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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cambio en Irlanda

Tras las elecciones del domingo, la república irlandesa abandona un bipartidismo histórico

Seguidores del Sinn Fein celebran en Cork los resultados electorales con uno de sus diputados.
Seguidores del Sinn Fein celebran en Cork los resultados electorales con uno de sus diputados.Yui Mok/PA Wire/dpa

El histórico bipartidismo irlandés se ha convertido en un tripartidismo inexplorado. El Sinn Féin, el brazo político de la organización terrorista IRA durante décadas, ha logrado en las elecciones generales del pasado sábado un enorme apoyo que lo ha situado en un plano de igualdad con las dos grandes formaciones del país: el Fianna Fáil y el Fine Gael. Fianna Fáil, de centro izquierda, gestionó los años de rescate y austeridad impuestos a la república irlandesa, cuando la crisis financiera desmoronó el milagro económico del Tigre Celta. A punto estuvo de desaparecer de la escena política. Fine Gael, el partido del primer ministro, Leo Varadkar, de tendencia liberal, fue incapaz de aprovechar con la celeridad debida la recuperación económica para corregir las carencias en infraestructuras y servicios o las desigualdades sociales del país. Varadkar gestionó bien la amenaza del Brexit, y las estadísticas muestran un país que vuelve a crecer con fuerza, aunque en el último año se haya enfriado el ritmo.

Muchos ciudadanos, sin embargo, no han percibido la mejora. El número de ellos que vive de alquiler, porque comprar una casa se ha vuelto prohibitivo, supera la media del resto de la Unión Europea, y las rentas llevan años disparadas. Han sido la vivienda, la sanidad y la amenaza de subir la edad de la jubilación los principales factores que han movido al voto. Y el Sinn Féin ha logrado presentarse como el protagonista del cambio anhelado. Veinte años de paz y una dirección renovada han logrado cambiar la imagen de un partido que, sin embargo, sigue sin saldar cuentas ante la opinión pública por su pasado y mantiene oscuros lazos de servidumbre con el IRA, que no termina de desaparecer de escena. Su programa electoral, con elevadas promesas de gasto público y aumento de impuestos, despierta recelo e incertidumbre en el mundo empresarial.

El escenario político irlandés se presenta complejo. Los resultados electorales señalan que solo sería viable un Gobierno que sume al menos a dos de los tres grandes partidos. Fianna Fáil y Fine Gael saben que una gran coalición entre ambos podría ser la puntilla definitiva del bipartidismo, y a la vez rechazan unir su destino al del Sinn Féin. Y este último teme que sus electores no le perdonen una alianza con el viejo sistema, pero no desea perder la oportunidad de integrarse en las instituciones. El modelo de partidos irlandés ha sufrido finalmente la crisis de otros países europeos, en la que lo viejo no desaparece del todo y no se acaba de dar con la respuesta para gestionar un tiempo nuevo.

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