La nueva tendencia en la alta gastronomía: chefs que también son hoteleros
Grandes cocineros apuestan por sumar el alojamiento a la experiencia gastronómica. En sus hoteles se desayuna de lujo, y el ambiente lo crean el buen diseño y la arquitectura
Al margen de los llamados hoteles gastronómicos, los chefs estelares están entregados a tener sus propios alojamientos. Dar comida y cama es una experiencia completa, satisfactoria para los buscadores de sensaciones, que ya han puesto en marcha figuras como Pedro Subijana con Akelarre, Paco Pérez con Miramar, Francis Paniego con Echaurren o Toño Pérez con Atrio, e internacionales como la eslovena Ana Roš con Hiša Franko o los estadounidenses Kyle y Katina Connaughton en SingleThread Farms. El italiano Massimo Bottura abrió en mayo del año pasado Casa Maria Luigia a las afueras de Módena y el último en incorporarse a la lista ha sido Girona Casa Cacao, hotel con obrador de chocolate que promueven Jordi Roca y Anna Payet.
Casa Cacao (Girona)
Antes incluso de que abriera al público, la web del hotel boutique Casa Cacao recibió un cascada de peticiones para reservar alojamiento. Con diseño de interiores del estudio catalán Tarruella Trenchs, abrió sus puertas el pasado febrero. De tres plantas y 15 amplias habitaciones (con tarifas entre 250 y 300 euros), el edificio cuenta con un obrador de chocolate donde los huéspedes pueden ver cómo trabaja Jordi Roca, de El Celler de Can Roca. “Disponer de un hotel supone la posibilidad de extender nuestros valores y filosofía de hospitalidad y cuidado a nuestros clientes. También significa poder ofrecer un mayor servicio y facilidad a quienes nos visitan desde otros lugares y que ya nos estaban demandando un alojamiento”, cuenta la directora de Casa Cacao, Anna Payet, profesora de la Escola d’Hostaleria i Turisme de Girona y esposa de Joan Roca, chef del restaurante.
“El desayuno es una experiencia fantástica, de descubrimiento de producto local artesano, y se sirve en una espléndida terraza desde donde se puede contemplar una de las más bellas vistas de Girona y su casco antiguo”, promete Payet. “Si, como decía Josep Pla, la cocina es el paisaje en la cazuela, nos mueve que nuestros desayunos despierten las ganas de conocer nuestra cultura y maravilloso entorno. Creemos en un hospedaje inteligente y cultural”.
Casa Maria Luigia (Módena, Italia)
Llena de referencias culturales (pinturas, esculturas, muebles de coleccionista, vinilos rockeros…) está la aventura hostelera en Módena del cocinero italiano Massimo Bottura y su esposa, Lara Gilmore, especialista en arte. A finales de mayo de 2019, el chef de la Osteria Francescana (tres estrellas Michelin y varias veces mejor restaurante del mundo, según The World’s 50 Best) hizo realidad su “sueño de hospitalidad” con Casa Maria Luigia. Su deseo de “alojar clientes que vienen de todo el mundo” lo ha materializado en una villa del siglo XIX con bellos jardines donde puede dar rienda suelta a las costumbres culinarias de su región, Emilia-Romaña. De un horno de leña salen pizzas, focaccias y cotechino para desayunos copiosos, donde no faltan ni el aceto balsámico ni el queso parmigiano reggiano o el lambrusco. Eso sí, las 12 suites (la mayor, de 100 metros cuadrados) cuestan entre 450 y 750 euros la noche.
Atrio (Cáceres)
El arte de servir a los comensales hizo embarcarse al chef extremeño Toño Pérez y a su socio José Polo en la gestión de un restaurante-hotel. Ubicado en el centro de Cáceres, Atrio es un ejemplo de la integración armónica del diseño contemporáneo —a cargo del estudio Tuñón y Mansilla— en un casco histórico excepcional. El complejo fue estrenado en 2010. La clientela accede a un restaurante dos estrellas con bar, una cripta de madera que aloja una bodega extraordinaria, un jardín interior, una terraza solárium y 14 habitaciones donde pueden contemplarse obras de Andy Warhol o Tàpies (a partir de 319 euros la noche). “Tenemos muchos clientes fieles, que repiten visita y la comparten con hijos y amigos”, cuenta Toño Pérez. “Ofrecemos la oportunidad de vivir una experiencia rica, completa, con más sensaciones. Un hotel cierra el círculo de la hospitalidad en el restaurante”, asegura, y anuncia que Atrio completará su alojamiento con la rehabilitación de un edificio cercano.
