El cine sobre Berlín
Diez lugares para cinemaniacos en la capital alemana en pleno furor por la Berlinale
Por sus cines las conoceréis. Las ciudades también pueden ser cinéfilas y un paseo por Berlín refleja una nada oculta pasión por la cultura cinematográfica. Los berlineses siguen yendo al cine como si no hubiera mañana, como si no hubiera descargas en Internet. El respeto por el kino alcanza el paroxismo en febrero (del 6 al 16 de los corrientes), durante la Berlinale, el festival de la ciudad cinemaníaca.
01 Filmhaus
Potsdamer Platz, la zona que mejor representa la transformación que supuso la reunificación, el espacio arquitectónico que más a lo bestia demuestra el impulso grandilocuente en la adopción de la modernidad como etiqueta de calidad berlinesa tras la caída del muro. Este es también el centro cinéfilo de la capital de Alemania. Tras los rascacielos, en el edifico Sony, con pantalla a lo Blade Runner, nos encontramos con la Casa del Cine (Filmhaus): el Museo del cine y la televisión, la Filmoteca alemana y la Escuela de cine, todo entre una atmósfera tecnocibernética que ya forma parte del tópico del Berlín del siglo XXI.
02 Zoo Palast
Sede histórica y estampa festivalera tradicional (fondo televisivo de las míticas entradillas del periodista Antonio Gasset) durante 40 años de la Berlinale, este cine hoy distraídamente lujoso, postracionalista, inaugurado en 1957, expone su nobleza frente a la iglesia del Kaiser Guillermo, en Kurfürstendam, en el Oeste más comercial. Heredero de la cuna de las proyecciones del Expresionismo alemán y del templo del nazismo cinematográfico de Goebbels, destruido por los bombardeos aliados. Un clásico olvidado, que va a volver a las proyecciones del festival. Sus matinées son un gustazo.
03 Studio Babelsberg
Modernos herederos de los estudios de la UFA en Potsdam, aquí fue donde Murnau rodó Metropolis en 1927 y donde Leni Riefenstahl planificaba sus películas de apología aria. Infrautilizado en tiempos de la RDA, en los 90 volvió por sus fueros: a menos de una hora de Berlín, son los estudios cinematográficos más grandes de Europa, un rincón de Hollywood en Alemania: aquí han rodado recientemente Tarantino (Malditos bastardos), Clooney (Monuments Men) y Wes Anderson (The Grand Budapest Hotel). Recomendable tour para cinéfilos mainstream.
04 Marlene Dietricht Platz
Plaza dedicada al Ángel azul muy cerca del Film Haus. Aquí se levanta el moderno Theater Am Potsdamer Platz, proyectado por Renzo Piano, donde se celebran las galas del festival de cine. Berlinesa de nacimiento (del barrio de Schöneberg, en cuyo cementerio yacen sus restos), Dietricht (1901-1992), musa de Von Sternberg, icono de la moda, de la ambigüedad sexual (ella y sus piernas) y del Hollywood comprometido con la causa antinazi, fue la imagen de la nostalgia por un Berlín libre del que nunca volvió a disfrutar.
05 Siegessaule
La columna de la Victoria, en pleno Tiegarten, pulmón verde berlinés, conmemora la victoria de Prusia y sus aliados austrohúngaros sobre Dinamarca en la guerra de los Ducados de 1864. Wim Wenders, cineasta alemán en activo de mayor prestigio, cumplió el sueño de cualquier artista: cambiar el sentido de la realidad con su obra. La victoria alada de la avenida 17 de junio, esa que mira hacia la Puerta de Brandemburgo, ya no evoca la sangre. Hoy es un símbolo de paz gracias a los ángeles que sacrifican sus alas por la humanidad en el blanco y negro de El cielo sobre Berlín (1987), estampa inolvidable para un paseo en color.
06 Alexanderplatz y Checkpoint Charlie
Los dos iconos turísticos a uno y otro lados del muro son también escenarios cinéfilos de calado. La gran plaza dura de la ciudad, Alexanderplatz, con su megalomaníaca torre de comunicaciones y su aspecto de espacio perfecto para desfiles militares, es hoy un macrocentro comercial. Quizá por ese cariz de meeting point populachero fue escenario de las correrías de Matt Damon en El mito de Bourne, la mejor cinta de la saga. En la frontera con el antiguo Oeste, encontramos el Checkpoint Charlie, monumento berlinés al souvenir, donde ninguna producción sobre espionaje rodada en la ciudad ha podido evitar caer: Roger Moore, 007 de Octopussy, y el Michael Caine de Funeral en Berlín pueden dar fe.
07 Kino International
Icono del cine de la Alemania Oriental, alfombra roja oficial de la RDA, uno de las salas con más encanto del mundo. A un paso de Alexanderplatz, en Karl-Marx-Allee, el cine Internacional adorna una de esas inmensas avenidas congeladas en el tiempo, heredadas del Telón de Acero, que tan bien engrisecían el filme La vida de los otros (2006). Vistoso edificio de cristal y piedra con esculturales relieves comunistas, el interior merece una visita por su decoración minimalista, de mobiliario y lámparas sesenteras, tan de moda hoy: quizá por eso es una de las sedes de la Berlinale desde la reunificación.
08 Antiguas oficinas de Coca-Cola
Abandonado en 1992 por la multinacional de la fórmula secreta (otro buen argumento para una película berlinesa de espionaje) y cinematografiado por Billy Wilder, berlinés de adopción, en esa maravilla de la comedia universal titulada Uno, dos, tres (1961), el retrato más amable y chispeante de la ciudad dividida por la Guerra Fría. El gran James Cagney, delegado de Coca-Cola en Berlín, ocupaba un despacho en el 224 de Hildburghauser Strasse, sede real de la compañía, que luce hoy un abandono pinturero, de aspecto okupa, muestra del olvido de esta zona del Oeste que padeció el traslado de los centros de poder a las nuevas zonas abiertas tras la caída del Muro.
09 Aeropuerto Tempelhof
Clausurado en 2008, su arquitectura varias veces reformada sigue insinuando el plan de Albert Speer, arquitecto de Hitler, para ordenar el urbanismo de la capital del Tercer Reich. Un escenario perfecto para que Spielberg desplegase el dirigible nazi en Indiana Jones y la última Cruzada (1989) y para celebrar eventos: hoy es un gran centro empresarial y lúdico rodeado de un parque que conserva el eco del final de la wilderiana Uno, dos, tres.
10 Film Kunst 66
Ejemplo envidiable de coqueta cineteca con café, de pequeño cine de barrio burgués, un mito perdido, un lujo al alcance sólo de países culturalmente avanzados donde la piratería no hace estragos. Situado en una de las calles más tranquilas del ensanche, entre barcelonés y neoyorquino, de Charlottenburg, cerca de Savigny Platz, esta sala combina los grandes títulos en V.O. con las producciones que rompen en la Berlinale, el festival que se diferencia del resto por su apuesta por el compromiso humanitario y el cine de calado social, un certamen a la altura de la capital más cinéfila de Europa.
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