![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/C4SYFNXB3ZO3NFTBCMR6S7DSDA.jpg?auth=f18b32316809d106a9b63b36f02e951e66354491118df94c0da27ec1fed0ccbd&width=414)
"La Capilla Sixtina parece un baño público": 13 obras de arte destrozadas por los críticos de su tiempo
Adelantado a su tiempo , esa frase que ya suena manida, cobra todo su sentido con estas obras y estos artistas que vieron como la crítica los despreciaba y hoy son universalmente venerados
![<p><strong>Lo que pensamos hoy</strong> La Torre Eiffel, ese icono. Convertida en la postal parisina por antonomasia, durante un fin de semana parisino casi nos daría vergüenza publicar en nuestras redes sociales una fotografía frente a ella salvo que albergáramos intención irónica. Y más allá de eso es una soberbia obra de ingeniería, además del reflejo material de una nueva sociedad basada en la industria y el capital, que encontraba su espejo perfecto en una torre levantada a base de vigas metálicas.</p> <p><strong>Lo que dijeron entonces</strong> En su día horrorizó a una mayoría acostumbrada a los ampulosos edificios de estilo historicista y Beaux-Arts, que no veía aquí más que un mamotreto de aspecto inacabado, un gigantesco andamio que arruinaba la belleza del París señorial. Un grupo de escritores y artistas, entre los que se encontraban los <em>pompiers</em> Bouguereau y Messonier y el músico Charles Gounod, publicaron en 1887, a los pocos días de iniciada su construcción, una carta de protesta en la que se llamaba al nuevo edificio “la deshonra de París”, y pronosticaba que todos los extranjeros que visitaran la ciudad iban a burlarse de Francia entera ante aquel “horror que los franceses han encontrado para darnos una idea de su gusto tan alabado”.</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2J4LQE2OYZOZJHXXG222GXYCKI.jpg?auth=85486729f4f7e6ce44019d3c202838c324edda03b6c608913a27ae139c3502d8&width=414)
Lo que pensamos hoy La Torre Eiffel, ese icono. Convertida en la postal parisina por antonomasia, durante un fin de semana parisino casi nos daría vergüenza publicar en nuestras redes sociales una fotografía frente a ella salvo que albergáramos intención irónica. Y más allá de eso es una soberbia obra de ingeniería, además del reflejo material de una nueva sociedad basada en la industria y el capital, que encontraba su espejo perfecto en una torre levantada a base de vigas metálicas.
Lo que dijeron entonces En su día horrorizó a una mayoría acostumbrada a los ampulosos edificios de estilo historicista y Beaux-Arts, que no veía aquí más que un mamotreto de aspecto inacabado, un gigantesco andamio que arruinaba la belleza del París señorial. Un grupo de escritores y artistas, entre los que se encontraban los pompiers Bouguereau y Messonier y el músico Charles Gounod, publicaron en 1887, a los pocos días de iniciada su construcción, una carta de protesta en la que se llamaba al nuevo edificio “la deshonra de París”, y pronosticaba que todos los extranjeros que visitaran la ciudad iban a burlarse de Francia entera ante aquel “horror que los franceses han encontrado para darnos una idea de su gusto tan alabado”.
Getty Images![<p><strong>Lo que pensamos hoy: </strong>Jeff Koons es uno de los artistas vivos más cotizados. Guste o no, sus exposiciones se convierten en<em> blockbusters</em> capaces de atraer miles de espectadores. En nuestro país, el Guggenheim de Bilbao exhibe su gigantesco y florido<em> Puppy</em> en la entrada, además de un igualmente enorme ramillete de <em>Tulipanes</em> metálicos en una de sus terrazas. Es quizá el artista contemporáneo que de manera más literal y extrema ha representado la sociedad del espectáculo y su anclaje en la economía capitalista.</p> <p><strong>Lo que dijeron entonces: </strong>En 1989, cuando ya gozaba de un reconocimiento envidiable para cualquier otro artista, el crítico Mark Stevens escribió en la edición norteamericana Vanity Fair las palabras definitivas sobre su obra: “sea lo que sea que dice Koons, Warhol lo dijo mejor”.</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/Z5Q4ZKUHNVMNDBEN4QCN3UZEQQ.jpg?auth=77f5b7fa19c58b686bae044dec57fbf8f33010c10f6f0d3663ad43a53ded8bc4&width=414)
Lo que pensamos hoy: Jeff Koons es uno de los artistas vivos más cotizados. Guste o no, sus exposiciones se convierten en blockbusters capaces de atraer miles de espectadores. En nuestro país, el Guggenheim de Bilbao exhibe su gigantesco y florido Puppy en la entrada, además de un igualmente enorme ramillete de Tulipanes metálicos en una de sus terrazas. Es quizá el artista contemporáneo que de manera más literal y extrema ha representado la sociedad del espectáculo y su anclaje en la economía capitalista.
