Bombay, capital del cine de India
La ajetreada calle de Mahatma Gandhi, la mezquita blanca de Haji Ali y la playa de Chowpatty en un recorrido en el que no faltan curris y 'masalas', ni tampoco las compras
Unos 20 millones de habitantes, una explosión de vida y una fascinante mezcla de tradiciones milenarias y la cara más vanguardista y cosmopolita de India, Bombay, o Mumbai —su nombre oficial desde 1995—, recibe al viajero con los brazos abiertos. El visitante apenas se ve afectado por el estrés y la velocidad en las que se desenvuelven desde esos nuevos millonarios globales hasta el último dobi-walla que trabaja en esas enormes lavanderías al aire libre.
Capital del Estado federal de Maharashtra, al oeste de India, una de las ciudades más pobladas del país, es el espejo en el que se miran el resto de grandes urbes indias que aspiran a sustituirla en su trono financiero, gastronómico, industrial y bollywoodiano. Hasta los dons, los legendarios gánsteres bombaitíes, despiertan la envidia de muchos aspirantes… El mar Arábigo que la baña completa el decorado.
8.00 Desayuno energético
Un recorrido por la vibrante y agotadora Bombay requiere empezar el día con un desayuno potente. El legendario café Leopold (1), en el divertido y viajero barrio de Colaba, lleva sirviendo platos continentales e indios suavizados al gusto occidental desde el año 1871. Es un local de propiedad y estilo parsis (descendientes de los persas que huyeron de la islamización de su país), con suelos ajedrezados y muros donde conviven imágenes de la deidad Ahura Mazda con pósteres de la década de 1970… Y también con las marcas de los balazos del comando islamista que aterrorizó Bombay durante tres días de noviembre de 2008. Un zumo de granada, una tortilla masala y un buen café expreso doble ponen en marcha al viajero más somnoliento.
10.00 Los lujos de los sultanes
Nos acercamos al Museo Chhatrapati Shivaji Maharaj Vastu Sangrahalaya (2) —abreviado CSMVS y llamado hasta hace pocos años Príncipe de Gales—, situado en un precioso edificio colonial de estilo indo-sarraceno a unos 10 minutos a pie del Leopold. Exhibe bajo su gran bóveda una impresionante colección de esculturas y bronces del panteón hindú de diferentes periodos del arte indio, y no hay que perderse los más lujosos objetos de los antiguos sultanes y nababs (gobernadores) musulmanes.
12.00 Regateo en el bazar
Desde el museo en dirección norte, Mahatma Gandhi Road (3) está flanqueada por los principales edificios de la época del Raj británico: el Elphinstone College —establecido en 1856—, la Biblioteca David Sassoon, el Tribunal Supremo, la Corporación Municipal y la fastuosa Chhatrapati Shivaji o Estación Victoria (VT). También de una sucesión de caóticos y fascinantes bazares. En Crawford Market (4), un cercano edificio colonial con frescos del artista Lockwood Kipling (padre del escritor Rudyard Kipling), entre vendedores de todo tipo de mercancías, puestos de té masala o de cocina rápida, Bombay pierde su legado colonial y la India más pura aparece en el Chor (o Mercado de los Ladrones) y el Zaveri Bazaar, donde se regatea la joyería a la sombra de los minaretes de las mezquitas.
14.00 Natillas con pistachos
En la dargah (santuario sufí) del santo musulmán Haji Ali se encuentra la blanca mezquita (5), iluminada de verde de noche. Se construyó en el siglo XIX sobre un islote del sur de la ciudad conectado a tierra firme por una pasarela donde cientos de mendigos esperan las limosnas de los miles de peregrinos de todas las confesiones que vienen a una de las mezquitas y tumbas más importantes del país a pedir un milagro. A la salida, uno se puede tomar un riquísimo zumo de frutas o una faloda (leche con jarabe de rosas y jengibre) en el popular Haji Ali Juice Centre (6), antes de almorzar un curri de cordero o una brocheta con arroz biryani en el café Noorani (7). De postre sirven deliciosas natillas con pistachos.
17.00 Cometas en la arena
Al caer la tarde, a la playa Chowpatty (8) acuden cientos de familias bombaitíes de paseo, a volar cometas o a los puestos de bhelpuri, un tentempié a base de arroz, verduras y salsa de tamarindo. También es el lugar de celebraciones multitudinarias, como el festival hindú del Ganesh Chaturthi. Eso sí, nadie se baña; la alta contaminación de esta ciudad no se limita solo al aire.
18.00 Kurtas y sedas
Bombay es un lugar ideal para hacerse con camisas, kurtas, pantalones de algodón y lino o coloridas sedas de sari. En el Mercado de Colaba (9) (Colaba Causeway o Shahid Bhagat Singh Road) se venden sobre todo falsificaciones y souvenirs, pero entre sus callejuelas se pueden encontrar comercios como Cotton World, donde el algodón y el lino son orgánicos 100%, o Fabindia, en el adyacente barrio de Fort, donde se venden diseños tradicionales y modernos. Entre todo ello, una extensa variedad de kurtas, los blusones largos típicos de la región de Punjab que se utilizan en toda India.
20.00 Ofrendas en la colina Malabar
Bombay es una urbe muy moderna para los estándares de India, pero entre los rascacielos de cristal, las empresas de alta tecnología y los estudios de cine, el hinduismo milenario se vive con fuerza al caer la noche a los pies de la colina Malabar, donde hay algunos templos jainitas y se yerguen las Torres del Silencio (10) (edificios funerarios) de los parsis. En este barrio también se encuentra el templo Walkeshwar (11), consagrado a Rama, junto al estanque de Banganga, donde desde el siglo XII los fieles hacen sus ofrendas y abluciones entre cantos a Vishnu.
22.00 Sabores indios
El restaurante Masala Kraft, en el hotel más legendario de la ciudad, el Taj Mahal Palace (12), es perfecto para probar cocina india contemporánea, cuya base siguen siendo los curris y salsas masalas con carnes, pescados o mariscos, pero con curiosas innovaciones. En el mismo hotel, el elegante Harbour Bar sirve cócteles y whiskys de importación. Si se prefiere explorar la noche más hipster de Bombay, a un cortísimo paseo está Colaba Social (13), una coctelería y restaurante donde se reúnen las tribus nocturnas más divertidas.
Luis Mazarrasa es autor de Humayun, emperador de la India y Viajero al curry.
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