Lady Gaga: La ambición rubia asalta Hollywood
Es una estrella con mayúsculas. Ha logrado todo en el mundo de la música. Ahora su reto es el Oscar como mejor actriz
AUNQUE LOS padres de Lady Gaga le pusieron al nacer el nombre de Stefani Joanne Angelina Germanotta, bien podría llamarse María Magdalena. Hablar con ella es enfrentarse a un glamuroso paño de lágrimas. Icono de la música, la moda y la cultura popular de nuestro tiempo, vaya vestida de Armani o Valentino, bajo la coraza sofisticada de esta ganadora de seis premios Grammy hay una mirada de emoción.
Su salto de la música al cine no deja de brindarle éxitos. Y en consonancia, lleva meses sin parar de llorar. Hasta Bradley Cooper, renacido como realizador, productor, guionista y compañero de reparto de Lady Gaga en Ha nacido una estrella, sonríe cuando recuerda los pucheros que se gasta su amiga. Menos mal, dice durante un encuentro en Los Ángeles (California, EE UU), que las lágrimas caen ahora y no lo hicieron durante el rodaje de una de las películas que han seducido a la crítica esta temporada. Y han puesto a Lady Gaga en las quinielas para los Oscar. “¿Te imaginas? Lo rodamos en 42 días, y algo así como su llanto me habría puesto en un aprieto tremendo retrasándolo todo”, explica Cooper. “Ella no solo es una actriz increíble. Tiene sus emociones a flor de piel, y eso es lo que uno busca a la hora de trabajar”.
“No es solo una actriz increíble, tiene sus emociones a flor de piel”, dice Bradley Cooper
Bradley Cooper no solo es su fan número uno. Se ha convertido en el profesional de la industria que ha llevado a Lady Gaga hasta la gran pantalla. Y Hollywood le ha abierto las puertas. Su nombre corre entre los académicos con vistas a la gala de los Oscar del próximo 24 de febrero. “Los premios no acaban con tus inseguridades, pero son un momento de alegría y a la vez de humildad”, dijo esta neoyorquina de 32 años hace unos meses, a su paso por el Festival de Cine de Toronto (Canadá). Su Oscar se presiente desde que Ha nacido una estrella —cuarta interpretación de un clásico por el que han pasado Janet Gaynor, Judy Garland y Barbra Streisand— se estrenó el año pasado en el Festival de Venecia en mitad de una tormenta que no pudo acallar el estruendo de aplausos. “Bradley dirá lo que sea, pero para mí fue una señal divina”, asegura Lady Gaga. “Imagínate si hubiera llovido en la alfombra roja con el traje que llevaba. ¡Habría parecido la gallina Caponata! El cielo se portó bien con nosotros. Nos dio otra muestra de humildad”.
Esa palabra, “humildad”, es la última que alguien asociaría a Lady Gaga. Atesora más de 77 millones de seguidores en Twitter y una fortuna de 280 millones de euros. Su amigo Elton John es el que mejor define a esta cantante reconvertida en actriz. “Es como mi hija bastarda”. El falso parentesco al que se refiere el cantante, que pidió a Lady Gaga convertirse en madrina de sus dos hijos, está centrado en el gusto por la sed de triunfo y el amor por la farándula.
“Lo primero que pensé cuando coincidí por primera vez con ella fue: ‘¡Dios nos pille confesados!”, recuerda Danny Trejo, el actor estadounidense de ascendencia mexicana. Fue en el rodaje de Machete Kills, al que la estrella acudió para contemplarlo. “No pude ser más idiota”, rectifica Trejo. “Ella me demostró que no hay que creer todo lo que se lee. Es alguien increíble, más profesional que nadie, una pequeña gran actriz que encima se cocina su propia comida”. La colección de cazuelas de Lady Gaga está hoy en casa de Trejo.