Lo que dijeron entonces: En 1989, cuando ya gozaba de un reconocimiento envidiable para cualquier otro artista, el crítico Mark Stevens escribió en la edición norteamericana Vanity Fair las palabras definitivas sobre su obra: “sea lo que sea que dice Koons, Warhol lo dijo mejor”.
Getty Images![<p><strong>Lo que pensamos hoy: </strong>Pocos años después del escándalo de la Olympia de Manet, un joven Cézanne homenajeó al cuadro original con una obra aún más atrevida, que hoy podría pasar por una creación ideada un siglo más tarde por lo menos. Y nos viene a la cabeza el alemán Georg Baselitz, por ejemplo.</p> <p><strong>Lo que dijeron entonces: </strong>Cuando se presentó en la primera exposición impresionista de 1874, el crítico Marc de Montifaud escribió: “Monsieur Cézanne da la mera impresión de ser una especie de loco que pinta en un estado de delirium tremens”.</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/FY6Z7HCWUVMCTFFDPKHR6AGVFU.jpg?auth=e074b1b7bb9887fa4ad07ebea3b08b2b3ea2bd4a2ced53f17ae284756b6f5c5f&width=414)
Lo que pensamos hoy: Pocos años después del escándalo de la Olympia de Manet, un joven Cézanne homenajeó al cuadro original con una obra aún más atrevida, que hoy podría pasar por una creación ideada un siglo más tarde por lo menos. Y nos viene a la cabeza el alemán Georg Baselitz, por ejemplo.
Lo que dijeron entonces: Cuando se presentó en la primera exposición impresionista de 1874, el crítico Marc de Montifaud escribió: “Monsieur Cézanne da la mera impresión de ser una especie de loco que pinta en un estado de delirium tremens”.
Getty Images![<p><strong>Lo que pensamos hoy</strong>: Uno de los pintores más grandes de todos los tiempos. Y de los más originales. Su estilo, un faro de la escuela manierista veneciana, cambió espectacularmente desde unos inicios caracterizados por el dibujo primoroso hasta una pincelada cada vez más suelta y una forma más desdibujada que para algunos inauguraría la línea que llevó hasta la pintura abstracta.</p> <p><strong>Lo que dijeron entonces: </strong>Esta osadía formal llevó al tratadista Francisco Pacheco a lamentar en una obra editada en 1649 sus “borrones y falta de técnica, estudio y atención a la hora de dibujar”.</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/KL6PM5NJDRL5XO2OIYZ7OZXQDM.jpg?auth=74800dece7e367a0ef2241d871ee575ba3fe130262602735f58a443b2c613bde&width=414)
Lo que pensamos hoy: Uno de los pintores más grandes de todos los tiempos. Y de los más originales. Su estilo, un faro de la escuela manierista veneciana, cambió espectacularmente desde unos inicios caracterizados por el dibujo primoroso hasta una pincelada cada vez más suelta y una forma más desdibujada que para algunos inauguraría la línea que llevó hasta la pintura abstracta.
Lo que dijeron entonces: Esta osadía formal llevó al tratadista Francisco Pacheco a lamentar en una obra editada en 1649 sus “borrones y falta de técnica, estudio y atención a la hora de dibujar”.
