¿Ha venido el teletrabajo para quedarse?
El ensayo de convertir la casa en el espacio laboral no se ha desarrollado en las mejores condiciones. Solo el tiempo aclarará las cosas
Dentro de unos años, la respuesta para muchos será muy fácil:
—¿Qué hacías durante el confinamiento del coronavirus?
—Trabajar en casa, vamos, teletrabajaba.
Habrá quien recuerde que aprendió a hacer pan; otros, bizcocho. Y quienes intentaron hacer una mona de Pascua para sus hijos. Algunos podrán recitar las listas de series de Netflix o HBO que se tragaron en el sofá en días interminables confinados en casa. Pero los que tienen un empleo que les permite trabajar desde su hogar no tendrán que pensar mucho. La contestación será sencilla: teletrabajar durante muchas horas al día sin una frontera clara de dónde empieza y dónde acaba la jornada laboral.
En España no muchos podían recurrir hasta ahora a esta fea palabra para hablar de sus condiciones de trabajo. Solo el 4,8% de ocupados trabajó el año pasado más de la mitad de los días laborables en su casa. O apenas el 3,5% lo hizo ocasionalmente. Y en ambos casos son las cifras más altas desde que se mide este fenómeno. Pero esos números subirán bastante, al menos cuando el INE vuelva a medirlo para 2020… y seguro que en los siguientes. La incógnita es cuánto subirá a partir de 2021.
“Hasta ahora era visto como una herramienta que se utilizaba para ofrecer valor al empleado”, explica Jaime Sol, socio responsable de People Advisory Services de EY. Dicho de otra forma, con poco o ningún coste los jefes podían recompensar a los trabajadores con algo más que el sueldo. Pero el confinamiento ha obligado a las empresas que podían a ensayar el teletrabajo en masa y a toda prisa. También la Administración ha corrido para no caer en el colapso absoluto, olvidando los tiempos geológicos con que suele moverse.
Y ahí donde se ha puesto en marcha se sacarán conclusiones, desde luego no en la industria o en otros trabajos manuales. Pero sí se aprenderán lecciones en actividades muy vinculadas a los servicios y a sus centros de trabajo. Aunque las condiciones para el ensayo no son las mejores, como subraya muy escéptico Adrián Todolí, profesor de Derecho Laboral de la Universidad de Valencia: “La gente se ha puesto a trabajar en casa, pero al mismo tiempo tiene que atender a los niños, y le faltan materiales y herramientas. La tecnología para hacerlo ya estaba, ¿por qué entonces no lo han hecho las empresas?”.
Ese algo más supone que cuando acabe el confinamiento será más fácil ver a oficinistas o consultores que se quedan un día o dos a la semana en casa —esta vez sin niños—. “Había una barrera cultural”, admite Jaime Sol, y a la fuerza se ha derribado. Pero antes las empresas tendrán que sacar conclusiones y elaborar protocolos para que ese trabajo remoto no se haga a costa de la eficacia. Hasta ahora, pocas estaban listas para eso.
Por eso puede que el ensayo masivo de teletrabajo sea solo un espejismo que se diluye conforme podamos volver a salir a la calle o hasta radicalmente si la vacuna contra el coronavirus llega pronto. Aunque por el momento, como advierte Sol, es importante sacar una primera lección de este ensayo masivo: “Hay que adoptar una disciplina de teletrabajo. Es importante tener un tiempo de trabajo y otro de descanso".
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