“Me gusta cocinar”, dice ella. Segunda generación de sicilianos y venecianos, heredera de las mejores tradiciones culinarias italianas, asegura que la conexión con Bradley Cooper fue inmediata frente a un plato de pasta del día anterior. Cooper asiente. “Fue así, como ella lo cuenta. En cinco minutos supe que tenía que ser la protagonista de Ha nacido una estrella. ¿Te puedes creer que no la conocía? Pero escuché su versión de La vie en rose y me quedé prendado. Luego vi sus ojos. Supe que los dos teníamos herencia italiana. Fue mágico. La cosa se complicó cuando hablé con Warner Bros. Tuvimos que rodar una escena de prueba y hacer varios test, pero al final nos dieron luz verde. Y fuimos adelante”.
El estudio tenía poco que perder con el filme de debut de Bradley Cooper como director. El presupuesto, 31 millones de euros, es bajo para Hollywood. Pero la historia del cine está llena de oportunidades musicales fallidas. Desde Bowie hasta Taylor Swift, Britney Spears, Rihanna, Eminem o Madonna. Eso sí, Lady Gaga se desmarca de sus predecesores esbozando un discurso sobre cómo se preparó para ser actriz antes que cantante. “Lo que pasó es que la música me aceptó primero”. Cuenta que estudió interpretación en el Instituto Lee Strasberg, “una derivación del método Stanislavski”. Y que cada uno de sus vídeos, de sus conciertos y sus interpretaciones en público tiene mucho de actuación. “Yo la llamo Lady”, dice la actriz Chlöe Sevigny, que trabajó con ella en la serie American Horror Story. “Es una figura icónica y puedes ver en sus vídeos musicales y sobre el escenario que se trata de alguien que controla, que sabe dónde están las luces y la cámara”.
La aludida tampoco niega la dicotomía entre ambas disciplinas. “Cuando canto libero una vibración que siento por todo el cuerpo. Todo en mí reverbera antes de dar salida a lo que llevo dentro. Cuando actúo, lo veo todo tan grande en la pantalla y desciendo hasta tal punto en mi interior… Es un lugar tan profundo que da miedo. Nada que ver con la adrenalina de un concierto. No puedo estar más agradecida por contar con un compañero de viaje como Bradley Cooper para guiarme en ese proceso”. Y se vuelve a secar las lágrimas.
Barbra Streisand interpretó el mismo papel hace más de cuatro décadas. Y considera a Lady Gaga como una estrella, pero sobre todo en el campo de la música. “Tiene un verdadero don, un gran talento. Es, en resumen, una gran cantante”. El veterano John Travolta, otro actor y cantante, admirador de las dos divas, asegura que propició el encuentro entre ambas en la casa de Streisand. “Me encantó ser el pegamento que unió a esas dos grandes intérpretes para que se profesaran su admiración. Hasta proporcioné el chef y la cena”.
Ante la pérdida de peso específico de muchas de las nuevas estrellas de Hollywood, la meca del cine parece abrir sus brazos al poder de fascinación que despierta alguien como Lady Gaga en el escenario. Ha ido enamorando a los gerifaltes de la industria. El realizador Ryan Murphy fue quien le dio la oportunidad de trabajar en la serie American Horror Story. “Pertenece a la antigua escuela. Me recuerda en su estilo a una Barbara Stanwyck. Y su piel refleja la luz como la de Marilyn Monroe. Eso además de ser la persona con más talento de todo el planeta”. El Sindicato de Actores ya se ha apresurado a seleccionar su trabajo en Ha nacido una estrella entre los mejores del año. “Haga lo que haga, tiene un gran talento”, dice el cineasta Robert Rodriguez. “Es alguien capaz de decir lo mismo una y otra vez y sonar con tal convicción que parece la primera ocasión: eso es ser buena”, recalcó el actor Jonah Hill ante el ataque de quienes proclamaron la “afectación” de la estrella a la hora de promocionar la película.
