Una timba ilegal con todas las comodidades
La Policía desmantela en un chalé de Palma un casino clandestino de lujo en el que se disputaban premios de hasta 120.000 euros y que tenía servicio propio de manicura
El pasado sábado por la noche en un chalet cercano al Polígono de Son Castelló de Palma una decena de personas se reunían alrededor de una mesa de cartas iluminada por reflejos azules de luces led. Los montoncitos de fichas iban y venían sobre el tapete, las apuestas subían y los jugadores escondían de los rivales su suerte en la mano de póquer. En otra parte de la estancia, una mujer desplegaba sus limas y esmaltes en una mesa de manicura mientras dos jugadores esperaban su turno para apostar junto a un pequeño quiosco con dulces y puros habanos. Los agentes de la Policía Nacional de Palma irrumpieron por sorpresa en la vivienda y desarticularon esta timba ilegal en la que los premios llegaron a alcanzar los 120.000 euros en algunas partidas.
Durante la intervención de la timba los agentes de la Policía Nacional requirieron la presencia de la Policía Local de Palma y de los inspectores del Gobierno regional, que levantaron actas por distintas infracciones administrativas y un total de once por no cumplir las medidas contra el coronavirus, porque no llevaban mascarillas y se sobrepasaba el aforo máximo permitido. Este tipo de infracciones por juego ilegal en las islas pueden ser consideradas muy graves y la multa oscila de los 30.001 euros a los 450.000 euros. La participación en juegos no autorizados en establecimientos públicos o privados pueden acarrear sanciones de entre 3.001 y 30.000 euros.
Los investigadores llevaban tras la pista de estas partidas clandestinas desde el mes de febrero, aunque la llegada del confinamiento las paralizó. Habían recibido una alerta por el trasiego de gente en la vivienda y por sospecha de la práctica de juegos de cartas con apuestas muy elevadas. Poco antes del verano, la Policía montó un control en la zona y comprobó que el ir y venir de personas era continuo. La actividad en la casa se disparó en el mes de julio, cuando el organizador de las partidas dividió las sesiones en dos: la gala de tarde ―de las 16.00 a 23.30― y la gala de noche ―desde las 23.30 a las 6.00― a la que acudían entre 50 y 70 personas cada día, y en mayor cantidad los fines de semana.
Con la llegada del toque de queda, se relajó la intensidad de las partidas y rebajaron las apuestas mínimas, que se situaron entre los 200 y los 500 euros. La Policía, sin embargo, tiene constancia de que en los momentos de mayor apogeo los jugadores tenían que poner 5.000 euros para participar. Los asistentes eran personas de alto poder adquisitivo de múltiples nacionalidades y procedencias: europeos, asiáticos, africanos e incluso algunos isleños. Por partida se solían reunir entre diez y 20 personas. Algunos asistían sólo por la tarde y otros prolongaban la sesión durante toda la jornada. “Eran partidas de alto nivel, hay muchas personas que venían expresamente de países del centro de Europa sólo para jugar. Otros eran de otros continentes, pero con residencias en Mallorca y un alto nivel de vida”, afirma el subinspector de la unidad de Juegos de Azar de la Policía Nacional de Palma, Rafael Vich.
Con todos estos indicios, los investigadores intervinieron el pasado sábado en la vivienda con una orden judicial de entrada y registro. Allí sorprendieron a 14 personas, entre los que se encontraba el organizador, una mujer contratada para hacer la manicura y tres menores. El inspector jefe afirma que la presencia de una mujer y los servicios para arreglar las uñas les sorprendió, pero comprobaron que efectivamente estaba contratada para este fin. “Es curioso. Uno jugaba con una mano y en la otra se le hacía la manicura. Era un servicio especial para ellos, además del crupier”, subraya Vich.
Diez de las personas estaban jugando en ese momento frente a una mesa profesional de póquer, en la que el crupier tenía fichas por valor de 15.072 euros y los jugadores habían apostado 13.856 euros. Mientras los agentes intervenían en la timba, varias personas se acercaron al chalet con la intención de apostar. Uno de ellos, según afirma el subinspector, llevaba encima más de 4.500 euros en efectivo que no fueron decomisados porque no estaba participando en la partida.
Servicio de comida y puros habanos
La estancia en la que se organizaban las partidas contaba con una parte destinada al servicio de cáterin. Tenía un quiosco en el que los jugadores tenían a su disposición un surtido de dulces, licores, tabaco, puros habanos de gran calidad y el servicio de manicura. La casa, además, contaba con un servicio de vídeo vigilancia para controlar los alrededores. El subinspector explica que las partidas se organizaban a través de redes sociales y que alrededor de 40 personas formaban parte del plantel que acudía frecuentemente a jugar. Siempre se jugaba con fichas valorativas, para evitar ser sorprendidos por las autoridades, por lo que los jugadores nada más llegar entregaban el dinero a los organizadores, que los guardaban en sobres y a cambio les entregaban las fichas de diferentes colores con un valor concreto.
En el registro del sábado los agentes intervinieron 16.675 euros en metálico, así como tres mesas de póquer profesional, tres maletines de aluminio con material para jugar, barajas, dados y otros maletines con fichas para apostar. Uno de ellos estaba a nombre de uno de los jugadores sorprendidos y en su interior había 20.000 euros. Los agentes también requisaron un ordenador con documentación que incluía la suma de las deudas de los jugadores e información sobre el dinero que había circulado en las partidas. Los investigadores estiman que la timba generaba movimientos que oscilaban entre los 20.000 y los 70.000 euros en los días de mayor afluencia y de entre 5.000 y 20.000 en los que había menos jugadores. En cada partida se podía llegar a obtener hasta 120.000 euros.
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