El multigalardonado director de fotografía que consiguió trabajo en la cola de un cine
El barcelonés Edu Grau ha trabajado con Tom Ford, Albert Serra o Rebecca Hall. Mientras esperaba para entrar a la proyección de un filme en Edimburgo, conoció a quien le facilitó su trabajo en ‘A Single Man’. Era la sexta película que veía ese día.
En el mes de marzo, Edu Grau recibió el Independent Spirit Award a la mejor dirección de fotografía por el filme Passing y lo primero que hizo sobre el escenario fue mencionar a los creadores. “No somos héroes como enfermeros, médicos o profesores; hacemos películas que ayudan a abrir las mentes y a mirar el mundo desde otros puntos de vista”, dijo, algo que sigue defendiendo: “La ficción no es solo un lugar al que huir, sino al que volver para entender la realidad, por eso pienso que es importante cuidarla, nutrirla, disfrutarla y refugiarse en ella”.
Viendo la figura de Grau (Barcelona, 41 años), un director de fotografía con 19 películas, ganador de premios como el Bronze Frog por Buried y miembro de la American Society of Cinematographers, es fácil preguntarse cómo mira el Edu de hoy al chaval que entró con 18 años en la ESCAC, la célebre escuela de cine de Barcelona. “Llegué sin saber qué era esto de hacer películas, ni en mis mejores sueños podía imaginarlo, pero creo que es parte de un camino”, apunta.
Le recordamos la lista de éxitos internacionales: A Single Man, Buried, Sufragistas, The Gift, Gringo, Boy Erased, Suite Francesa o la reciente Passing, de Rebecca Hall. ¿Cuándo vio la luz? El doble sentido hace sonreír al hombre que ilumina las historias que los guionistas cuentan con palabras. “No era un niño que destacara a nivel plástico ni visual, pero un día un profesor, al ver un dibujo mío, me dijo: ‘Está muy mal hecho, pero el concepto es bueno’. Y añadió que el concepto es más importante que la ejecución, y empecé a pensar que mi mente no era tan poco creativa como creía y vi que podía explorar y explotar esa parte”.
A menudo la vida se asemeja más a una partida de parchís que de ajedrez. Aquí un ejemplo. “Yo estaba una noche de 2008 en la cola de un cine en el Festival de Edimburgo y conocí a una productora que al cabo de unos meses me dijo que le habían pedido recomendaciones de directores de fotografía jóvenes con gusto europeo, versátiles, rápidos, baratos y disponibles. Ella misma envió mi bobina a Tom Ford, y el diseñador y director la vio y, a los tres minutos de ver esa bobina con la que nadie me daba trabajo, dijo: ‘Quiero a este tipo’. Fui a Los Ángeles a reunirme con él y me ofreció A Single Man”. Edu tenía 27 años. Está claro, no hay que dejar de ir al cine. “Era la sexta película que veía en un mismo día, el cine me correspondió con el amor que yo le daba”.
Al barcelonés no se le escapa que en el mundo actual la oscuridad goza de menos prestigio que la iluminación. “La luz afecta al estado de ánimo, crea ambientes, relaciones…, afecta a nuestra intimidad, a cómo te duchas, a cómo haces el amor… La luz más importante que has de poner es la que has de saber apagar. Apagar es más importante que encender”. Fundimos a negro en cuestiones técnicas y las anécdotas fluyen. “En mi primera película con Albert Serra le preguntaron: ‘¿Dónde rodamos hoy?’. Albert tiró un palo al aire y cuando cayó dijo: ‘¡Por ahí!’, demostrando que hay algo más que técnica y algoritmos. Haciendo The Way Back, Ben Affleck no paraba de imitar mi acento, hasta que le dije: ‘Empieza a ser incómodo’. Me respondió: ‘Edu, lo hago por cariño; si se hace un biopic sobre ti, me encantaría hacer tu personaje, aunque ¿a quién le importaría la historia de un director de fotografía catalán?”. A nosotros, amigo Ben.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.