16 fotosCoronavirus rima con hambreLa covid-19 ha aumentado los niveles de inseguridad alimentaria, desnutrición y obesidad en México, sobre todo entre los niñosEl PaísChiapas - 25 mar 2021 - 09:36CETWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceUn niño cargado de leña camina por una vereda de Chilón, en Chiapas, México. Este municipio es tristemente célebre por aportar el mayor número de personas con hambre en México. Con la llegada de la pandemia y las consiguientes crisis sanitaria y económica, la pobreza ha aumentado y la inseguridad alimentaria también es mayor.César RodríguezMario Manuel López Flores, dentro de su casa en Chilón, Chiapas. La pandemia ha asentado un duro golpe a familias como la de este hombre. Cuando la economía se paró con las medidas de contingencia impuestas por las autoridades, muchos trabajadores humildes quedaron sin empleo, sin ingresos y con la desesperación de hallar alimentos para sus hijos. Este hombre y su esposa tienen seis niños.César RodríguezDos de los hijos de Mario Manuel López Flores, en Chilón, Chiapas. Los niños no van a la escuela, porque las autoridades de educación mexicanas cerraron los colegios como medida para evitar contagios, por lo que los más pequeños se han quedado en casa y ayudan en las tareas del hogar. En estas comunidades habitadas mayormente por indígenas, la deserción escolar es una realidad debido a la pobreza: las familias no cuentan con los recursos para enviar a sus hijos a clase, y los niños se unen al trabajo, ya sea en el campo o dentro de casa. Tampoco hay un incentivo para enviarlos al cole, debido a que no existe un programa de comedores en las escuelas, donde a los niños, por lo general, no se les proporciona un menú, sino que deben llevar sus propios alimentos o los padres les dan dinero para comprar en las barras que tienen permiso de vender productos alimenticios dentro de los recintos escolares.César RodríguezMerienda para los niños de la familia de Mario Manuel López Flores, en Chilón, Chiapas. Unicef ha alertado de que la llamada carencia alimentaria, es decir, la incapacidad para cubrir una alimentación suficiente y de calidad en el hogar, representa un problema en el país.César RodríguezRecipientes llenos de agua de la familia de Mario Manuel López Flores, en Chilón, Chiapas. Un año después del estallido de la covid-19 la situación está peor: antes de la pandemia, el 20% de la población sufría carencia alimentaria y ahora hay un 50% con inseguridad alimentaria grave o severa.César RodríguezUno de los seis hijos de Mario López Flores, cuya alimentación depende del trabajo de su padre en la limpieza del campo y del de su madre, limpiando casas y lavando ropa. López cosecha maíz y frijoles en una pequeña parcela que alquila en las afueras de Chilón y con la cosecha anual, además de pagar la renta del terreno, debe guardar suficiente grano para alimentar a la familia.César RodríguezTres niños corren por Chilón. La pandemia tiene una estrecha relación con la mala nutrición, sobre todo por la reducción de ingresos y la pérdida de empleos, porque el poder de compra de las familias ha bajado y eso aumenta la inseguridad alimentaria. En México, el 14% de los niños menores de cinco años sufre desnutrición crónica, y el sobrepeso y la obesidad se han incrementado en todas las edades, según la ONU.Juan Sánchez Gómez y su esposa posan para un retrato dentro de su casa, en la comunidad del Chilón, Chiapas. La crisis desatada por la pandemia del nuevo coronavirus amenaza con aumentar el hambre a escala mundial. El pasado otoño, el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas alertó de que unos 265 millones de personas están amenazadas por la inseguridad alimentaria, agudizada por las pérdidas de ingresos de las familias, principalmente en países pobres. Los más vulnerables son los niños. En la imagen, otro de los hijos de Mario Manuel López Flores.César RodríguezRecipientes con comida de Juan Sánchez Gómez. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de 2020 revela que el 8,4% de los niños menores de cinco años sufre sobrepeso, un aumento de dos puntos porcentuales con respecto a los datos de 2018. Además, el 13,9% tiene baja talla, y otro 4,4%, bajo peso. El 1,5% de ellos padece la llamada emaciación, es decir, que su peso está por debajo de lo normal y se enfrenta a un riesgo elevado de muerte.César RodríguezEn La Frontera, un barrio pobre de Chilón, Rosa Méndez, de 38 años, cocina sobre el fogón unas hierbas que ella llama hojas de mora y que crecen de forma salvaje en las milpas. Mientras hierven sobre el fuego alto de la leña, Méndez explica que la variedad de alimentos se ha visto reducida para su familia desde que su esposo dejó de enviar dinero.César RodríguezDentro de la cocina de Méndez. Las hojas de mora son la comida del día, que acompañará con tortillas de maíz. Tienen un sabor amargo, disipado por la sal con la que son cocidas.César RodríguezLa mayor parte de los vecinos son indígenas tzeltales, que hablan su propio idioma y se comunican con dificultad en español. Es gente huraña, apegada a la religión –católica y evangélica– y a sus ritos ancestrales. La mayoría lucen ropas tradicionales desgastadas y caminan descalzos.Vistas a la carretera de Ocosingo, en Chiapas. Los vecinos dicen que no llega ninguno de los programas sociales que son el estandarte del Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.Sebastiana Alvarado Guzmán, de 67 años, en la cocina de su casa en Chilón. A sus pies está Pablo, su hijo de 33 años, discapacitado. El hombre no puede caminar, se arrastra, no habla y reclama la atención de la madre con gritos. Sebastiana no sabe decir qué es lo que sufre.El trabajo en este municipio rezagado no abunda y más tras la crisis desatada por la pandemia. La principal actividad económica de esta región es el cultivo de café, que aporta la mayoría de los ingresos que recibe el gobierno local, en manos de Esmirna Vera, alcaldesa interina. A ella le toca administrar la pobreza, porque el alcalde, Carlos Giménez, se ha lanzado a una campaña de reelección por Morena, el partido oficialista.La vicealcaldesa Esmirna Vera menciona proyectos que impulsa la Secretaría del Bienestar, entre ellos mejoras de viviendas, pero en La Frontera las casas siguen siendo precarias.