Un ciclón latino llamado Camila Cabello
Arrasa en Spotify e Instagram. Y en los premios MTV. Y allá donde canta. Solo tiene 21 años y un único álbum en el mercado. Pero Camila Cabello cosecha cifras apabullantes con un estilo que bebe desde Shakira y Rihanna hasta Celia Cruz y Gloria Estefan. Esta es su historia
HAY ALGO de justicia poética en el hecho de que una artista latina se haya convertido en la gran estrella pop de este año en la América de Donald Trump. Camila Cabello, triunfadora absoluta de la última gala de los premios MTV Europe Music Awards —se llevó los galardones en la categoría de mejor artista, mejor canción, mejor vídeo y mejor artista en Estados Unidos y a nivel mundial—, arrasa. Con ella no hablamos de una mera acumulación de cifras que hacen referencia a ventas, escuchas, visionados y favoritos. Camila Cabello es un fenómeno cuyo impacto ha traspasado el mercado anglosajón contagiando al resto del continente americano. La popularidad de esta estrella supera ya a la de otras compañeras y predecesoras como Selena Gómez, con sangre y ancestros latinos, pero nacida en Estados Unidos. Cabello es hija de padre mexicano y madre cubana. Nació en 1997 en Cojímar, un distrito de La Habana del Este, pero creció en Miami. Con solo 21 años y un único álbum como solista, todo parece indicar que Camila Cabello tiene un gran futuro por delante.
Al principio, sus padres se negaron en redondo a darle permiso para intentar colmar su ilusión. Pero Cabello los convenció y fueron ellos quienes acabaron llevándola en coche a la prueba de The X Factor, el programa televisivo gracias al cual terminaría haciéndose famosa. Sumaba solamente 15 años, pero sus ganas de comerse el mundo eran imparables. Su intervención, una versión de Respect, de Aretha Franklin, nunca llegó a emitirse. Pero Simon Cowell, jurado del programa y magnate discográfico especializado en jóvenes promesas, le presentó a otras cuatro jóvenes vocalistas —Ally Brooke, Normani Kordei, Dinah Jane y Lauren Jauregui— y convenció a las cinco para que unieran sus talentos. El quinteto resultante quedó bautizado como Fifth Harmony.
Cowell, viejo zorro del negocio, artífice de éxitos como los de Susan Boyle, Leona Lewis o Il Divo, no se equivocó. El grupo grabó dos discos, obteniendo éxitos como Worth It y Work From Home, y cosechó cifras apabullantes que contaban las descargas de canciones por millones y por miles de millones las escuchas por streaming, eso sin hablar de los seguidores acumulados en redes sociales. La burbuja, sin embargo, no tardaría en estallar y poco antes de las Navidades de 2016 se anunció que Camila Cabello dejaba el grupo. En medio del revuelo —acusaciones de sus excompañeras, fans desolados—, nunca quedó claro si se iba o la habían echado. Desde los comienzos de Fifth Harmony, Cabello había manifestado su deseo de tener una carrera en solitario (en realidad, el contrato con Cowell contemplaba a la banda como la alianza de cinco solistas) y de hecho la inició trabajando aún con ellas, con el sencillo I Know What You Did Last Summer, grabado junto a Shawn Mendes en 2015.
“Formar parte de un grupo de chicas no es para los débiles de espíritu”, comentó el reputado cazatalentos Ron Fair a la revista Billboard cuando se escenificó la ruptura. Fair, que ha trabajado con Christina Aguilera, Fergie y Pussycat Dolls, entre otros, proseguía: “Este negocio es tan duro e inmisericorde que tan solo unos pocos logran tener éxitos, ganar premios y convertir sus sueños en realidad. A medida que el sueño se materializa, llega la cuestión inevitable: ¿qué pasa conmigo? Muy pocos grupos femeninos logran mantenerse durante mucho tiempo”. Y así ha sido, desde The Supremes hasta Destiny’s Child, pasando por Spice Girls. Al igual que ocurre con las boy bands, siempre hay un talento que despunta y es cuestión de tiempo que aparezcan las grietas. “Éramos cinco extrañas, no nos conocíamos de nada y tuvimos la oportunidad de compartir un sueño”, escribió Cabello a sus ocho millones de seguidores en Instagram. Cuando se truncó, dejó maltrecho a un grupo que ya ni siquiera hacía honor a su nombre y liberó a una cantante con las ideas muy claras. “Nunca imaginé que una artista procedente de un grupo manufacturado pudiera tener tal grado de talento”, aseguró el ejecutivo discográfico Roger Gold a la revista Rolling Stone. Gold relató que se había pasado una noche sin dormir escuchando las maquetas que Cabello le había enviado para decidir si aceptaba o no ser su mánager. Su respuesta fue afirmativa.
Havana fue el primer paso hacia ese nuevo éxito. Publicada en septiembre de 2017, la canción rendía tributo a sus raíces cubanas y se convertía en un irresistible combinado de ritmo y estribillo. A fecha de hoy, es la canción interpretada por una solista más escuchada en la historia de Spotify. Con ella, Cabello dejaba claro que tenía cosas que decir y que sabía cómo hacerlo. Uno de los motivos que la llevaron a romper con su antiguo grupo fueron las canciones que componía y que pensó en ofrecer a otros artistas. Terminó descartando esa opción porque, como ella misma dijo, “sería como regalarle a otro un primer beso destinado al chico que te gusta”. Sus canciones cuentan su propia historia. Tenía que darles prioridad.
En un principio, su primer álbum iba a ser un disco triste y dramático influenciado por los acontecimientos vividos. “Fue el recorrido que me llevó de la oscuridad a la luz, de estar perdida a encontrarme a mí misma de nuevo”, explicó a la web Rollercoaster. En poco tiempo, el tono fue cambiando y el título inicial pasó de The Hurting. The Healing. The Loving (El dolor. La curación. El amor) a simplemente Camila, que se puso a la venta el pasado enero. Cuando la artista habla de una canción como ‘She Loves Control’, destaca que con ese estribillo (“Ella adora el control / a ella le gusta a su manera”) reivindica que está tomando las riendas de su carrera y su música. La imagen de miles de jovencitas cantando esos versos le hicieron ver lo importante que podría llegar a ser ese tipo de mensaje empoderador. Porque, tal y como la propia Cabello ha declarado, ayudar a sus fans es uno de sus mayores estímulos. Y no parece que se trate de una declaración pensada por un publicista para satisfacer a los admiradores. Cabello también es famosa por la calidez con la que se relaciona con sus seguidores a través de las redes sociales.
Su mensaje de autoafirmación posee un pronunciado componente racial. Cabello declaraba recientemente a Rolling Stone que hasta hace no mucho no había sido “consciente de la gran presencia del racismo” en Estados Unidos. Lejos de ignorar su identidad, la abraza y la hace visible más allá de su música. Escribió sobre sus raíces musicales en la influyente web de cultura, moda y cotilleos PopSugar —que dedica un apartado mensual al pop latino— y debatió sobre su condición de latina para la cabecera Teen Vogue con la actriz Diane Guerrero, una de las presas de la serie Orange Is the New Black. Cabello baila con Calle 13 y actúa con la popstar brasileña Anitta. Camila, con su repertorio estilístico apuntando en varias direcciones, corrobora que, culturalmente, la artista es un cóctel que va de Shakira a Rihanna, pasando por Celia Cruz y Gloria Estefan, Ed Sheeran y Pitbull. Una voz nueva que concilia referentes dispares en un mundo en el que, a pesar de la amenaza de los muros, la cultura latina exhibe cada vez mayor protagonismo.
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