De ‘corpore insepulto’
Ascender desde un pequinés hasta el vertebrado de la foto exige un esfuerzo, lo mismo que escalar por la etimología, no siempre elemental, de un término cualquiera
De este animal, el lobo, descienden el caniche de su vecino o el labrador de usted, por citar solo dos razas, del mismo modo que todas las lenguas romances descienden del latín. No me pregunten si las lenguas romances están domesticadas respecto de la original porque ignoro si es aplicable a las lenguas tal concepto. No sabría decir, en fin, si hubo lenguas de sintaxis feroz antes de que las primeras gramáticas estudiaran el orden de las palabras en la frase. De lo que no hay duda es de que abundan los que le tienen al latín el mismo pánico que otros le tienen al lobo. De ahí que la lengua de la que se desprendieron las romances se haya ido cayendo progresivamente de los planes de estudio. También hay gente partidaria de acabar con los lobos a los que la presión ecologista viene salvando por los pelos. Tenemos en España unos 2.000 o 2.500 repartidos entre unas 297 manadas. Cada vez que observo a mi teckel pienso en sus orígenes como cada vez que acudo a un funeral de corpore insepulto me acuerdo de la antigua Roma.
La memoria y el salmón funcionan a contracorriente. Ascender desde un pequinés hasta el vertebrado de la foto exige un esfuerzo, lo mismo que escalar por la etimología, no siempre elemental, de un término cualquiera. Cuando lo logras obtienes la recompensa del conocimiento del origen. De ahí que haya tanta gente que, al acometer su autobiografía, empiece por la de sus abuelos. El ejemplar de la imagen es el abuelo de su mastín, de su bulldog o de su san bernardo. Conviene conservar a los abuelos para no perder la memoria de los padres.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.