Siete razones para dar la vuelta al mundo
Los mejores destinos para olvidar a tu expareja, aprovechar al máximo un año sabático o inicarse en el turismo solidario
¿Sueñas con un gran viaje? ¿Estás harto de pequeñas escapadas? ¿Suspiras ante los reportajes sobre grandes vueltas al mundo? Ha llegado el momento de ir más lejos Cada vez son más los que se animan a imitar a Phileas Fogg y se embarcan en ese deseado viaje alrededor del planeta. Si te falta algún incentivo, estas son las siete razones definitivas que empujan a casi todos los que hacen la vuelta al mundo.
Romper con la pareja
Una de las motivaciones universales que impulsan a emprender un gran viaje, incluso una vuelta al mundo, es una ruptura sentimental. En lugar de caer en la desesperación o apuntarse al club de los corazones solitarios, resulta mucho más saludable sacudirse viejas costumbres, hacer la maleta (o la mochila) y emprender una nueva vida. El viaje nos ayudará a desprendernos de cosas innecesarias, a conocer a otras personas y, sobre todo, a relativizar y a darnos cuenta de que el mundo es muy grande y hay muchas cosas (y personas) más interesantes que nuestra expareja.
Entre los grandes destinos para desprenderse de los malos recuerdos y renovar la alegría de vivir hay muchos que se deciden por Río de Janeiro, e incluso por destinos románticos (y un poco locos) como las islas griegas, París o Italia. Eso sí, por libre y con el corazón abierto.
La crisis de los cuarenta
No hay nada como sumergirnos en otras culturas para reflexionar sobre todo lo que hemos hecho en la vida y, sobre todo, de todo lo que nos queda por hacer. Un viaje siempre es mejor que buscar otros alicientes, más o menos arriesgados, como buscarse una o un joven amante; hacernos la cirugía estética o comprarnos un coche deportivo. Durante un gran viaje suele surgir la posibilidad de que nuevas amistades y personas que vas encontrando en la ruta pongan en cuestión nuestros parámetros sobre qué es realmente importante en la vida. Con suerte, queda otra media vida por delante para conocer las otras caras del planeta.
Como destinos que se prestan a este tipo de revelaciones muchos viajeros escogen por rutas míticas –por qué no lanzarnos a nuestra propia película de la Ruta 66–, aislarse en un retiro espiritual en Goa o viajar hasta las Antípodas.
Cambiar de vida (lo más lejos posible)
Para cambiar verdaderamente, un primer paso puede ser un paquete turístico lo más lejos posible de nuestro punto de partida: un destino donde probablemente podrás rentabilizar mejor tus ahorros o buscar un trabajo alternativo, que tal vez aquí nunca te plantearías en tu lugar de procedencia. Hay que decidirse por un lugar lejano y, a ser posible, fuera de ruta. Por ejemplo, cualquier rincón remoto en Madagascar o, por qué no, convivir con una tribu casi desconocida en Papúa Nueva Guinea.
‘Gap Year’
En España todavía no es frecuente, pero en otros países (especialmente anglosajones) la mayor parte de quienes se deciden a dar la vuelta al mundo lo hacen nada más terminar la escuela secundaria, un viaje iniciático como paso previo a su ingreso en la universidad (y la vida adulta). Es el llamado Gap Year, y es un momento perfecto para viajar, sacudirse los prejuicios y ver lo que el mundo nos puede enseñar. Y en algunos casos, una buena ayuda para decidir a lo que se van a dedicar en la futura etapa universitaria.
Algunos prefieren tumbarse en las mejores playas del mundo y descansar; otros aprovechan para hacer voluntariado. Australia, Nueva Zelanda y Sudamérica son algunos de los destinos más demandados por los gappers europeos, y los que tienen más medios, más tiempo y más ganas se lanzan a dar la vuelta al mundo con un billete especial que permite dar un determinado número de saltos.
Jubilación viajera
Al final de su vida laboral, hay muchos jubilados que deciden no resignarse a dedicar su tiempo exclusivamente al cuidado de los nietos. Después de todo, ya han criado a sus hijos y ahora merecen un descanso. Es el momento de invertir los ahorros de toda una vida o la pensión de jubilación en viajar y hacer todo cuanto, por falta de tiempo o de dinero, han ido posponiendo a lo largo de los años. Algunos se conforman con una isla soleada y tranquila en el Mediterráneo, pero también los hay ambiciosos: ¿por qué no la isla de Bali o, incluso, perderse en Bahamas?
La solidaridad
Los espíritus generosos están hechos de otra pasta: son capaces de irse al otro rincón del planeta sin dudarlo solo para ayudar a quienes lo necesitan. Desde fuertes inundaciones en China a un terremoto en Haití o, simplemente, para mejorar las condiciones de vida de alguna pequeña comunidad en el continente africano. Los viajes solidarios tienen cada vez más adeptos, porque suele aprenderse más de lo que se enseña y es una de las formas más enriquecedoras de viajar que existe.
Porque lo hemos soñado
¿Hay que tener realmente una razón para dar la vuelta al mundo? Seguramente no. De alguna forma, muchos de nosotros tenemos ese viaje en el subconsciente, figura siempre entre los deseos de los grandes viajeros. Cada uno a su modo; para degustar los mejores manjares del planeta, recorrer las grandes maravillas naturales o visitar lugares destacados en la historia de la humanidad. Puede que hayamos leído relatos de grandes aventuras viajeras que nos hayan hecho soñar con algún tipo de hazaña, desde las gestas de navegantes como Magallanes y Elcano hasta la novelesca vuelta al mundo de Julio Verne.
La razón es lo de menos. El mejor consejo: hacer girar un globo y pinchar sin mirar para ver hacia dónde vamos a dirigir nuestros pasos. Uno más sensato: consultar las guías Lonely Planet y planificar bien la aventura. En todo caso, hay que buscar bien las mejores ofertas de vuelos y cuántas paradas básicas queremos hacer.
Más información en www.lonelyplanet.es
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