Echaurren (Ezcaray, La Rioja)
“El futuro de la hostelería es experiencial”, dice Francis Paniego. La marca Echaurren, forjada por cinco generaciones, es un motor de atractivo para la localidad de Ezcaray. Desde que en 1898 el estudio de arquitectura Picado-De Blas remodelara una casa de postas, cuentan con 17 luminosas habitaciones que se ampliarán a 19 (desde 180 euros la noche). “Nuestra actividad gastronómica se genera en un entorno rural, que no pilla de paso, y es determinante que dispongamos de alojamiento. La suerte es que tenemos una clientela felizmente cautiva que duerme en nuestro hotel y cena o come en nuestros restaurantes”, dice el chef del restaurante El Portal, con dos estrellas en la guía Michelin.
Miramar (Llançà, Girona)
El chef Paco Pérez partió de una antigua fonda en Llançà de la familia de su esposa, Montse Serra, para transformarla en Miramar Rooms, cinco estancias —desde 300 euros la noche— de ambiente relajante, con vistas a la playa y nombres de algas (como Aonori o Wakame). “Tenemos un restaurante con habitaciones para aquellos viajeros que quieran disfrutar del Empordà con los cinco sentidos”, cuenta el cocinero. “Así se vive mejor el lugar y la experiencia gastronómica”.
Hiša Franko (Kobarid, Eslovenia)
A un restaurante de montaña alejado de las habituales rutas foodies como Hiša Franko, en Eslovenia, le vino bien disponer de casa para alojar a los comensales atraídos por las creaciones de quien ha sido mejor cocinera del mundo 2017, Ana Roš. “Hiša Franko es una antigua posada de campo, hogar de tres generaciones de la familia Kramar-Roš, que vive bajo el mismo techo que los huéspedes. Nuestro deseo es que los clientes se relajen tras la cena y se sientan en casa”, cuenta la cocinera, que dispone de 10 habitaciones y se plantea el desayuno como un festín campero . Desde 120 euros la noche.
Akelarre (San Sebastián, Gipuzkoa)
Lejos del ruido urbano, con vistas espectaculares al Cantábrico y el mar introduciéndose en las habitaciones. Así es la atmósfera de las 22 habitaciones (desde 395 euros), dos de ellas son suites con piscina privada climatizada, que componen el hotel donostiarra Akelarre, diseñado por los arquitectos del estudio Mecanismo. Se trata de un proyecto largamente acariciado por Pedro Subijana que por fin inauguró en 2017 vecino a su restaurante con tres estrellas. “Con el hotel cumplimos en su sentido más amplio el concepto de hospitalidad”, afirma.
Y más…
Un hotel coqueto gemelo de un restaurante es algo que poco a poco se enraíza como tendencia. Hace años lo ejecutó integrado en el paisaje de Laguiole el chef francés Michel Bras con Le Suquet (relaischateaux.com). También lo hace su paisana Anne-Sophie Pic en Valence con su Maison Pic (anne-sophie-pic.com), y el talento asiático belga Sang-Hoon Degeimbre triunfa con el granero adaptado de L’air du Temps (airdutemps.be) en Liernu. Se trata de ofrecer, como dicen Kyle y Katina Connaughton, “una experiencia íntima y acogedora”. Ellos lo hacen en la posada de SingleThread Farms (singlethreadfarms.com), cerca de San Francisco (EE UU). Sus cinco cuartos funcionan como un ryokan japonés, donde se puede degustar la cena en la habitación. La especialidad es el donabe, hervidos japoneses con vegetales y carne o pescado, y los desayunos son esplendorosos, con abundancia de verduras y fruta.
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