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MANERAS DE VIVIR
Columna
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Redes venenosas

El 49% de los usuarios de redes jalean y admiran a los estafadores amorosos y denigran a las víctimas

Rosa Montero

Me gustan la ciencia y la tecnología y he defendido durante años que el uso de internet no tiene que convertirnos necesariamente en una pandilla de sociópatas descerebrados. De hecho, los primeros estudios que se hicieron sobre el tema hace años mostraban que los adolescentes que más se comunicaban a través de las redes eran también los que más amigos de carne y hueso tenían y los que participaban en más actividades deportivas. O sea, eran los más sociables. Hasta ahí, en fin, todo bien. Pero debo confesar que en los últimos tiempos me voy sintiendo más y más agobiada por la fea realidad en la que vivimos. Y me refiero a esas redes que sin duda pueden ser una poderosísima herramienta positiva, pero que cada día se decantan más por el lado oscuro. Redes que linchan, insultan, torturan, que matan literalmente a las personas; que engañan y destruyen, que enferman y enloquecen a sus víctimas, y ahora más aún con la inestimable e hipnotizante ayuda de la inteligencia artificial, capaz de hacernos ver lo que no existe.

Uno de los ejemplos más patéticos del veneno que inoculan las redes son las estafas amorosas. Hace un par de meses la Fiscalía pidió 36 años de cárcel para Dilawar Hussein, que en 2023 mató a palos a aquellos tres hermanos de Morata de Tajuña (ya dediqué una columna a esa tragedia). Amelia y Ángela, septuagenarias, creyeron haberse enamorado a través de internet de dos militares norteamericanos, un fraude que las arruinó y acabó entrampando con Hussein. Como no pudieron devolverle el dinero, el tipo las asesinó de manera brutal, así como al hermano con discapacidad del que cuidaban. Aunque parezca mentira, esta atrocidad causó cierta rechifla en redes (ya se sabe, la rancia cantinela de las solteronas ridículas), pero aquellas burlas se quedan en nada comparadas con el vapuleo feroz que sufren las víctimas de la estafa amorosa de moda, a saber, que Brad Pitt está ligando contigo. ¿El enunciado del problema te ha hecho sonreír? Bueno, es una reacción bastante común, pero el asunto no tiene ni pizca de gracia. Decenas de personas en todo el mundo son llevadas a creer que Brad Pitt se ha enamorado de ellas. Y que, aun siendo millonarísimo, de pronto tiene urgencias de liquidez. ¿Acaso todas esas mujeres son unas zopencas, unas incultas? Para nada. Al parecer la mayoría de las víctimas amorosas es gente formada (las hermanas de Morata de Tajuña eran universitarias). El caso más famoso del timo Brad Pitt es el de una francesa llamada Anne, una guapa decoradora de interiores de 53 años que se tragó de tal modo el engaño que rompió con su marido y envió a los estafadores los 830.000 euros del acuerdo de divorcio. No, no es la incultura ni la estupidez lo que te lleva a esto, sino una desesperada carencia de amor, una necesidad crítica de ser escuchada y entendida (por cierto, también hay víctimas hombres). Ni siquiera estamos hablando de sexo, sino de soledad, de depresión, de tristeza, de la insoportable congoja de la vida cuando sientes que en la vida no hay lugar para ti. Y los estafadores son unos magos. Saben muy bien cómo crearte ese espacio engañosamente seguro, acogedor y propio. Es como dar oxígeno a alguien que se está ahogando: a partir de ahí la víctima no va a querer, no va a poder quitarse la mascarilla, aunque le digan que todo es mentira. Además, esa es la esencia del amor pasional: la pura invención. A ver, ¿quién no se ha inventado alguna vez a un amado imaginándolo tan distinto de la realidad como si fuera Brad Pitt?

Todo esto es muy malo, pero las redes, ya digo, lo empeoran. Anne, que, tras el timo, cayó en una depresión e intentó suicidarse tres veces, se ha convertido en víctima de una campaña de acoso en redes tan bestial, tan cruel e inmoral, que la cadena de televisión TF1 ha tenido que retirar de la web el documental que habían hecho sobre ella. Al parecer el 49% de los usuarios de redes jalean y admiran a los estafadores amorosos y denigran a las víctimas (fuente: Enrique Alpañés en EL PAÍS). Y a este paisaje inclemente hay que añadir una brutalidad más: hace poco se ha sabido que entre Myanmar y Camboya puede haber cerca de un cuarto de millón de personas esclavizadas por las mafias; sometidas a tormentos y palizas, se las obliga a trabajar en ciberestafas. Quizá detrás de alguno de esos Brad Pitt haya otra tragedia. Y todo, mientras tanto, jaleado desaforadamente en el ciberespacio por los estúpidos y malvados trolls. Las redes están potenciando lo peor que somos.

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Sobre la firma

Rosa Montero
Nacida en Madrid. Novelista, ensayista y periodista. Premio Nacional de Periodismo y Premio Nacional de las Letras en España. Oficial de las Artes y las Letras de Francia. Animalista, antisexista y ecologista. Su obra está traducida a cerca de treinta idiomas.
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