Getty Images![<p><strong>Lo que pensamos hoy: </strong>Nacido en Creta, Doménikos Theotokópoulos está considerado uno de los más grandes pintores que nunca han trabajado en España. Hace unos pocos años una obra suya, “Santo Domino rezando”, se convirtió en la obra de pintura antigua española más cara al venderse en subasta por casi 11 millones de euros. Y cuadros como “El entierro del conde Orgaz” o “El expolio” son universalmente reconocidos como obras magistrales.</p> <p><strong>Lo que dijeron entonces: </strong>En vida tuvo muchas dificultades para imponer su estilo, se enfrentó al rechazo de comitentes tan poderosos como el rey Felipe II, y no fue hasta el siglo XIX cuando de verdad se apreció su obra, sobre todo gracias a los críticos franceses y británicos. El pintor y tratadista español Antonio Palomino escribió sobre él en 1724: “Viendo que sus pinturas se equivocaban con las de Tiziano, trató de mudar manera, con tal extravagancia, que llegó a hacer despreciable y ridícula su pintura, así en lo descoyuntado del dibujo como en lo desabrido del color”.</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/6EJMED5H4VOO3JUKAEBYQ4ILEU.jpg?auth=8e41b696dcbd805ad21041e7cd4b4a129d45bbdc515a90c2ce114153962f4238&width=414)
Lo que pensamos hoy: Nacido en Creta, Doménikos Theotokópoulos está considerado uno de los más grandes pintores que nunca han trabajado en España. Hace unos pocos años una obra suya, “Santo Domino rezando”, se convirtió en la obra de pintura antigua española más cara al venderse en subasta por casi 11 millones de euros. Y cuadros como “El entierro del conde Orgaz” o “El expolio” son universalmente reconocidos como obras magistrales.
Lo que dijeron entonces: En vida tuvo muchas dificultades para imponer su estilo, se enfrentó al rechazo de comitentes tan poderosos como el rey Felipe II, y no fue hasta el siglo XIX cuando de verdad se apreció su obra, sobre todo gracias a los críticos franceses y británicos. El pintor y tratadista español Antonio Palomino escribió sobre él en 1724: “Viendo que sus pinturas se equivocaban con las de Tiziano, trató de mudar manera, con tal extravagancia, que llegó a hacer despreciable y ridícula su pintura, así en lo descoyuntado del dibujo como en lo desabrido del color”.
Getty Images![<p><strong>Lo que pensamos hoy: </strong>Desde los ojos contemporáneos se trata de un desnudo de exquisita belleza, que muchos encontrarán incluso relamido. La combinación del sereno clasicismo con la viveza del arte de la segunda mitad del XIX resulta muy seductora. Y cualquiera que haya visitado un par de buenos museos en su vida puede identificar las referencias a las Venus y Dánaes de Giorgione o Tiziano, entre otras obras maestras.</p> <p><strong>Lo que dijeron entonces: </strong>Pero entonces casi nadie vio nada de esto. Al público francés la obra le pareció de una fealdad insoportable, y acudió en masa al Salón de París con el único propósito de burlarse de aquella representación de una prostituta regordeta de mirada viciosa. Por su parte, la crítica la comparó con una pesadilla de Edgar Allan Poe o una mujerzuela de los suburbios, aunque una de las definiciones más celebradas vino de Amédée Cantaloube, que escribió en <em>Le Grand Journal</em>: “Es una especie de gorila hembra, un grutesco de caucho”.</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/5FMC2Z7OIRIR7NWYHJAXYDHCLM.jpg?auth=5edade9ecc9622a3310176c9b0f2edd15f2a9a07afb4e40af0be259f6bef743c&width=414)
Lo que pensamos hoy: Desde los ojos contemporáneos se trata de un desnudo de exquisita belleza, que muchos encontrarán incluso relamido. La combinación del sereno clasicismo con la viveza del arte de la segunda mitad del XIX resulta muy seductora. Y cualquiera que haya visitado un par de buenos museos en su vida puede identificar las referencias a las Venus y Dánaes de Giorgione o Tiziano, entre otras obras maestras.
Lo que dijeron entonces: Pero entonces casi nadie vio nada de esto. Al público francés la obra le pareció de una fealdad insoportable, y acudió en masa al Salón de París con el único propósito de burlarse de aquella representación de una prostituta regordeta de mirada viciosa. Por su parte, la crítica la comparó con una pesadilla de Edgar Allan Poe o una mujerzuela de los suburbios, aunque una de las definiciones más celebradas vino de Amédée Cantaloube, que escribió en Le Grand Journal: “Es una especie de gorila hembra, un grutesco de caucho”.
