El ‘jogging’ derivó en un paseo limpio
El profesor Cheikh Sarr ha adecentado un tramo del muelle Quai Rome en la isla de Saint Louis con limpieza, arbolado e iluminación
Calmado, pausado, riega tranquilo una palmera que crece en el muelle Quai Rome de la isla de Saint Louis, en Senegal. La rodea una malla alta para protegerla de las manos de los niños que rompen las hojas. Con una cuerda atada a un cubo coge agua del río Senegal y va volcándola en el alcorque. El doctor en Ciencias Políticas y Derecho Cheikh Sarr, jubilado desde hace cuatro años, cuida así, con su gorra de propaganda y su polo marrón, la rehabilitación que ha realizado en el paseo costero. Cuenta que ha limpiado cerca de un kilómetro de basura, ha plantado árboles, arreglado las farolas y colocado bancos. "Fue un día, después de hacer jogging por aquí, que vi que estaba todo demasiado sucio, con mucha basura. Y pensé que hacía falta que hiciera algo por mi ciudad", señala el profesor, que reside en una de las casas que dan al muelle en el que ahora los jóvenes pasean, charlan y rezan.
En la isla de la ciudad de Saint Louis, patrimonio mundial de la Unesco, se ven más papeleras que en otros puntos de la urbe, que apenas cuenta con tres camiones de basura para 250.000 habitantes, pero aun así, los restos se acumulan por sus calles y el agua del río. "Es que después los pescados se comen los plásticos y eso no puede ser", dice. E interrumpe su frase para reñir a una vecina que vuelca botellas, bolsas y esponjas directamente al caudal. "Hay que cambiar la mentalidad de la gente, ahora mismo no es buena", prosigue mezclando frases en inglés y francés. "Y hay que hacerlo poco a poco", indica. "Cuando empecé a limpiar la gente me decía que estaba loco, pero he proseguido", dice, y añade que hubo algunas personas que se unieron a su causa. "Pero no muchas", matiza.
"Hay que cambiar la mentalidad de la gente, ahora mismo no es buena", dice el profesor
Cuenta que una de ellas fueron los dueños de los barcos que atracan en la zona y una señora senegalesa que le donó unos bancos compuestos por tubos que ahora lucen anaranjados frente al río. "Pero no son muy sólidos, tengo que ver cómo resolverlo", titubea. Asegura que la tarea de adecentar el espacio le ha llevado también a mejorar las luminarias, buscar farolas por varios sitios de la ciudad y arreglar el tendido eléctrico para iluminarlo. "Al atardecer se encienden muchas de ellas", avanza el incombustible profesor, que presume de que el alcalde de la ciudad ha ido a ver cómo ha quedado su trabajo. "El Ayuntamiento me facilitó algunos fondos para comprar escobas y algo de material. Necesitaba ayuda para comprar 22 árboles y cocoteros", comenta Sarr, que anima a buscar fondos donde sea. Tras el adecentamiento realizado ha creado en 2018 una asociación llamada Les berges de l'île de Saint Louis (Los márgenes de la isla de Saint Louis), pero reconoce que no se han apuntado demasiadas personas. "Pocas", se limita a decir. Suple las ausencias cuidando él este paseo todos los días. Al fondo, unos chavales jóvenes pasan la tarde en un agradable entorno.
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