“En España no estáis consumidos por las tonterías: coméis, bebéis, fumáis”
Amiga de Madonna, de Basquiat y de Sinatra, la actriz neoyorquina Debi Mazar busca piso en Madrid después de quedar maravillada al rodar 'Arde Madrid', la serie de Paco León
A Debi Mazar (Nueva York, 1964) la sesión de fotos en Casa Salvador, uno de los restaurantes favoritos de la Ava Gardner que quemó Madrid en los sesenta, le ha puesto a tono. En las paredes siguen colgadas fotos de la estrella con Luis Miguel Dominguín, Sofía Loren o Manolete, justo antes de morir. Los fantasmas de aquellas noches en las que el Hollywood dorado tumbaba a carajillos al folclore español despiertan en la carne de Mazar y de su director, Paco León. “Queríamos ironizar con los símbolos nacionales trayéndolos a lo moderno, que es también lo que buscamos con Arde Madrid”, explica León al respecto de la elección de este restaurante para la sesión de fotos.
Frank Sinatra se acercó a Mazar en las bambalinas de una gala benéfica en Los Ángeles, la agarró y le susurró: “Me recuerdas a mi Ava”. “Yo estaba ahí porque iba con Madonna, si no no habría podido entrar”, recuerda ella
La serie de Movistar+ retrata el choque de clase, cultural e ideológico entre Ava Gardner y sus sirvientes durante la arrebatada estancia de la actriz en la capital. “Este es un lugar cargado de drama”, se admira la actriz Mazar, que se arranca explicando que lleva una camisa de torero auténtica de los setenta que un amigo le compró en el Rastro, y disculpándose porque su voz suena a todos los cigarrillos de anoche. “Y yo ni siquiera soy fumadora”, aclara. Ava estaría orgullosa.
Hace 30 años, Frank Sinatra se acercó a Mazar en las bambalinas de una gala benéfica en el Teatro Griego de Los Ángeles, la agarró y le susurró: “Me recuerdas a mi Ava”. “Yo estaba ahí porque iba con Madonna, si no no habría podido entrar”, recuerda ella. Debi Mazar empezó como maquilladora de la cantante, a quien conoció en el legendario y efímero club Danceteria de Nueva York, cuya clientela iba de Andy Warhol a Debbie Harry.
Se hicieron íntimas amigas y ella decidió hacerse actriz. “No había Internet, nadie podría comprobar nada, así que incluí en mi currículum un par de obras de teatro y películas independientes que en realidad no había hecho”, confiesa. Así fue como consiguió un agente y la atención de Martin Scorsese. “Tras Uno de los nuestros fui durante un minuto la chica de moda, pero Hollywood nunca estuvo preparado para mí. Escribí una serie con relaciones homosexuales e interraciales y cuando la cancelaron dije: ‘Que les jodan’. Y seguí buscando mi camino”.
Ese camino, que incluye un frigorífico pintado por su amigo Jean-Michel Basquiat, ha acabado cruzándola con el retratista oficial de la cultura española, Instagram mediante. Paco León la vio en una foto y le pidió a Rossy de Palma, que conocía a Madonna desde los tiempos de Erotica, que les presentase. Durante una primera conversación por Skype, Mazar le avisó de que necesitaría una peluca, y para demostrárselo se arrancó su postizo melodramáticamente sin dejar de mirar a la cámara. Él supo que había encontrado a Ava Gardner.
Quizá no era la de Sinatra, pero sí la de Paco León. “Ninguna otra candidata tenía esa noche, esa cosa disfrutona, ese glamur a prueba de vómitos”, explica él. La expresión que suele utilizar, en concreto, es que Debi y Ava tienen “mucho coño”. “¿Quién se está follando qué?”, interrumpe Mazar. “Que Ava era una mujer brava”, aclara él. “Cojones. Sí, sí. Like me”. Podemos continuar. “Debi tiene esa actitud vibrante de gustarle la vida, los churros, el sexo”, asegura León.
“Oh, sí, esa soy yo. Mi marido dice que se casó conmigo porque tengo más cojones que él”, confirma la actriz. Y entonces llegó la reencarnación. Debi se comió una España diferente a la que Ava se bebió en los sesenta, pero con la misma voracidad. Durante su tiempo en Madrid, Gardner dejó episodios que llevan décadas alimentando la mitomanía cañí: la noche que compitió con Dominguín para ver quién aguantaba más bebiendo (ganó ella), la madrugada que volvió a casa subida en un camión de la basura. “Al llegar, lo que más me sorprendió de España es que todo el mundo está vivo, me encanta ver a la gente de la mano, no estáis consumidos por las tonterías. Vais al mar, vais de vacaciones, paseáis, coméis, bebéis, fumáis. No hay culpabilidad. Solo vivís la vida”. No, no nos preocupa tanto el gluten como a los americanos. “¡No! Y a mí tampoco. Obviamente”.
Mazar ha rodado en Las Ventas, pero no cree que vaya a ir nunca a una corrida, porque ha tenido todo el folclore que necesitaba visitando la Semana Santa de Sevilla. “Esos hombres fornidos levantando a la santa con un cigarrillo en la boca. Jamás he visto nada igual. Y obviamente me fascina el peso de la arquitectura, tanto oro, tanta madera, es precioso”.
