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13 planes para escaparse de Nueva York De la región de las Mil Islas, en el río San Lorenzo, a los bosques del valle del Hudson y las playas de los Humptons, en Long Island, pistas para descubrir los alrededores de la Gran Manzana Hay mucho que ver en el Estado de Nueva York. Desde la animada ciudad de Buffalo (a pesar de sus rigurosos inviernos) y las Mil Islas del río San Lorenzo en el norte, hasta descubrir el poder del agua, absolutamente protagonista en la región de Finger Lakes (en la foto). Dennis Macdonald/getty Aunque incluye, técnicamente, a los barrios de Brooklyn y Queens, todo el mundo considera que Long Island empieza donde acaba la ciudad de Nueva York. Aparecen dunas barridas por el viento (en la imagen, costa de Westhampton), lujosos resorts de playa, las bodegas o los puertos pesqueros y balleneros del siglo XVII que explican por qué sus admiradores también la llaman 'Strong island'. Christian Zanetis/getty En la costa norte de Long Island, conocida como Gold Coast y relativamente próxima a la ciudad de Nueva York, veraneaban familias como los Vanderbilt, los Chrysler y los Guggenheim –incluso el Gran Gatsby– en los locos años veinte del siglo pasado. Aunque actualmente parece un barrio residencial, aún quedan mansiones de aquella época (en la foto, Phipps House) que inspiraron a Francis Scott Fitzgerald en su obra cumbre. littleny/istock Frente a la exclusividad del norte, al sur de Long Island aguardan playas más populares (accesibles en transporte público), así como las heladerías, bares y restaurantes de Long Beach y el desenfadado ambiente gay de la playa de Fire Island, en cuyo extremo oeste el puente Robert Moses (en la foto) cruza toda la bahía. Vicki Jauron/getty La gente bien de Nueva York veranea en los Hamptons: a dos horas de Manhattan puedes cruzarte con Spielberg, las hermanas Hilton o Madonna, aunque tras la fama y las 'celebrities' hay una larga historia cultural (aquí vivieron importantes escritores y artistas). Los nuevos ricos prefieren pueblecitos Montauk o East Hampton (en la foto), en los hasta hace pocos años solo había pescadores y surfistas. Paul Taggart/getty Hay algunas atracciones culturales que uno no espera en una zona de playa como los Hamptons. Por eso, visitar el Parrish Art Museum (en la foto), una institución que ocupa un largo y elegante granero en Southampton, proyectado por Herzog & De Meuron, sorprende casi tanto como la obra de los artistas locales expuesta en su interior: Jackson Pollock, Willem de Kooning o Chuck Close. Sonia Moskowitz/Getty Para ver más de Pollock, se puede (con reserva previa) visitar su cercana casa estudio, en East Hampton. Jason Andrew/Getty Al este de Southampton, el antiguo pueblo ballenero de Sag Harbor, con muchas casas antiguas y sitios de interés, como el Whaling museum, permite el acceso a Peconic Bay y, cogiendo un ferri, a la adormilada Shelter Island (en la foto), ocupada en buena aparte por una reserva natural (Mashomack) con senderos para hacer excursiones. Getty Hace algún tiempo, el pueblo de Mountauk era el vecino humilde y tranquilo de los Hamptons, pero la variopinta mezcla de residentes pescadores y surfistas de toda la vida y el animado ambiente de sus bares y restaurantes atrae a los visitantes más jóvenes e incluso a un subgrupo de modernillos. Ubicada en el extremo oriental de Long Island y conocido como 'The End', es especialmente famoso por su playa surfista de Ditch Plains. Alex Potemkin/getty Hay lugares imprescindibles para una escapada perfecta a Montauk: el lago homónimo, que en realidad es una gran ensenada con varios puertos deportivos; el cercano Montauk Point State Park y su emblemático faro (en la foto), activo desde 1796, o restaurantes de marisco, como el Westlake Fish House. Skip Brown/getty La península que se extiende al norte de Long Island, North Fork, es conocida por sus granjas y sus bucólicos viñedos. La mayor población es Greenport (en la foto), lugar tranquilo con barcos de pesca, pasado ballenero y un viejo tiovivo en Harbor Front Park. Para comer hay que acercarse al restaurante Claudio’s (111 Main St), propiedad de la misma familia portuguesa desde 1870. claudios.com Las vistas del río Hudson, al norte de la ciudad de Nueva York, sirvieron de inspiración a una corriente de pintura paisajista del siglo XIX –la llamada Escuela del río Hudson– pero también a muchas familias ricas, que se hicieron aquí con grandes fincas. Hoy las granjas y parques de esta zona atraen a los amantes de la naturaleza y ex urbanitas. En Tarrytown y Sleepy Hollow, al este del Hudson, encontraremos unas cuantas casas majestuosas, como el Molino de Philipsburg Manor (en la foto). Bruce Yuanyue Bi/getty Muchos de los que visitan el valle del Hudson se dirigen al bucólico Hyde Park, donde se ubican la residencia de Franklin D. Roosevelt (conocida como 'la otra CIA', donde grababa sus famosas 'Charlas junto a la chimenea'); Val-Kill, la casita de campo de su esposa, Eleanor Roosevelt, y la mansión Vanderbilt (en la foto), donde veraneaba la conocida familia de magnates del ferrocarril. Allan Montaine/getty Al oeste del valle del Hudson, la romántica imagen de los desfiladeros cubiertos de musgo y las cimas redondeadas de los Catskills (en la foto) que popularizaron los pintores de la Escuela del río Hudson promovieron un movimiento de conservación: en 1894 se reformó la Constitución estatal para que miles de hectáreas quedaran protegidas como terreno boscoso salvaje. Michael Marquand/getty Curiosamente, el mítico festival de Woodstock, en 1969, quedaba a una hora en coche de dicho pueblo, aunque todavía conserve el espíritu de aquella época (camisetas teñidas, ambiente de comuna y farm festival los miércoles). Cerca queda West Saugerties, donde se encontraba la no menos famosa Big Pink –residencia donde grabaron Bob Dylan y The Band en los años 60–, pero el 'verdadero' Woodstock ocurrió en la granja de Max Yasgur, a las afueras de Bethel (en la foto), a unos 110 kilómetros de distancia. Wendy Connett/getty