Los últimos días de vida de Fran Álvarez
El camarero, pareja durante una década de Belén Esteban, de quien se divorció en 2012, luchaba sin éxito contra sus adicciones hasta que su cuerpo no pudo más
Los días previos a su fallecimiento, Fran Álvarez caminaba por las calles del madrileño barrio de La Elipa desorientado, cansado, con la mirada perdida y borracho. En ese mismo lugar, donde vivió toda su vida —a excepción de los años que pasó con su entonces esposa Belén Esteban en el municipio madrileño de Paracuellos del Jarama— fue hallado muerto el pasado domingo 9 de febrero. Tenía 43 años. Desde entonces, el bar de sus padres ha permanecido cerrado y por las calles aledañas los vecinos comentan la triste pérdida de un hombre joven, de profesión camarero y famoso por amor y obligación.
Álvarez y su madre, Maruja, solían peinarse y cortarse el pelo en Niña Alta Peluquería. Una de sus encargadas, Grecia Ramírez, explica con los ojos húmedos y mirando a un lado: “Ya últimamente no era Fran”. La última vez que lo vio fue el jueves 6 de febrero, cuando Ramírez se acercó con su hijo a una tienda de alimentación de la zona y coincidieron con el camarero, que iba a comprar algunos productos para cenar: “Me abrazó y me dio dos besos y a mi niño también”. Álvarez era muy cercano con la gente del barrio y a veces comía con el hijo y el sobrino de la peluquera.
Ramírez notó en aquel último encuentro que el camarero estaba “triste”. Los problemas que tenía con el alcohol y las drogas eran de sobra conocidos en el barrio y en su familia. “Esos padres hicieron lo imposible, pero él ya no se dejaba ayudar”, lamenta la mujer que, con la voz entrecortada, comenta que todavía no ha tenido oportunidad de darles el pésame. Álvarez murió en la madrugada del sábado 8 de febrero, aunque no descubrieron su cuerpo hasta el domingo al mediodía. Según fuentes policiales, todo indica que se trató de una muerte natural. Su cuerpo reventó tras una vida de excesos. Pero habrá que esperar al menos un mes para conocer los resultados definitivos de la autopsia.
Álvarez no estaba viviendo su mejor momento, pero nadie pensó que su historia iba a acabar así. El año pasado, el camarero estuvo algunos meses ingresado en el centro que la ONG Proyecto Hombre tiene en Burgos. Fue expulsado del programa de desintoxicación por incumplir las normas y recientemente quiso volver a intentarlo, pero no le admitieron. Este diario se ha puesto en contacto con la organización, que ha preferido no tratar el tema para respetar la privacidad de sus pacientes.
Últimamente, Álvarez estaba dedicado al bar de sus padres y poco más. A veces, cuando le tocaba cerrar el establecimiento, se iba a un local cercano, Los galanes, a tomar unas copas. Andry Carrero, una de las empleadas de este último bar, cuenta que Álvarez solía pedirles ayuda cuando les faltaba alguna bebida o viceversa: “Nos apoyábamos mutuamente como gente de bar que somos”. Hace unas semanas, Álvarez fue a almorzar allí. Se le veía bien. Pero los últimos días “estuvo fatal” y también “en estado ebrio”.
El camarero deambulaba perdido entre los portales de su torre de pisos, en el cruce de las calles del Apóstol Santiago y de Cyesa. En la madrugada del viernes 7 de febrero, Álvarez, bajo los efectos del alcohol, se desorientó y quiso entrar en el domicilio de Carrero pensando que era el suyo. La hermana de la joven, Betty, fue quien le hizo ver que estaba equivocado. Aquella fue la última vez que le vieron.
Muchos vecinos no quieren hablar “por respeto a la familia” y dolidos por la pérdida de alguien con el que solían coincidir a diario. Insisten en que era un hombre bueno, cercano, con gran sentido del humor y muy humilde. Su actitud abierta, su disponibilidad a ayudar a los demás y el hecho de vivir y trabajar en la misma zona provocaban que fuera conocido por todos. Una preocupación por el vecino que es extraña en la capital, pero que en los barrios más modestos aún se mantiene.
Durante los años en los que estuvo con Belén Esteban, con la que se casó en 2008, era frecuente verle perseguido por los periodistas. Él se mostraba discreto respecto a su vida personal a pesar de alguna que otra entrevista que concedió. Estuvo a punto de participar en Supervivientes, programa de Mediaset, pero finalmente no lo hizo.
Aunque más alejado del foco mediático que en años anteriores, la noticia de su muerte ha sido un recordatorio de la tormentosa relación con Esteban, que terminó en 2012, y las adicciones de ambos. Sobre esto habló de forma más distendida con la revista Lecturas: “Es difícil salir del infierno, pero estoy luchando para conseguirlo. Ahora estoy aprendiendo a vivir. No puedes bajar la guardia, esto es algo que no se acaba. Tengo que luchar cada día como si fuera el primero. Tuve una recaída. A mi madre le dio un ictus, la encontré en la cama. Me entró la depresión”.
El pasado domingo, Aurelio Manzano, amigo de Álvarez, confirmó su muerte en Telecinco: “Hace unas horas se lo encontraron sin vida en su casa. Él tenía que ir a trabajar hoy y no fue. Mandaron a una de las empleadas del bar y cuando ha abierto la puerta se lo ha encontrado sin vida encima de la cama”. Su madre tuvo que ser atendida por el Samur y el martes, todavía afectada por lo ocurrido, no pudo asistir a su funeral, celebrado en el cementerio de La Almudena. Sí que estuvo presente su padre, Amaro, convaleciente de un cáncer, y su novia Nuria, cuyo dolor fue captado por las cámaras. Esas que siempre perseguían al camarero más famoso, sin querer serlo, de La Elipa. Un amigo de él resumía así lo sucedido: “Hizo el bien a todo el mundo menos a sí mismo”.
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