El Rey celebra la Fiesta Nacional en un clima de tensión política extrema
Los partidos llegan en un ambiente de fractura al peor momento de la segunda ola
“El esfuerzo que nos une” es el lema que se pensó justo este año para una Fiesta Nacional inédita, por primera vez en décadas sin desfile militar por culpa del coronavirus, con Madrid en estado de alarma y el ambiente político en una tensión extrema. El rey Felipe VI presidirá por séptima vez unos actos muy austeros rodeado de todos los miembros de un Gobierno nunca visto de coalición, con los componentes presentes de Unidas Podemos que han cuestionado públicamente alguna de sus actuaciones. La clase política vive un clima de fractura total en el peor momento de la segunda ola del virus.
El Rey llegará este lunes con la Reina y sus hijas al patio de la Armería del Palacio Real, precisamente donde se celebró en julio el homenaje de Estado a las miles de víctimas de la covid-19, en uno de los momentos más críticos del país, con la vida institucional tensionada al máximo y en plena segunda ola de la incidencia de la pandemia, tanto desde el punto de vista sanitario como económico y social. Los principales partidos no viven tampoco su mejor momento. El acto será muy sencillo, sin desfile militar y con distancia social y mascarilla, pero servirá para congregar a los principales dirigentes del país, tanto nacionales como autonómicos.
Será, también, la primera Fiesta Nacional para el Gobierno de coalición del PSOE con Unidas Podemos, que lleva semanas conviviendo en un ambiente de evidentes discrepancias, en particular en la relación del poder ejecutivo con la jefatura del Estado. El vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, estará en el izado de banderas junto a los cuatro ministros de esa formación que criticaron el comportamiento del Rey tras la decisión de La Moncloa de que no acudiera a un acto judicial en Barcelona. Pero hoy saludará al Monarca con “normalidad institucional”, según fuentes de su entorno.
España irrumpe así en este otoño incierto en cabeza entre los países de Europa con peores índices de contagio por la covid-19 en esta segunda ola, con un Ejecutivo que todavía sobrevive con unos Presupuestos aprobados hace tres años por un Gobierno del PP y sin terminar de perfilar ni consensuar los nuevos, con la tensión territorial sin avances en Cataluña y con un nuevo frente abierto en la Comunidad de Madrid, de consecuencias electorales impredecibles. En algunas ciudades, como Madrid o Sevilla, han vuelto a aparecer las banderas de España en parques como símbolo reivindicativo de la unidad del país y un partido ultra como Vox, con 52 escaños y 3,6 millones de votos, ha convocado para hoy a sus seguidores a manifestarse por el centro de varias capitales en coche y sin los permisos de las delegaciones del Gobierno.
Las dos administraciones más potentes de España, el Gobierno central y el de Madrid, han llevado sus enfrentamientos al límite. Las disputas entre el Gabinete del socialista Pedro Sánchez y la popular Isabel Díaz Ayuso han sido recurrentes desde el primer día pero se han recrudecido en la pandemia, por diferencias de criterio sanitarias y políticas. Las reuniones, apelaciones a la unidad y a ayudarse no han servido de nada.
La Comunidad de Madrid, que desde el principio renegó de los estados de alarma decretados desde el pasado 14 de marzo por el daño que causaban a su economía, se ha convertido ahora en el centro de la pandemia en Europa y en el principal ariete de oposición a Sánchez. A pesar de los elevados datos de contagios, el plan de la presidenta madrileña es mantener las espadas en alto reclamando día tras día al Gobierno central que levante el estado de alarma que impuso el viernes.
La dirección nacional del PP, que encabeza Pablo Casado, promotor de Ayuso, respaldó sus posiciones en principio sin matices, aunque ahora la cúpula del PP se debate inquieta por esperar a ver cómo evolucionan los acontecimientos y si Ayuso saca algún rédito político de esta batalla. La percepción de que la dirigente madrileña lleva su propia agenda y se ha convertido en la referencia en la derecha de la oposición a Sánchez también preocupa en el PP, porque ensombrece a Casado.
Las dialécticas partidistas tampoco han ayudado nada a calmar los ánimos. Ayer, la portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra, arremetió contra la presidenta madrileña y el líder del PP. Recordó que la canciller alemana, Angela Merkel, ha acordado restricciones en ciudades con 50 casos de coronavirus por 100.000 habitantes, “pero Ayuso y Casado no ven razones en zonas con 500 o 700 casos”. Y apostilló: “Casado podía haber decidido seguir el camino de Merkel, pero ha preferido convertirse en el Bolsonaro de Europa”. La portavoz parlamentaria del PP, Cuca Gamarra, replicó: “Con 56.000 muertos, a la cabeza de fallecidos y contagiados de Europa, y restringiendo todos los días las libertades al estilo Maduro, no están para dar lecciones”.
Todos los actores políticos están en tensión. Unidas Podemos se prepara para afrontar un calvario político y judicial por la amenaza de imputación de su vicepresidente, Pablo Iglesias. El partido es consciente de que la oposición prepara una ofensiva para tratar de forzar su salida del Gobierno e Iglesias será su principal objetivo en las sesiones parlamentarias de esta y muchas semanas.
Ciudadanos sufre, por su parte, para intentar abrir un espacio centrista fuera de las trincheras. “Es muy difícil ser de Cs ahora mismo”, se lamenta una importante dirigente del partido, que trata con dificultad de mantener una estrategia de centro elástico que comprende aguantar como socio del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso mientras Inés Arrimadas ofrece un pacto de Presupuestos a Pedro Sánchez.
Cs está cada vez más incómodo con Ayuso pero el acuerdo de Presupuestos con Sánchez también es complejo, ante los guiños del presidente al independentismo. “Sánchez nos toma el pelo, es una humillación”, se quejan algunos dirigentes de Cs, pero en el entorno de Arrimadas no descartan seguir negociando las cuentas incluso en el caso de que Iglesias resulte imputado, aunque reconocen que esa opción lo pondrá todo todavía más difícil. “No ayuda”, admiten en la dirección.
Del clima de enfado y antipolítica en la ciudadanía por la fractura partidista se beneficia sobre todo Vox, que vuelve a agitar la calle y con su moción de censura en ciernes. El partido de Abascal no para de aumentar las descalificaciones contra el Gobierno, al que llama “criminal”. Ahora, coincidiendo con la Fiesta Nacional, lanza un nuevo medio digital de propaganda “valiente que viene a dar la batalla cultural”. El nombre de la fundación que está detrás, presidida por Abascal, es “Disenso”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.