Getty Images![<p><strong>Lo que pensamos hoy: </strong>La pintura prerrafaelita está de moda en estos tiempos que corren. Quizá porque su regreso a la pureza de las fuentes antiguas supone un alivio frente al estrés tecnológico y el exceso de imagen digital. De hecho, algunas de estas obras alcanzan precios astronómicos en las subastas, como ocurrió en 2013 con “Love among the ruins”, de Sir Edward Burne-Jones (1833-1898), vendida por 17 millones de euros. Eso por no hablar del revival de William Morris que ha invocado Loewe.</p> <p><strong>Lo que dijeron entonces: </strong>La pretensión de regresar a un punto anterior al manierismo fue bastante discutida, y sus resultados fueron acusados no solo de conservadores, sino también de feos. Como prueba, destacamos la reacción frente a esta obra de Millais (el autor de la célebre “Ofelia”) por parte de un enemigo con tanto peso como el novelista Charles Dickens, que en su revista <em>Household Words</em> la describió así: “un horripilante, lloroso niño pelirrojo con el cuello ladeado y en camisón que parece haber recibido un empujón jugando en un arroyo cercano, y estar incorporándose para la contemplación de una mujer arrodillada, tan horrible en su fealdad (suponiendo que fuera posible ni por un momento que existiera una criatura humana con esa garganta dislocada) que se destacaría del resto de la compañía como un monstruo en el cabaret más vil de Francia o en la tienda de ginebra más vulgar de Inglaterra”.</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/W2Y42OXR75LPVPFYKDJGCNCBLI.jpg?auth=eeba4d5173e21b64926b4ff91c0c42fd6187e1404e9ebb8f159aa09d8bcf3767&width=414)
Lo que pensamos hoy: La pintura prerrafaelita está de moda en estos tiempos que corren. Quizá porque su regreso a la pureza de las fuentes antiguas supone un alivio frente al estrés tecnológico y el exceso de imagen digital. De hecho, algunas de estas obras alcanzan precios astronómicos en las subastas, como ocurrió en 2013 con “Love among the ruins”, de Sir Edward Burne-Jones (1833-1898), vendida por 17 millones de euros. Eso por no hablar del revival de William Morris que ha invocado Loewe.
Lo que dijeron entonces: La pretensión de regresar a un punto anterior al manierismo fue bastante discutida, y sus resultados fueron acusados no solo de conservadores, sino también de feos. Como prueba, destacamos la reacción frente a esta obra de Millais (el autor de la célebre “Ofelia”) por parte de un enemigo con tanto peso como el novelista Charles Dickens, que en su revista Household Words la describió así: “un horripilante, lloroso niño pelirrojo con el cuello ladeado y en camisón que parece haber recibido un empujón jugando en un arroyo cercano, y estar incorporándose para la contemplación de una mujer arrodillada, tan horrible en su fealdad (suponiendo que fuera posible ni por un momento que existiera una criatura humana con esa garganta dislocada) que se destacaría del resto de la compañía como un monstruo en el cabaret más vil de Francia o en la tienda de ginebra más vulgar de Inglaterra”.
Getty Images![<p><strong>Lo que pensamos hoy: </strong>Considerada de manera general como la cumbre de la creación humana, esta serie de frescos que decoran los techos de la capilla Sixtina del Palacio del Vaticano es un bastión cultural indiscutible.</p> <p><strong>Lo que dijeron entonces: </strong>Son bien conocidos los enfrentamientos que se produjeron entre Miguel Ángel y su comitente, el Papa Julio II, durante todo el proceso creativo. Según contaba Giorgio Vasari, cuando el Papa le preguntó a su maestro de ceremonias Biagio da Cesena qué le parecía la obra, él respondió que aquello parecía la decoración de unos baños públicos o una taberna. Quizá inspirado por estas palabras, el escritor Pietro Aretino (curiosamente conocido por sus textos licenciosos) haría público en 1547 su ataque contra la falta de decoro de la obra en una carta en la que afirmaba que el arte de Miguel Ángel era apropiado: “Para una casa de baños, no para una capilla celestial”.</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/VUOLTPWYEZJIPB2R6VPL77IYR4.jpg?auth=c8fc45b067822ee5c72e2fe8bd5103803ec5fb070ceef44283d86121b9ec5610&width=414)
Lo que pensamos hoy: Considerada de manera general como la cumbre de la creación humana, esta serie de frescos que decoran los techos de la capilla Sixtina del Palacio del Vaticano es un bastión cultural indiscutible.
