¿No hay escritoras de calidad para la Bienal Vargas Llosa?
La escasez de mujeres en cualquier convocatoria no se debe a que no existan, sino a que no se las mira y no se las ve
Asomarse a la literatura y no ver a mujeres es como asomarse a la calle y no verlas. O no ver hombres. O abuelos. O niños. O patinetes. El director de la Cátedra Vargas Llosa, J.J. Armas Marcelo, ha asegurado que la Bienal de Novela que se celebra estos días en México con el nombre del nobel de Literatura no ha seguido otro criterio que el de “la calidad literaria”. Que equivale a decir que, entre todas las escritoras que han publicado libros en los dos últimos años, no hay una calidad digna de medirse con la de los finalistas del premio que concede el festival. Ha sido su respuesta al manifiesto de decenas de autoras, autores, editores y agentes de ambas orillas contra “el machismo literario” en un festival con una proporción de tres mujeres ponentes frente a 13 hombres, una mujer miembro del jurado frente a cuatro hombres y una finalista frente a cuatro hombres.
Comenzar aquí a citar a escritoras con calidad pareja o superior a la de los hombres presentes en esta Bienal no solo desbordaría el espacio de este acento, sino que sería absurdo. El debate necesario es sobre géneros literarios, tendencias, tramas, voces y calidades, y no sobre géneros femenino o masculino como si estuviéramos repasando gramática. Pero a veces no queda más remedio. La escasez de mujeres no es cuestión de calidad, obviamente, sino de mirada. Todo el que mira el mundo lo ve: la literatura de calidad está repleta de mujeres. Pero para eso hay que mirar. Los lectores y lectoras lo hacen. Las instituciones, no siempre.
Hay tres reacciones habituales entre quienes no han incorporado aún la diversidad en sus convocatorias: la primera es el argumento de la calidad, que ya hemos visto que es cuestión de mirada, no de ausencia. La segunda es la de que ellas no quieren, un clásico al que también ha recurrido Armas Marcelo al asegurar que varias fueron invitadas y lo desecharon; la solución es fácil: busquen más y mejor. La tercera es devolver esta pelota: ¿acaso queréis estar por cuota? ¿ganar con la sospecha de que estáis ganando por mujer, rellenando una casilla de la corrección política? Como si esto les hubiera importado cuando la cuota era del casi 100% de hombres porque sí.
Hay una cuarta opción, y es la autocrítica, el cambio de mirada. Deberían probarla. Algunos ya lo han hecho y nada se ha roto.
Y, por supuesto, que gane el mejor.
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