uVe Alcobendas, oda al minimalismo funcional a las afueras de Madrid

Ocurre con frecuencia en la literatura turística. Llevados por el entusiasmo de conocer un destino nuevo, que no es más que el descubrimiento personal de lo ya existente, elevamos a la abstracción poética aquello que no es más que prosa aséptica y utilitaria. Se podrían glosar los encantos del hotel uVe Alcobendas, el antiguo Villa Alcobendas, en las afueras de Madrid. Pero estaríamos describiendo otra clase de alojamiento, otra idea de viaje muy diferente de la que tienen sus clientes habituales. Una buena cama y una ducha limpia para pasar la noche, y punto. Sin ningún almibaramiento.

Es esto lo que hallamos al salir de la autovía A1 y franquear el bulevar principal de este municipio de 120.000 habitantes pegado a Madrid. Un edificio sin personalidad, junto a pizzerías y hamburgueserías de populares cadenas, apto para automovilistas en tránsito que no desean entrar en la capital (el hotel cuenta con garaje propio) y viajantes rutinarios de visita a las empresas del polígono industrial. Por añadidura, a un paso del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología y de la famosa Menina de siete metros de altura de Manolo Valdés.

Al entrar salta a la vista el guiño a la modernidad de una reciente reforma. Pavimento de losetas grises, techos blancos, pilares marengos. Geometría a escuadra y cartabón. Habrá quien la tilde de fría, cuando el vocablo que la define es limpia. De igual fábrica son las dos salas de eventos, La Vega y Menina, con un tamaño adecuado para celebrar pequeñas reuniones, que es lo que hoy aconseja la prudencia pandémica. Más cercano al ambiente en modo poesía se presenta el comedor, encerrado entre decorativos troncos de bambú.

Ascensor arriba, los 93 dormitorios se distribuyen en cuatro plantas lineales resumidas en un minimalismo sin concesiones. Hay espacio para unas camas confortables de sábanas blancas y plaids grisáceos, además de un aparador de trabajo continuado en un portamaletas, ambos sesgados a tajo, sobre los que cuelga el consabido monitor de televisión. De iguales proporciones y comodidades, los baños ofrecen como un lujo no menor un calentador de toallas y una grifería monomando de fácil accionamiento. Lo dicho, el diseño cartesiano prima la sencillez de uso y evita los costes superfluos. En consecuencia, sus precios son imbatibles para el momento de subidón que experimenta Madrid.