Lo que dijeron entonces: Son bien conocidos los enfrentamientos que se produjeron entre Miguel Ángel y su comitente, el Papa Julio II, durante todo el proceso creativo. Según contaba Giorgio Vasari, cuando el Papa le preguntó a su maestro de ceremonias Biagio da Cesena qué le parecía la obra, él respondió que aquello parecía la decoración de unos baños públicos o una taberna. Quizá inspirado por estas palabras, el escritor Pietro Aretino (curiosamente conocido por sus textos licenciosos) haría público en 1547 su ataque contra la falta de decoro de la obra en una carta en la que afirmaba que el arte de Miguel Ángel era apropiado: “Para una casa de baños, no para una capilla celestial”.
Getty Images![<p><strong>Lo que pensamos hoy: </strong>Suele hablarse de ella como la obra de arte más influyente del siglo XX junto con la <em>Fuente</em> de Duchamp. Pueden encontrarse en ella inspiraciones como El Greco, el arte ibero o la escultura africana. Durante casi una década apenas fue vista por nadie más allá del entorno más cercano de su autor, hasta su presentación pública en 1916 en el Salon d’Antin, en un local que pertenecía al modisto y amante del arte Paul Poiret.</p> <p><strong>Lo que dijeron entonces: </strong>Europa estaba entonces en plena Guerra Mundial. Y la crítica de la publicación <em>Le Cri de Paris</em> rezaba lo siguiente: “Los cubistas no pueden esperar a que termine la guerra para recomenzar sus hostilidades contra el sentido común”.</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/R6UCB6JX2VJKBB2DGLAZ4DF524.jpg?auth=b37cab6055b1be721997d61cd0c8a6157804f1951843ab7e40cc2bd45cb908de&width=414)
Lo que pensamos hoy: Suele hablarse de ella como la obra de arte más influyente del siglo XX junto con la Fuente de Duchamp. Pueden encontrarse en ella inspiraciones como El Greco, el arte ibero o la escultura africana. Durante casi una década apenas fue vista por nadie más allá del entorno más cercano de su autor, hasta su presentación pública en 1916 en el Salon d’Antin, en un local que pertenecía al modisto y amante del arte Paul Poiret.
Lo que dijeron entonces: Europa estaba entonces en plena Guerra Mundial. Y la crítica de la publicación Le Cri de Paris rezaba lo siguiente: “Los cubistas no pueden esperar a que termine la guerra para recomenzar sus hostilidades contra el sentido común”.
