La guardia de la noche estrellada
La asociación DarkSky, que lucha contra los excesos de la iluminación nocturna, certifica cada año un puñado de sitios con los cielos oscuros. España cuenta con uno en el Alt Empordà
El cielo estrellado que plasmó Van Gogh en su famoso cuadro es cada vez más difícil de contemplar a medida que se expanden las ciudades y la luz artificial proyecta su resplandor en los cielos. El brillo de esa iluminación, que detectaron con asombro los primeros astronautas desde el espacio, impide al 80% de la población mundial ver con claridad las estrellas y las constelaciones, según el Atlas que mide el brillo de las luces artificiales, publicado en 2016.
Una realidad a la que se enfr...
El cielo estrellado que plasmó Van Gogh en su famoso cuadro es cada vez más difícil de contemplar a medida que se expanden las ciudades y la luz artificial proyecta su resplandor en los cielos. El brillo de esa iluminación, que detectaron con asombro los primeros astronautas desde el espacio, impide al 80% de la población mundial ver con claridad las estrellas y las constelaciones, según el Atlas que mide el brillo de las luces artificiales, publicado en 2016.
Una realidad a la que se enfrenta la ONG International Dark Sky Association (rebautizada hoy como DarkSky), surgida en EE UU hace más de dos décadas, y extendida hoy por 70 países, que lucha por concienciar a la población y a las autoridades de los muchos males que encierra una iluminación excesiva y, con frecuencia, errónea. Sabemos que afecta negativamente al ritmo circadiano de luz y oscuridad que rige nuestras vidas, altera el comportamiento de los pájaros, de los insectos polinizadores, de las plantas, y desprende cantidades enormes de CO2 a la atmósfera. De ahí que la asociación premie con un certificado especial, concebido como las calificaciones de reserva de la biosfera o patrimonio de la Unesco, a aquellos lugares que protegen o recuperan mediante una serie de actuaciones ese tesoro nocturno. Clasificados en santuarios, reservas, parques, zonas urbanas o comunidades, hay hasta ahora 200 lugares de este tipo en 22 países, que representan un total de 160.000 kilómetros cuadrados de espacio protegido (a distintos niveles) de los excesos de la luz artificial. Susan Serven, responsable de desarrollo y comunicación de DarkSky, asegura por correo electrónico que la asociación se expande a gran velocidad, aunque las certificaciones se otorgan con cuentagotas debido a los exigentes requisitos. En 2018 fueron un total de 17 los lugares certificados, 27 al año siguiente, 36 en 2021. En 2023 se acaban de otorgar 14 certificados, cuatro de ellos aún sin anunciar. Ninguno en España, aunque Serven asegura que hay una aplicación de la sierra del Montsec todavía en estudio. Caso de obtener este certificado, sería el segundo lugar español en sumarse a esta lista de parajes “oscuros” tras la localidad de Albanyà (Girona), en el Alt Empordà, que lo consiguió hace seis años. Pau Bosch, director del Observatorio Astronómico de Albanyà, cuenta que todo comenzó con un cambio en la iluminación del camping Bassegoda Park, situado en la zona. Pensando en sus huéspedes, a los que el canto nocturno de los pájaros impedía descansar, sus entonces dueños “decidieron sustituir las luces de alta temperatura de color, orientadas hacia el cielo, por luces de vapor de sodio de baja presión, de color ámbar, que apuntaban al suelo”, detalla Bosch por correo electrónico. Se acabaron los cantos nocturnos de las aves, y “volvieron algunas especies de mariposa que llevaban años desaparecidas del valle, como la Graellsia isabelae”. A partir de ahí, “después de tomar las medidas adecuadas, y hacer los cambios de iluminación requeridos en el pueblo, se solicitó la categoría de parque de cielo oscuro a DarkSky, que fue concedida en 2017″.
Albanyà, situada en el fondo de un valle, presume hoy de su cielo oscuro. “Si en una noche clara en Barcelona se pueden ver 50 estrellas, aquí se pueden contemplar hasta 3.500″, precisa Bosch, orgulloso de que la localidad ampurdanesa forme parte de un conjunto de lugares internacionalmente famosos por su aportación a la sostenibilidad. Albanyà es además una meta obligada para los amantes del astroturismo gracias a su observatorio, que permite contemplar los cielos estrellados con una precisión que hubiera entusiasmado a Van Gogh.