Pocos forenses para tanto cadáver
En la mayor parte de los países africanos no está bien visto tocar a un muerto ni para estudiarlo. La falta de inversión y la herencia cultural lastran esta especialidad, pero una nueva generación de médicos reivindica esta profesión
El pescador aún lleva su mono verde y sus botas blancas. Los brazos caen rígidos sobre la tabla. A sus pies y a su izquierda hay dos bultos pequeños envueltos en coloridas telas africanas. Son dos bebés que no han superado este día, igual que él tampoco ha vuelto a casa tras faenar en el mar. Hasta este minúsculo cuarto llega el olor fétido proveniente de la sala de enfrente, donde una precaria cámara frigorífica funciona a medio gas. Un operario urge al médico que firme los certificados de defunción para desalojar la habitación y dejar espacio a los nuevos cadáveres.
Es la morgue del hospital de Saint Louis, el primero que tuvo Senegal y que da servicio a una población de unas 250.000 personas en esta región al norte del país. Aquí no hay forenses, solo cirujanos que certifican muertes. Con una población de 15,9 millones de habitantes, el país no tiene ni medio centenar de estos especialistas y se concentran casi todos en Dakar. Y es uno de los que más tiene del continente. Según datos oficiales, República Centroafricana (4,7 millones de habitantes) tiene uno, y Benin (11,1 millones) y Togo (7,8 millones), dos. En Costa de Marfil (24,3 millones), la sociedad de médicos forenses se creó en 2015 con siete miembros y pudo equipar sus instalaciones gracias al dinero de la cooperación alemana.
“En la mayor parte de nuestros países, a los muertos no se les toca”, explica Ghislain Patrick Lessène, director del centro de estudios jurídicos africanos, en una conversación telefónica. “Nuestra relación con la muerte no es la misma que en Europa, los médicos claro que queremos estudiar las causas de la muerte, pero muchas veces las familias se niegan”, apunta Ibrahima Konaté, cirujano del Hospital de Saint Louis y profesor en la universidad de la ciudad.
El único que de vez en cuando realiza algo semejante a autopsias en este centro sanitario es el doctor Mohamed Lamine Diao. Tras una mañana extenuante por la operación de un hombre atropellado a primera hora, encuentra unos minutos para hablar en su despacho. “A veces la policía me ha pedido ayuda para analizar algún cadáver, pero yo solo puedo hacer un análisis superficial. Otras veces, cuando queremos profundizar en las causas de la muerte de algún paciente por motivos médicos, también puedo hacer algunas pruebas, o abrir y observar, pero no tenemos ni especialización, ni equipo, ni instalaciones para realizar una autopsia propiamente dicha”, detalla. Las raras veces que el encargado de la investigación policial exige una autopsia, el cuerpo tiene que viajar hasta Dakar. “Recuerdo una ocasión por ejemplo en la que me pidieron analizar el cuerpo de un hombre cuyo coche había volcado en la aduana. Pude dictaminar que tenía una herida de bala en la cabeza”, relata.
La situación en Saint Louis es el espejo de lo que sucede en gran parte del continente africano, aunque Senegal lleva ya diez años formando a médicos en esta especialidad. “La única posibilidad de estudiarla en el África francófona es en la Universidad de Dakar”, apunta Mamadou Lamine Sow, presidente del colegio de forenses de este país y profesor en la universidad Cheikh-Anta-Diop en la capital. “Los costamarfileños, los gaboneses, los burkineses todos se formaron aquí”, señala. El Gobierno incluso aprobó recientemente el llamado Código de la Sanidad, una redacción en la que intervino Sow y que regula “la medicina del trabajo, la psiquiatría médico-forense, la violencia profesional y familiar, incluso la enseñanza sexual y la violencia de género”.
"Nuestra relación con la muerte no es la misma que en Europa, los médicos claro que queremos estudiar las causas de la muerte, pero muchas veces las familias se niegan"
Pero no solo escasean las autopsias, carecer de estos especialistas afecta también a la memoria histórica de un continente con decenas de conflictos armados aún grabados en la retina de sus habitantes. “Los hijos tienen el derecho de saber qué es lo que les pasó a sus padres. Es importante saber qué sucedió a las víctimas para fomentar el espíritu de reconciliación y hay una nueva generación de médicos y científicos que ponen el acento en esto”, puntualiza el doctor Ghislain Patrick Lessène. El médico cuenta su visita al memorial de Ruanda y cómo vio un único cuerpo identificado precisamente con su mismo nombre: “De todos esos huesos, solo se consiguió dar nombre a uno. Las familias merecen memoria”.