Getty Images![<p><strong>Lo que pensamos hoy: </strong>Estamos ante el artista más influyente en la creación del sigo XX junto con Picasso. Si el malagueño trató siempre de construir nuevos modos de expresión, el empeño de Duchamp era más bien destructivo. Y si no destruirlo, sí logro desde luego cambiar la concepción del arte, acelerando un cambio que venía fraguándose desde los tiempos de Velázquez. Con él, lo importante ya no era una determinada habilidad técnica, sino un ejercicio mental: cualquier cosa podía ser considerada arte, si el artista así lo había decidido. Su<em> Fuente (1917) </em>-en realidad, un urinario marcado con la firma de un tal R. Mutt-, que recientemente se ha atribuido a Elsa von Freytag-Loringhoven, es una de las obras de arte más conocidas de las primeras vanguardias, y su influjo se extiende al pop, el <em>povera </em>y todas las formas de arte conceptual hasta hoy.</p> <p><strong>Lo que dijeron entonces: </strong>Allá por 1915, así despachó dos de sus obras William B. McCormick en <em>The New York Press</em>: “No es fácil tomarse en serio como “arte” tales evocaciones mecánicas”.</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/LCYD3JUKWBPFBE62RTOZHEQZ44.jpg?auth=e1a7fb2ddfc4df89a2dff27d2dd67b1286e2891735cf4fe72095595acb9dea0b&width=414)
Lo que pensamos hoy: Estamos ante el artista más influyente en la creación del sigo XX junto con Picasso. Si el malagueño trató siempre de construir nuevos modos de expresión, el empeño de Duchamp era más bien destructivo. Y si no destruirlo, sí logro desde luego cambiar la concepción del arte, acelerando un cambio que venía fraguándose desde los tiempos de Velázquez. Con él, lo importante ya no era una determinada habilidad técnica, sino un ejercicio mental: cualquier cosa podía ser considerada arte, si el artista así lo había decidido. Su Fuente (1917) -en realidad, un urinario marcado con la firma de un tal R. Mutt-, que recientemente se ha atribuido a Elsa von Freytag-Loringhoven, es una de las obras de arte más conocidas de las primeras vanguardias, y su influjo se extiende al pop, el povera y todas las formas de arte conceptual hasta hoy.
Lo que dijeron entonces: Allá por 1915, así despachó dos de sus obras William B. McCormick en The New York Press: “No es fácil tomarse en serio como “arte” tales evocaciones mecánicas”.
Getty Images![<p><strong>Lo que pensamos hoy: </strong>Freud es quizá, junto con Francis Bacon, el artista británico más apreciado de la segunda mitad del siglo XX. La crítica contemporánea destaca la complejidad y precisión psicológica de sus retratos, y el verismo en la representación de la figura humana. Así retrató a personas tan variadas como el performer Leigh Bowery o el barón Heinrich Thyssen, en una de sus mejores obras (que sin embargo a Carmen Thyssen no le hacía mucha gracia, al parecer).</p> <p><strong>Lo que dijeron entonces: </strong>Pero en 1944, cuando Freud tenía 21 años y era sobre todo el nieto del inventor del psicoanálisis, presentaba su primera exposición individual en la galería Lefevre. El crítico Michael Ayrton dijo al verla que “la forma humana es una derrota para él, porque no la observa como sí hace con los pájaros muertos”.</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/WGGVR5WFBZKD5E3UNS2LJZOHY4.jpg?auth=bd0768d2a23967ed6af26fe1fbe577a7f13b81f688febc288ebb58b21bef4cc4&width=414)
Lo que pensamos hoy: Freud es quizá, junto con Francis Bacon, el artista británico más apreciado de la segunda mitad del siglo XX. La crítica contemporánea destaca la complejidad y precisión psicológica de sus retratos, y el verismo en la representación de la figura humana. Así retrató a personas tan variadas como el performer Leigh Bowery o el barón Heinrich Thyssen, en una de sus mejores obras (que sin embargo a Carmen Thyssen no le hacía mucha gracia, al parecer).
Lo que dijeron entonces: Pero en 1944, cuando Freud tenía 21 años y era sobre todo el nieto del inventor del psicoanálisis, presentaba su primera exposición individual en la galería Lefevre. El crítico Michael Ayrton dijo al verla que “la forma humana es una derrota para él, porque no la observa como sí hace con los pájaros muertos”.