En Arde Madrid, Mazar ha conocido a El Capullo de Jerez, La Chelo, El Yiyo y Eugenia Martínez de Irujo (que interpreta a su madre, la Duquesa de Alba, durante el bautizo de Antonio Flores, al que Ava asistió). “Debi se ha sumergido en la cultura española. De repente está deseando escuchar el próximo disco de Rosalía. Pero sobre todo a través de la comida. En la sesión de fotos ha probado el rabo de toro por primera vez y le ha encantado. Ella se ha perdido por Madrid, ha ido a los cocidos”, confirma León. Una catarsis inevitable para una mujer que, hace 18 años, se casó con peineta y mantilla con un italiano.
“Oh, sí, esa soy yo. Mi marido dice que se casó conmigo porque tengo más cojones que él”, dice la actriz
Paco y Debi citan dos momentos diferentes como los más complicados del rodaje. Él, la fiesta con 300 personas (“quería que ocurriese algo que no estaba escrito, que la juerga flamenca fuera lo más realista posible, que se fumara y se bebiera alcohol de verdad; si no la gente no tendría esa temperatura, ni ese sudor, ni esa fiesta”). Ella teme que su anécdota resulte “demasiado atrevida para ICON”. Tras recibir la confirmación de que nada es demasiado atrevido para ICON, se incorpora mientras su director ceba la historia como el genio del marketing que también es: “Ya verás, ya verás, escucha”.
“Vale. Una mañana tenía que entrar a rodar muy temprano una escena en la que Ava está sentada en el váter fumándose un cigarrillo después de una noche entera de sexo con un tipo cuyo pene es así de grande. [Efectivamente, la distancia entre sus manos es escalofriante: se refiere a su compañero de reparto, el cantautor y actor porno Bel Gris]. Ahí estoy, rodeada por 20 hombres en un baño minúsculo y prácticamente desnuda. El caso es que antes de salir de casa por la mañana para grabar no me había dado tiempo a ir al baño. Llego allí, me tomo un café, empiezo a fumar toma tras toma y de repente tengo que sentarme en el retrete a hacer el monólogo más duro de toda la serie. En español. Me pasé horas con el culo apretado”. Porque tal y como resume Paco, llorando de la risa, “el culo no sabe que estamos rodando”.
La empatía de Debi con Ava animó al director a insertar expresiones del incipiente español de su musa en los diálogos de la serie. “Era divertido jugar con su propio esfuerzo para hablar español. Todo el equipo acabó diciendo lo de ‘¿vamos a la iglesia? No, directo fiesta’. ‘¿Conoce mojama? I love mojama’. ‘Fuego de aquí cagando la leche”, recuerda.
En su primera noche en Madrid, Mazar pilló por televisión Carmina y amén (película dirigida por Paco León con su madre de protagonista) y se sentó hipnotizada a verla entera aunque no tuviera subtítulos. La actriz compara a Paco León con Fellini, con Almodóvar y con Pasolini. “A mí, las mujeres me salen fuertes”, indica el director. “En aquella época se entendía que ellas solo querían tener un buen marido que no las pegara, así que era complicado no hacer costumbrismo nostálgico con la serie, no limitarnos a retratar una época bonita. Y cuando la mujer se empodera el hombre entra en crisis porque no entiende nada”. Este despertar sexual nacional queda representado en Arde Madrid por la sirvienta Ana Mari (Inma Cuesta). “Su historia es la de las mujeres que empezaron a cambiar en aquella época y la de las mujeres que siguen encontrando su voz hoy”, explica Mazar.
A los 54 años, Debi Mazar puede hablar más alto que nunca. La actriz define Arde Madrid como su propia La noche de la iguana: por fin ha conseguido, como Ava en su última gran película, ser libre para arriesgar y ponerse en manos de autores que la llevan a sus rincones oscuros. Pero Arde Madrid no es el final de su carrera, sino otro comienzo. Y van muchos. Su obstinación por la vida es algo que también comparte con Gardner. “Es muy complicado ser una mujer famosa, con adicción al alcohol y no ser una desgraciada”, explica León. “Ella era una vividora. No tenía nada que ver con la destrucción, no tuvo hijos por decisión propia. Era una bohemia, no una víctima de sus adicciones. Ella lo manejaba todo. Murió con 70 años y no estaba loca”.
Y aunque en Hollywood tomen a Debi Mazar por loca por haber huido de allí, ella comprende que Ava hiciera lo mismo. “Ahora estoy buscando piso en Madrid para mí sola. Mis hijas se van al instituto y a la universidad y yo necesito llenar el vaso”, declara. “Los españoles son muy sexuales, debaten sobre estilos de vida, nadie está casado, nadie va a la iglesia. Hubo una revuelta después de Franco y lo habéis solucionado. América es un desastre y los italianos son muy estirados. Vosotros lo habéis solucionado”. Resulta que España es más moderna de lo que se cree y, por segunda vez, ha tenido que venir una yanqui a demostrárnoslo.
Ayudante de fotografía: Gregory Clavijo. Ayudante de estilismo: Aina Nogué y Sofía Lázaro. Maquillaje y peluquería: Ricardo Calero. Modista: Mónica Balaj. Agradecimientos a Casa Salvador.
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