La próxima gala de los Oscar será la tercera en la vida de Lady Gaga. En 2015 fue la primera, cuando Scarlett Johansson la presentó como “única e inigualable” antes de que cantara una memorable versión del tema principal de Sonrisas y lágrimas. Su segunda aparición estelar en la alfombra roja fue como candidata a la mejor canción por Til It Happens To You, del documental The Hunting Ground. Las dos veces salió del teatro sin premio, y las dos veces acabó vomitado de lo nerviosa que se puso en el coche camino a la ceremonia. Ella, siempre melodramática, dice que es algo que le pasa con frecuencia. Temas como Shallow, Always Remember Us This Way y I’ll Never Love Again, que ha coescrito e interpreta en Ha nacido una estrella, suenan ya como candidatos a los Grammy y a los Globos de Oro. Las dos versiones previas de esta película también defendieron el Oscar por canciones como The Man That Got Away (1954) y Evergreen (1976), que interpretaron Judy Garland y Barbra Streisand, respectivamente. El crítico de cine británico Robbie Collins ha recordado en The Daily Telegraph que para cualquier cantante seguir los pasos de Judy Garland en su primera película sería una pesadilla. “Pero Gaga está a la altura”.
“La ambición es como el oxígeno que aviva el fuego, la única manera de seguir adelante”
Lady Gaga nunca ha escondido su ambición. “Es como el oxígeno que aviva el fuego. Sin ambición al principio de mi carrera nunca habría llegado donde estoy. El rechazo es continuo y tienes que estar motivada para seguir adelante”. Contó con el apoyo de su familia, que la recuerda como un prodigio musical que aprendió a tocar el piano con cuatro años. “Y si no quería practicar una hora, la otra opción era quedarme sentada dos delante del instrumento sin hacer nada. En mi casa eran algo estrictos. Mi padre me ponía con seis años Thunder Road, de Bruce Springsteen, mientras dábamos vueltas bailando con lágrimas en los ojos escuchando la canción. Crecí amando lo mismo la música que el cine. Por eso es un honor haber participado en esta película. Siempre he creído que un artista puede cambiar de medio. Y que eso provoca una explosión de talento. Lo que no me acabo de creer es que sea mi caso”.
Fuera del entorno familiar su vida se fue complicando. Hija de inmigrantes italianos en Estados Unidos, su look era muy diferente al de sus compañeras de clase. Ya fuera en el Convento del Sagrado Corazón, una escuela privada de Manhattan donde estudió piano, o en la Escuela de las Artes Tisch. “Mis facciones no tenían nada que ver con las de las jóvenes rubias de ojos azules y rostros simétricos que tenía por compañeras. Solo cuando crecí aprendí a apreciar mis rasgos, mi herencia”. Más adelante también tuvo que escuchar sugerencias indeseables, como la de aquel ejecutivo discográfico que le sugirió que se hiciera una rinoplastia antes de sacar al mercado su primer álbum. O que abusaran de ella. “Empecé en la música a los 19 años. Los abusos eran la norma y no la excepción cuando pisabas un estudio de grabación”, dijo recientemente en una entrevista a The Hollywood Reporter.
Por eso siente su propia carrera como una vocación no solo artística, sino también humanitaria. Una forma de dar voz a quienes no la tienen. “Es muy consciente de su papel, de la plataforma que tiene y de cómo los jóvenes —las chicas en particular— se fijan en ella. Sabe el poder y la influencia con la que cuenta y quiere ser generosa con ello”, dice Chris Moukarbel, autor del documental Gaga: Five Foot Two. “Esa es parte de mi atracción hacia ella, que yo también soy uno de los raros. Y me atrae la luz que emana alguien como yo que además triunfa a la hora de hacer el bien”. Su activismo en el colectivo LGBT o desde su organización Born This Way contra el abuso llevan ya mucho camino andado cuando ya queda poco para saber si Hollywood termina de encumbrarla. “Es lo que me hace sentir que todo ha merecido la pena. Los altos y los bajos. Los errores, las caídas y los triunfos me han dado una carrera desde la que ayudar a más gente en el mundo”.
Quizá sean lágrimas de cocodrilo. O discursos para calentar la gala de los Oscar. Pero la meca del cine ha encontrado la estrella que llevaba tiempo buscando.
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