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VIAJEROS URBANOS

Paseo por Gijón con el Sr. X

Su rastro se puede seguir a través de grafitis cargados de humor e ironía

Pablo Picasso con un espray de pintura, imaginado por Sr. X en Gijón.
Pablo Picasso con un espray de pintura, imaginado por Sr. X en Gijón.

Al Sr. X no le salen con facilidad las palabras. Por no decir, no dice ni su nombre y su origen lo sitúa en la Interzona, ese no lugar imaginado por su admirado William Burroughs. El Sr. X tiene su propio lenguaje, pero en lugar de palabras utiliza espray y pinceles. Sus ideas transitan de madrugada por aceras y paredes en forma de grafitis que animan las calles de Gijón con arte e ironía, pero también se puede seguir su rastro en París, Madrid, Barcelona y Colonia.

Para sus trabajos emplea el stencil, plantillas que se adhieren a la pared y se pulveriza aerosol encima. “Es la forma más antigua de pintar. Es la pintura de las cavernas, donde el contorno de las manos era la plantilla”, explica. Sus intervenciones rondan la treintena, aunque vienen con fecha de caducidad. Desaparecen con frecuencia bajo la bayeta de la autoridad. “Es efímero, lo borran, bien, así el street art se va renovando”, admite. Nocturnidad y anonimato acompañan a este artista urbano mientras trabaja, pero su fugaz galería merece un paseo a la luz del día por la ciudad asturiana.

En el paseo nos encontraremos, en la Playa de Poniente, con una chica que desde el borde de una alcantarilla parece sugerir que en cualquier sitio uno puede sentirse como en casa. Una puerta al submundo por la que, si permanecemos atentos, veremos deslizarse a un cocodrilo en las cercanías del Club de Vela.

El recorrido prosigue por el Puerto Deportivo hasta la Punta de Lecquerica, donde la mirada de la chica de Bowman sobrevuela la bahía. Es este uno de los rincones favoritos del Sr. X, que manifiesta su atracción “por los sitios degradados, por la textura de lo viejo”. Y allí donde el mar castiga al malecón intercambiaban opiniones Alf y Bukovsky. “Pues yo prefiero a Ken Follet”, proclamaba el extraterrestre. Un fascinante collage urbano que avanza entre farolas camufladas como habanos, ilustraciones de El Principito en señales de tráfico y mensajes contra la sociedad de consumo.

Carácter reivindicativo, pero con humor: “Son pequeños gags visuales, para que la gente los vea y se alegre un poco”, propone su autor. El Arte Pop, la Generación Beat o Camilo José Cela son algunos de los referentes privados de este señor del arte urbano, el mismo que imaginó a Picasso con un espray en la mano.

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