que siempre me han animado mucho. Intentaba comprarlas de las que no duran toda la semana, de las que se mueren pronto, para volver a comprar. Me saqué mi abono transportes, no tenía trabajo, nadie me llamaba y quería acostumbrarme a otra vida diferente.
Pero se te haría extraño, ¿no? Ya. Y luego además me pasaron muchas cosas. Ya sabes que todo lo malo se junta y para mí el 2002 lo tengo en mi cabeza como el año aciago de mi vida. Le debo todo a mi chico [el productor teatral Pedro Larrañaga, con quien lleva casada desde 1999], pero también yo misma me demostré todo lo fuerte que puedo llegar a ser. No quedaba con amigos para ponerme a llorar ni hostias. Yo seguía siendo la alegría de la huerta. Pero con él me desahogaba. Aquello pasó, hice El laberinto del fauno y creo que mis ojos eran otros, sabía mirar de otra manera.
Quizá el primer papel que te dio prestigio dramático fue La buena estrella, donde tenías solo 26 años. ¿Cuántos?
26 ¡26 años tenía!
Pero yo creo que ya eras buena actriz desde Salsa rosa. Mira, te voy a contar una cosa de Salsa rosa maravillosa. Tú sabes que mi chico es de este mundo, lo que pasa es que es el único de su familia que no ha sido actor. Y es cero mitómano. Pues él dice que se enamoró de mí en Salsa rosa, que la podía ver mil veces.
¿Tienes que ir a maquillarte ya? Sí pero, fíjate: me lo estoy pasando bien, me quedo un poquito que estoy a gusto.
¿Esperabas no estarlo? Sí, pero qué gusto. Porque te llega cada gente que te pregunta: “¿Y cuántas películas has hecho?”. Y dices: “Hijo de puta, míratelo, yo qué sé”.
Pues ahora vamos con la sección de preguntas que te hacen en todas las entrevistas. La de por qué no has tenido hijos, que siempre respondes con “¿por qué no se lo preguntáis a Luis Tosar?”. ¿Te ha dicho algo Tosar? ¡Ay, ya lo hemos hablado! Calla, que hace dos escenas interpretando a mi marido en Ola de crímenes. Pues le he dicho: “Tío, me has fallado, ahora que has sido padre ¿qué ejemplo pongo?”. Él se meaba y decía: “Bueno, qué quieres que haga”.
La siguiente pregunta es la de Almodóvar. Qué.
Que por qué no has trabajado con él. Uf, pues bueno...
Es un poco raro, ¿no? ¿Por qué?
Porque coincidisteis en la época. Pregúntaselo a él. ¿Por qué no le preguntáis a Almódovar: “Oye, cómo es que nunca has trabajado con Maribel Verdú". Nunca me ha llamado, en la vida.
¿Y eso por qué crees que es? Ah, no tengo ni idea, pero es que no me lo he planteado ni un minuto de mi vida.
¿Hablamos de tus desnudos en el cine? ¿Te los pedían más antes? Los hacían todas. Madre mía. Victoria [Abril], Ana [Belén], Emma [Suárez], Aitana [Sánchez Gijón], todas nos hemos desnudado. Lo que pasa es que si no me hubiese desnudado me habría perdido Amantes, Y tu mamá también, La buena estrella... Eso sí, luego han venido las otras películas importantes de mi carrera y ahí ya no he tenido que desnudarme, ni besar con lengua, ni nada. Qué gusto. El laberinto del fauno, Siete mesas de billar francés...
¿Y tienes la impresión de que ahora hay menos sexo y desnudos en el cine español? Sí, sí, sí, hay menos. Ahora no creo que estemos dispuestas. Y el actor, ¿qué? Ellos siempre el culete. Pues no, si yo enseño tetas y chichi que enseñe él polla. Yo ahora no pasaría por ahí, los dos iguales o nada. Han cambiado muchas cosas y yo ni te cuento lo que he cambiado.
¿Por qué tenías complejo con tus dientes, si son tu rasgo más emblemático? ¿Tú crees? Yo creo que son los ojos.
Durante dos años nadie le dio trabajo. "Todo el rato compraba flores, que siempre me han animado mucho. Me saqué mi abono transportes, no tenía trabajo, nadie me llamaba y quería acostumbrarme a otra vida diferente", dice
Pero tu boca es más reconocible para el público. Pues el complejo me lo quitó mi exrepresentante. Yo me reía siempre tapándome la boca, hasta hace diez años. Un día me preguntó por qué y le dije que por las encías, por los dientes tan grandes. Y ya un día decidí reírme y reírme. Ahora me pinto los labios de rojo. Antes no me atrevía.
¿Qué te dice la gente por la calle? A lo mejor voy por El Corte Inglés y de repente una señora me da en el culo en plan: “Ay, Maribel, guapetona”. O te cogen los mofletes y te hacen un daño que te cagas, porque sienten que formas parte de su vida. Pero es tierno.
¿Y lo de no saber correr lo estás trabajando? Me he rendido. Me dicen que corro raro y mal, porque cuando lo corrijo es peor y se mean de la risa. Así que en Ola de crímenes tengo una doble divina que corre por mí y yo ahí fumándome un cigarrito sentadita con una Coca-Cola.
¿Cómo recuerdas la etapa de Belle époque ganando el Oscar? Yo creo que no ha habido una etapa más feliz en la vida de unos actores, tan pequeños, tan libres...
Se nota en la película muchísimo. Es que eso que está en la película estaba. Yo [me liaba] con un meritorio, la otra con un actor... ¡eso estaba ahí, cariño! En los Oscar éramos niños felices, Jorge Sanz llevaba en la maleta salchichón, fuet, chorizo... Íbamos a una fiesta en un palacete y todas: “Ay, mira, Anthony Hopkins; ay, Sharon Stone, Nicolas Cage”. En el baño había unas toallitas de lino y decíamos: “¿Nos quedamos una de recuerdo cada una?”. Éramos niñas, teníamos 22 añitos.
¿Te llevas mejor, por lo general, con los hombres o con las mujeres? Yo para irme de viaje prefiero irme con mujeres, pero es que mis amigas molan mucho. Hay tías que son lo peor, igual que hay tíos que molan y tíos que son lo peor. Lo de generalizar me da bastante por culo. Bueno, pon por culito, que queda más fino.
¿Cómo se vive rodar con mal rollo entre compañeros? Eso es un horror, es la pesadilla de tu vida. Lo paso mal, pero estoy encantadora porque voy al rodaje llorada, duchada y desayunada. Y palante. ¿Y a qué me agarro? A mis técnicos. El mérito en la vida está en hacer las cosas fáciles a los demás. Yo cada vez me separo más en la vida de la gente tortuosa y difícil que dice: “Yo... en la dificultad...”. En la dificultad, ¿qué? No hay mérito. Anda ya, estoy ya harta de esa gente, ya no les tengo a mi alrededor. Y me ha costado años.
Pareces la antítesis del tópico del actor intenso. Y luego, tío, está la química. Cómprate el lexatín, que va muy bien.
En las fotografías. Fotógrafo: Pawel Pysz. Realización: Thomas Liam Davis. Asistente de fotografía: Dani Carretero. Maquillaje y peluquería: María García. Agradecimientos: hotel The Westin Palace.
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