Para empezar a revertir esta situación Lessène ha puesto en marcha un programa de formación con el que un contingente de unos 20 o 25 alumnos pasarán varios meses en Suiza para aprender de la mano de profesionales en el Centro Universitario Romand de Medicina Legal, en Lausana. En el proyecto participan dos hospitales del país. "Recibirán clases en la academia de policía, en la sala de autopsias, habrá talleres con jueces y abogados, participará un magistrado de Ruanda y varios expertos les enseñarán cómo recoger y analizar pruebas, aprenderán a hacer análisis toxicológicos y nociones de derecho internacional", enumera el doctor. El programa se desarrollará a final de año y el objetivo es que sean los propios Estados africanos los que se impliquen y designen a las personas más adecuadas para regresar después a sus puestos de trabajo y ser agentes de formación locales.
En África todavía hay una docena de países que aplican la pena de muerte. "La realidad es que en la mayoría de los casos no tenemos los suficientes medios científicos para rastrear y analizar las pruebas y por eso muchos asesinatos siguen teniendo un componente místico, y hay lapidaciones, eh...", relata Lessène. "Existe mucha venganza y justicia popular. También hay muchas torturas para conseguir que un detenido confiese el crimen y así resolver la investigación. Las mujeres tampoco disponen de pruebas para demostrar el maltrato del marido", se extiende. Hace menos de un año, el caso de Noura Hussein Hamad fue objeto de movilización internacional al haber sido condenada a muerte por apuñalar a su marido después de que este la violara.
Durante la última conferencia de la Sociedad Africana de Medicina Forense, el portavoz del comité internacional de Cruz Roja, Patrick Megevand señaló el carácter humanitario de esta especialidad y se refirió a las identificaciones de los cuerpos de aquellos que no superan la travesía de la migración. "El desarrollo de capacidades forenses a nivel nacional en África, en asociación y en colaboración con otros países a nivel global, es esencial para permitir que las familias reciban un mejor apoyo cuando llega la desgracia. Hay que trabajar a nivel transregional en temas como la migración", detalla Megevan vía mail.
Insa Wade preside una asociación de familiares de desaparecidos en el mar. Casi todos los que la componen son parientes de un grupo de migrantes cuyo rastro se perdió a bordo de un cayuco una mañana de 2012. Todos de Gandiol, una aldea a apenas 15 minutos de Saint Louis. Al volver del rezo en la mezquita, sentado en su patio y con gafas de sol, cuenta su historia: "Nadie sabe qué pasó o dónde acabaron. De vez en cuando nos reunimos para saber si se ha avanzado algo, pero solo obtenemos apoyo de Cruz Roja". Explica que cuando aparecen cuerpos en la playa, los bomberos o la policía intentan indagar sus identidades, pero muy pocas veces da resultado. "En ocasiones el dueño del cayuco informa en Facebook de que su barco ha naufragado y que si alguien quiere información puede llamar a un teléfono que pone", detalla.
"Cuando aparecen cuerpos en la playa, los bomberos o la policía intentan indagar sus identidades, pero muy pocas veces da resultado"
Esta rama de la medicina no solo hace hablar a los muertos y el hecho de que no exista deja desprotegidos a otros sectores de la sociedad. "También protege a la sociedad, sobre todo a las mujeres maltratadas, a los niños y a las personas mayores y tiene una rama de seguros. Sirve para que los seguros paguen indemnizaciones por los accidentes de tráfico", enumera Mamadou Lamine Sow.
Saliendo de la morgue, y poniendo rumbo de nuevo a los boxes de operaciones el doctor Mohamed Lamine Diao cuenta que en breve viajará a Extremadura para acudir a un seminario médico. "Los profesionales que estamos en las regiones queremos aprender. Para mí la clave pasa por dar formación a aquellos que ya están en el territorio".
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