El retiro islandés de Bobby Fischer
Recorrido por los huellas del genial ajedrecista estadounidense en el país nórdico, cuyos restos yacen en la ciudad de Selfoss
Que Bobby Fischer, el ajedrecista más popular de todos los tiempos, haya acabado enterrado en el pequeño cementerio de la iglesia luterana de Laugardælir, a las afueras de la ciudad islandesa de Selfoss, es el resultado de una personalidad disidente llevada hasta sus últimas consecuencias.
Pero la casualidad también tiene su relevancia. Para que los restos de Fischer reposen en Selfoss, dos superpotencias habían tenido que escenificar el desenlace de la Guerra Fría sobre un tablero de ajedrez. Dicha partida se produjo en Reikiavik en 1972 y sería bautizada como el Match del Siglo. No sólo Fischer saldría vencedor en el evento, también el propio país de Islandia encontraría su lugar en el mapa internacional debido a la enorme atracción mediática que concitó la partida. La historia de amor-odio entre Fischer e Islandia no había hecho más que comenzar.
Casi 30 años más tarde, Fischer fue perseguido por el Gobierno de los Estados Unidos por romper el embargo a Yugoslavia al jugar un rematch con Spassky en Belgrado. El parlamento islandés, a través de una iniciativa ciudadana, salió al rescate del viejo ídolo y le otorgó la nacionalidad a Fisher cuando éste estaba retenido sin pasaporte vigente en el aeropuerto japonés de Narita, siendo ya el apátrida más famoso del mundo.
Desde entonces, Fischer vivió en Islandia los últimos años de su vida. El ajedrecista tenía una barba salvaje y se sentía en el interior de una conspiración internacional. Puede que lo estuviera. Cada vez más orillado por sus obsesiones, creía que tenía el don de escribir canciones tan bien como Jackie Wilson; aunque luego reconocía que se sentaba delante de un papel en blanco a intentarlo y las palabras simplemente no surgían.
La tumba de Fischer
Un Fischer ya postrero decidió ser enterrado en Laugardælir. No hay intrahistoria aparente ni explicación que ensalce la leyenda. Simplemente le gustaba el lugar, admiten los que lo conocieron. Fue su amigo Garðar Sverrisson quien se lo descubrió. Bobby acompañó en algunas ocasiones a Sverrisson hasta allí cuando éste iba a visitar a sus suegros.
No es fácil llegar a la tumba del ajedrecista, perdida en uno de los múltiples caminos a las afueras de Selfoss. No está especialmente señalizado ni publicitado. Todo lo cubre una atmósfera anónima: algo así quería Fischer, cuyos restos ahora yacen en el jardín de una iglesia que parece prefabricada, en un conjunto de no más de quince tumbas en línea donde descansan los restos de algunos lugareños.
Su lápida es una sencilla placa de mármol rosado en forma ojival que se levanta sobre una losa también de mármol colocada sobre un pequeño barbecho donde crecen algunas plantitas silvestres cuando no está nevado. En ese jardín improvisado algunos visitantes depositan bordados y monedas. La placa vertical de la lápida tiene únicamente adherida una cruz metálica, una inscripción con las fechas de nacimiento y fallecimiento del ajedrecista –los meses están escritos en islandés– y el nombre completo del difunto: Robert James Fischer.
Bobby Fischer Center
Precisamente en Selfoss, aprovechando la cercanía de la tumba del ajedrecista, se inauguró el Bobby Fischer Center, un museo improvisado y cálido que cuenta la historia del Match del Siglo. Decenas de fotografías recrean la célebre partida. Por ejemplo, Spassky llegando a Keflavik –localidad cercana a la capital– vestido como un espía del KGB rodeado de una comitiva que bien podría pertenecer al servicio secreto soviético. Fischer llegando solo, bajando las escaleras del avión, nervioso o despreocupado, como si fuera James Dean antes de morir. Artesanos construyendo el histórico tablero. Hay decenas de imágenes que representan el espíritu de aquel encuentro: el ying y el yang, la némesis, la mística, los momentos de dos pensadores convertidos en boxeadores.
En el museo también hay una explicación del logo del evento e imágenes de la construcción del tablero de las discordias. Aunque, sin ninguna duda, el objeto más íntimo y singular que se puede presenciar en el Bobby Fischer Center es una butaca de madera con reposabrazos, con el asiento muy rallado y seis varillas a modo de respaldo. En esa butaca Bobby Fischer, en sus últimos meses de vida, daba cabezazos hasta quedarse dormido en los pasillos atestados de libros de la librería Bokin, en Reikiavik
La librería Bokin
La librería Bokin (Klapparstígur 25) está situada en el centro de Reikiavik. Esta local de segunda mano era uno de sus lugares predilectos que el ajedrecista tuvo en sus últimos tres años de vida en Islandia. Bobby pasaba las horas muertas entre biografías, libros de historia y volúmenes de ajedrez escritos en ruso, idioma que sabía hablar y leer con fluidez. El último libro que encargó a Bragi Kristjonsson, dueño del establecimiento, fue They’ll do it every time, un cómic de Hatlo de 1929. Fischer se sentía tan cómodo en la librería que incluso llegó a pedir trabajo, “hablando muy en serio”, a un perplejo Kristjonsson. El último apartamento que habitó Fischer en la capital islandesa (un noveno piso en Esperdegi Street) estaba a cinco minutos a pie de la librería Bokin.
Laugardalshöll
El Match del Siglo se disputó en el pabellón de Laugardalshöll de Reikiavik, un recinto multiusos cargado de símbolos en la historia islandesa. Sin ir más lejos, en noviembre de 2009, después de que Islandia quebrara debido a la crisis financiera, este pabellón acogió la Asamblea Nacional donde más de 1.200 ciudadanos seleccionados al azar acordaron los principios de la nueva Constitución del país.
Reykjavik Natura
Durante el Match contra Spassky, Fischer estuvo alojado en la Gimli Suite del antiguo Hotel Loftleidir, una habitación de 59 metros cuadrados. Hoy día el hotel se llama Reykjavik Natura, un nombre más apto para atraer jubilados a sus aguas termales, aunque siempre se cuela algún que otro mitómano que se quiere alojar en la suite que Fischer habitó durante la disputa la histórica partida. Actualmente, el Reykjavik Natura tiene instalada en su planta de abajo una muestra sobre la partida, donde destaca una recreación de la mesa donde se disputó el encuentro y una colección de caricaturas sobre el evento.
Marisco y comida thai
A Fischer le encantaba cenar en el restaurante Krua Thai, un coqueto y económico local tailandés alejado de la ruta turística donde Fischer solía ir a cenar dos o tres veces por semana. Sí o sí preguntaba por su dueña, Sonja, una vivaz tailandesa que insistía que por el único cliente que esperaba para cerrar era por Bobby. Su otro restaurante predilecto era Þrír Frakkar, una marisquería inaugurada por el chef Úlfar Eysteinsson en marzo de 1989. A Fischer le encantaban los platos de pescado. Fue en este local donde su gran amigo Einar S. Einarsson le hizo su última fotografía en vida: el rostro del protagonista de una de las gestas deportivas más importantes de su tiempo, iracundo y desconfiado. Un rostro pertrechado por un cariz combativo sin remedio; un rostro siempre al abordaje, pero, a esas alturas, terriblemente cansado.
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