Getty Images![<p><strong>Lo que pensamos hoy: </strong>Cuando en 1924 André Breton y los suyos publicaron el Primer Manifiesto Surrealista, dejaron claro que lo que pretendían era cambiar el mundo desde una perspectiva revolucionaria basada en el marxismo y el psicoanálisis. Pero después el mercado engulló el movimiento para acabar con estas pretensiones, de forma que hoy una exposición de Dalí arrastra masas a los museos, y la publicidad, el escaparatismo e incluso el diseño industrial utilizan el surrealismo como un recurso visual más.</p> <p><strong>Lo que dijeron entonces: </strong>De revolucionario nada. Para el influyente crítico Clement Greenberg, la pujanza del surrealismo era un paso atrás, una auténtica amenaza contra el arte abstracto, que él consideraba el primer estilo artístico original desde la Revolución Francesa (¿?). Escribió: “La imagen surrealista proporciona a la pintura nuevas anécdotas que ilustrar, igual que la actualidad proporciona nuevos temas al caricaturista político… [El Surrealismo] ha promovido la rehabilitación del arte académico bajo un nuevo disfraz literario”.</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/JL5A5RHEHNPLXK2EHN4MDCWMTE.jpg?auth=d49a096b3c793ff40f96f36dbfaed1af21f398f8e1d51af4b4669e7a773d3eff&width=414)
Lo que pensamos hoy: Cuando en 1924 André Breton y los suyos publicaron el Primer Manifiesto Surrealista, dejaron claro que lo que pretendían era cambiar el mundo desde una perspectiva revolucionaria basada en el marxismo y el psicoanálisis. Pero después el mercado engulló el movimiento para acabar con estas pretensiones, de forma que hoy una exposición de Dalí arrastra masas a los museos, y la publicidad, el escaparatismo e incluso el diseño industrial utilizan el surrealismo como un recurso visual más.
Lo que dijeron entonces: De revolucionario nada. Para el influyente crítico Clement Greenberg, la pujanza del surrealismo era un paso atrás, una auténtica amenaza contra el arte abstracto, que él consideraba el primer estilo artístico original desde la Revolución Francesa (¿?). Escribió: “La imagen surrealista proporciona a la pintura nuevas anécdotas que ilustrar, igual que la actualidad proporciona nuevos temas al caricaturista político… [El Surrealismo] ha promovido la rehabilitación del arte académico bajo un nuevo disfraz literario”.
Getty Images![<p><strong>Lo que pensamos hoy.</strong> El Guggenheim de Nueva York es desde hace décadas uno de los edificios más admirados dentro del propio gremio arquitectónico. Se inauguró por todo lo alto seis meses después de la muerte de su autor, Frank Lloyd Wright, y todo el mundo quedó asombrado por su original interior en espiral y su exterior troncocónico. Hoy es además uno de los monumentos más visitados de la ciudad.</p> <p><strong>Lo que dijeron entonces.</strong> No todo el mundo estaba tan satisfecho cuando el museo abrió sus puertas. Lewis Mumford se quejaba en la revista The New Yorker del techo bajo, el exceso de luz natural y las dificultades expositivas que entrañaban unas paredes curvas e inclinadas. Y añadía: “el vacío triunfo de Wright es algo muy malo porque cede el peso de su genio a la aberración de moda del momento, la curiosa creencia de que los aspectos funcionales de la arquitectura son irrelevantes […] Los mayores no deberían dar un mal ejemplo a los jóvenes, y el más grande de nuestros maestros arquitectónicos no debió, mientras aún estaba sano y en plenas facultades mentales, haber agregado tal codicilio a su última voluntad y testamento”.</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/O7KP37H4N5N2XKTLSOTMW3BNG4.jpg?auth=f6b9317168630617702095ce4d5cd36b4dc8020cba9d50c03ba3d5a1808c69f6&width=414)
Lo que pensamos hoy. El Guggenheim de Nueva York es desde hace décadas uno de los edificios más admirados dentro del propio gremio arquitectónico. Se inauguró por todo lo alto seis meses después de la muerte de su autor, Frank Lloyd Wright, y todo el mundo quedó asombrado por su original interior en espiral y su exterior troncocónico. Hoy es además uno de los monumentos más visitados de la ciudad.
Lo que dijeron entonces. No todo el mundo estaba tan satisfecho cuando el museo abrió sus puertas. Lewis Mumford se quejaba en la revista The New Yorker del techo bajo, el exceso de luz natural y las dificultades expositivas que entrañaban unas paredes curvas e inclinadas. Y añadía: “el vacío triunfo de Wright es algo muy malo porque cede el peso de su genio a la aberración de moda del momento, la curiosa creencia de que los aspectos funcionales de la arquitectura son irrelevantes […] Los mayores no deberían dar un mal ejemplo a los jóvenes, y el más grande de nuestros maestros arquitectónicos no debió, mientras aún estaba sano y en plenas facultades mentales, haber agregado tal codicilio a su última voluntad y testamento”.
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