Si ya ha visitado Yemen, le encantará Libia: el turismo a países en conflicto no decae
En un mundo ideal, cada año habría menos lugares en los que practicarlo. La realidad es justo la contraria
Una semana antes de mantener esta conversación desde Barcelona, Joan Torres estaba en Malí, una nación donde se está desarrollando una insurgencia yihadista. Esto no le preocupa. Viajes como ese son su día a día. En 2016, cuando vivía en Dubái, fundó Against the Compass, una agencia especializada en “los países menos visitados y más inusuales”. En su sitio web se puede observar una variada oferta de lugares para visitar este año, como Siria, Libia o Irak.
Después de realizar sus primeros viajes a Líbano y al Kurdistán iraquí en 2015, se planteó dejar su trabajo en el mundo del marketing. “Vi que había cierta gente que se ganaba la vida con blogs de viajes y me surgió la idea de hacer uno”, explica. Entonces visitó países como Siria, Yemen, Sudán, Eritrea o Pakistán. “Empecé escribiendo guías muy completas de estos destinos y, eventualmente, a organizar viajes en grupo”. Ya hace varios años que se dedica por completo a su agencia. Asegura que en ninguno de sus tours se ha enfrentado a situaciones de peligro, porque él conoce los países y sabe a qué zonas puede o no ir. “Yo siempre pongo el ejemplo de un escalador que va a subir el Everest. Hay riesgo, pero el escalador necesita esa descarga de adrenalina que yo también necesito”.
Los precios de Against the Compass oscilan entre los 1.000 y los 3.000 euros. El viaje de Malí que Joan acababa de concluir, por ejemplo, tenía un coste de 1.900 euros por ocho días, sin incluir los billetes de avión. Los precios de otras agencias son similares. Por ejemplo, Young Pioneer Tours ofrece una variedad de destinos igual de ambiciosa y el coste promedio es solo un poco más bajo.
El lema de esta agencia británica es “Te llevamos a los destinos que tu madre no quiere que visites”. Gareth Johnson, el fundador, cuenta por teléfono desde el Reino Unido que todo empezó en 2008, cuando él trabajaba como profesor de inglés en China y comenzó a organizar visitas a Corea del Norte. “Después se acercaron personas a decirme que querían ir a Chernóbil. Y yo accedí”, dice.
Young Pioneer Tours se autodenomina la “agencia número 1 de viajes de Corea del Norte”. Organiza decenas de periplos al año al país asiático (para lo que resta de 2023 hay más de 30 previstos) y hasta el régimen de Kim Jong-un ha hecho eco de la empresa en sus medios oficiales. “Si vas, debes respetar la cultura y las reglas. Yo no estoy de acuerdo con todo lo que sucede en este u otros países a los que voy, pero al estar allí sé que debo guardarme mis opiniones”, apunta. Para Johnson, “dictadura” es un término muy amplio. Él cree que las personas deben viajar a los países estigmatizados como Corea del Norte y sacar sus propias conclusiones.
El escritor y periodista de viajes Luis Mazarrasa explica que visitar países en conflicto puede tener en muchos casos un elemento de interés morboso, pero él ha realizado decenas de viajes por Oriente Próximo y sabe que es posible mantenerse lejos de las zonas de peligro. Aun así, prefiere no dar un juicio categórico: “¿Se puede realmente hacer turismo ahora mismo en Bagdad, por ejemplo? Pues no sé, es difícil”. Mazarrasa plantea el ejemplo de Siria. A pesar de la guerra civil que se libra desde 2011, afirma que es un país donde la gente es cálida y hospitalaria con los extranjeros y que posee un patrimonio arquitectónico excepcional. Para él está claro que en Occidente existe cierta hipocresía sobre este tema: “Hay dictaduras petroleras que cuentan con todo el respeto del mundo y nadie se plantea si está bien o mal ir o incluso hacer un mundial de fútbol allí”.
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