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Las críticas de Holanda a España avivan el riesgo a una nueva crisis de reputación

El Gobierno quiere evitar que la pandemia se convierta en un nuevo foco de crítica internacional

Una mujer protegida con mascarilla llega al aeropuerto de Madrid Barajas este 24 de marzo. En vídeo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, responde a una pregunta sobre su relación con el primer ministro holandés, Mark Rutte, este sábado. Vídeo: RICARDO RUBIO (EUROPA PRESS) / EPV
Lucía Abellán

España, con más muertos por coronavirus que China y fuertes carencias de material sanitario, comienza a recibir un especial escrutinio en esta crisis mundial. Con los jirones de reputación perdidos durante la crisis financiera de 2010 o en el punto álgido del desafío independentista catalán en 2017, el Gobierno quiere evitar que la pandemia se convierta —salvando las distancias— en un nuevo foco de crítica internacional. Las invectivas del ministro holandés de Finanzas, Wopke Hoekstra, a raíz del activismo que España reclama a la Unión Europea ilustran los riesgos. Para anticiparse a una posible ola, Exteriores ha recabado datos que tratan de demostrar que España no se ha demorado más que sus vecinos en la adopción de medidas drásticas. Fuentes del ministerio sugieren que el elevado número de muertes registradas obedece en buena medida a la “contabilización particularmente transparente” que caracteriza al sistema español.

Lejos de rehuir el debate, la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, decidió este viernes responder a los reproches que lanzaba a principios de semana su colega holandés a la petición que hace el presidente, Pedro Sánchez, de mayor margen fiscal en el club comunitario. “Estamos juntos en el mismo barco europeo. […] Ahora todos corremos los mismos riesgos. No hay tiempo para discusiones sobre supuestos pasajeros de primera o segunda clase. No es momento de defraudar a nuestros ciudadanos”, señaló en Twitter, en español y en inglés, y con alusión directa al ministro Hoekstra. También el primer ministro portugués, António Costa, arremetió contra ese comentario, que definió como repugnante.

Más allá de la pugna sobre la respuesta financiera que requiere la crisis, Exteriores ha transmitido a los periodistas españoles y a los corresponsales extranjeros algunos argumentos contra las supuestas deficiencias de gestión en España. El Gobierno declaró el estado de alarma, que impone uno de los confinamientos más duros de la UE, cuando el recuento de muertos ascendía a 120. Francia, el país que más se aproximó, aplicó sus medidas cuando se registraron 148 fallecidos, mientras el Reino Unido actuó cuando ya había más de 300. Italia, el primer país en movilizarse en Europa, restringió movimientos cuando consignó 463 muertes.

El Ejecutivo ha elaborado una exhaustiva cronología para recordar que la Organización Mundial de la Salud (OMS), “que inspira la acción española”, comenzó desaconsejando restricciones de movimientos. Y solo el 9 de marzo, la víspera de que el Consejo de Ministros aprobara las primeras medidas urgentes contra el coronavirus y el día que se anunció la interrupción del curso escolar en Madrid, la comunidad más afectada, avaló la OMS esas restricciones.

La diplomacia española sugiere, además, que el recuento de fallecimientos que realiza España magnifica el problema respecto a otros países. “España es particularmente transparente en la contabilización. Se consideran muertos por coronavirus todos aquellos que han dado positivo en el test, aunque finalmente hayan fallecido por otras patologías. En cambio, hay países que solo computan a los muertos directamente por el virus, no por otras complicaciones”, explican en Exteriores.

Como contraargumento a las dificultades para doblegar el ritmo de contagios, las mismas fuentes añaden que, antes del confinamiento, la progresión de infectados de un día para otro era del 40%. A raíz de la orden de quedarse en casa bajó al 20% y ahora ya va por un 14%. Está por ver si los matices y la contextualización bastan para evitar una nueva erosión en la imagen exterior de España, en este caso por algo tan global como el coronavirus.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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