Cómo la NASA está cambiando su investigación de los objetos no identificados
El organismo ofrecerá a mediados de año los resultados oficiales del equipo de investigadores de objetos no identificados creado en octubre. Un informe preliminar del Pentágono habló en enero de 510 “avistamientos de fenómenos anómalos”.
En noviembre del 2022 la NASA, siguiendo sus principios de apertura, transparencia e integridad, anunció públicamente por primera vez en su historia la creación de un equipo de investigación de objetos no identificados, un tema que históricamente había sido objeto de burla por parte de la comunidad científica. Se trata de un grupo multidisciplinar formado por 16 investigadores entre los que se encuentra el ex astronauta Scott Kelly, la oceanógrafa Paula Bontempi o el presidente de la Asociación de Universidades para la Investigación en Astronomía, Matt Mountain. Para que este nuevo giro estratégico se tomara en serio y evitar las previas asociaciones peyorativas a la palabra ovni (UFO), la institución cambió el acrónimo y utilizó otro con un significado más extenso. Ahora se denominan Fenómenos Anómalos No Identificados (fani), UAP, por sus siglas en inglés, y en ellos se incluyen no solo los aéreos sino también los espaciales y marítimos.
Los resultados de esta investigación independiente se harán públicos a mitad de este año, pero ya barajamos algunos datos interesantes. El 13 de enero el Pentágono publicó un informe en el que se recogen 510 avistamientos de fenómenos anómalos no identificados y donde sobresale el hecho de que en diecisiete meses se han advertido 247 UAP, casi la misma cantidad que se había registrado a lo largo de los últimos diecisiete años (del 2004 al 2021). Las instituciones implicadas en la publicación destacan en el informe que este aumento se debe en parte “a la reducción del estigma” que iba asociado a todo lo relativo a este tema. De hecho, en el informe preliminar, publicado en junio del 2021, se menciona que durante mucho tiempo el gran obstáculo de la investigación ha sido el miedo de los pilotos a perder su reputación si compartían públicamente su experiencia como testigos de estos fenómenos.
La gran revelación del informe es que después de estudiar los 510 casos descartaron la mayoría atribuyéndolos a fenómenos atmosféricos, contaminación aérea, programas de desarrollo de la industria estadounidense o del Gobierno de los Estados Unidos o sistemas extranjeros. Pero determinaron que 177 de ellos sí son UAP que necesitan de un análisis más exhaustivo. Según el informe estos fenómenos no resueltos muestran “características de vuelo o capacidad de rendimiento inusual”. En algunos casos se observó que los objetos “podían permanecer inmóviles en condiciones de fuertes vientos, moverse contra el viento, maniobrar bruscamente, o moverse a gran velocidad sin medios discernibles de propulsión”, demostrando una tecnología más avanzada de la que disponemos en la actualidad.
Cada vez son más los científicos de prestigio que no descartan del todo hipótesis relativas a que la vida extraterrestre pueda existir. Uno de los mayores exponentes es Avi Loeb, catedrático de astrofísica de la universidad de Harvard, quién defiende que el Oumuamua, el objeto interestelar sin identificar detectado en el 2017, fue una manifestación de vida alienígena porque hay evidencia suficiente para considerar que fue creado artificialmente. Y en el 2020 el Departamento de Defensa de EE UU divulgó grabaciones de objetos voladores que se movían a gran velocidad y se desvanecían misteriosamente, para atestiguar que estos videos, que ya circulaban en redes, eran reales. Este fue un momento histórico en el que por primera vez el Gobierno estadounidense reconocía y legitimaba de forma pública la existencia de estos fenómenos anómalos y compartía grabaciones que hasta el momento habían sido analizadas en programas secretos de investigación.
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