La inmigración, elemento esencial para rejuvenecer la España rural
Uno de cada diez habitantes de medios rurales ha nacido en el extranjero, según un estudio del Observatorio Social de La Caixa
Los inmigrantes juegan un papel clave en la recuperación demográfica de las áreas rurales. Así lo pone de manifiesto un estudio del Observatorio Social de “la Caixa” sobre los retos y oportunidades de los ciudadanos extranjeros que viven en España. El informe, elaborado por Rosario Sampedro, profesora de Sociología de la Universidad de Valladolid, y Luis Camarero, investigador y docente de la UNED, subraya que cerca del 10% de los residentes en municipios españoles de menos de 10.000 habitantes ha nacido en el extranjero. Los autores señalan que, en el grupo de entre 20 y 39 años, la cifra ronda el 16%, por lo que los inmigrantes impulsan la renovación generacional de la España despoblada.
Salma Amine, de 38 años, llegó a España en 2014. Esta joven de origen marroquí decidió establecerse con su marido y sus dos hijos en Aceuchal, un municipio de 5.657 habitantes de la comarca de Tierra de Barros, en Badajoz. “El campo nos ofrece muchas posibilidades, mi marido es agricultor, trabaja en el cultivo de la uva”, explica Amine, quien desea que sus hijos puedan conseguir un empleo en el mundo agrario dentro de unos años.
Actualmente, casi el 10% de la población rural española, en municipios de menos de 10.000 habitantes, ha nacido en el extranjero. Son unas 920.000 personas, cuantifica Luis Camarero. “El medio rural en nuestro país está sobreenvejecido. Entre un 10% y un 20% de la población que reside en municipios de menos de 1.000 habitantes supera los 80 años”, explica el sociólogo. Camarero señala que la población extranjera dinamiza en gran medida estos núcleos con sus trabajos, sus inquietudes y sus familias, además de aportar nuevas formas culturales a la sociedad española.
Una España rural diversa y cosmopolita
Contra el imaginario rural de población inmóvil, permanente y local, la España rural es diversa y cosmopolita. Los autores realizan una radiografía de la evolución de los pobladores rurales, según la cual el asentamiento de población extranjera ha seguido un proceso de difusión continua de este a oeste, desde los enclaves rurales de las regiones litorales mediterráneas, donde empezó a tener presencia a inicios del siglo XXI, hacia otras zonas del interior, y se ha ido abriendo a nuevos mercados laborales.
Desde finales de los años noventa hay un aumento notable de la población extranjera que se desplazó a municipios rurales gracias a la agricultura exportadora, la construcción, el turismo y la demanda de cuidadores, explica el estudio. La crisis del 2008 llevó a la despoblación de las áreas rurales al frenarse la llegada de inmigrantes e incluso al marcharse a sus lugares de origen o a entornos urbanos. A partir de 2015, las cifras repuntaron hasta que, en 2017, el saldo migratorio volvió a ser positivo gracias a la población migrante.
Las madres rurales inmigrantes tienen más hijos que las españolas: 1,5 por mujer frente a la media de las nacionales, que se sitúa en 1,2. El mayor índice de fecundidad y las reagrupaciones familiares son dos fenómenos clave en la demografía futura de las zonas rurales de España. En 2019, uno de cada cinco menores de 13 años en la España rural era hijo de madre de origen extranjero, una proporción que se eleva hasta uno de cada cuatro en los municipios de menos de 1.000 habitantes, según el estudio.
La crisis de la covid-19 y la precariedad
Camarero explica que los días de la pandemia han permitido tomar conciencia de la importante contribución que la población foránea realiza para “garantizar la producción alimentaria y especialmente a la vida de nuestros pueblos”. Sin embargo, muchos de los trabajadores inmigrantes han sufrido la pandemia hacinados. En 2018, el 13,2% de la población de origen extranjero en España residía en viviendas sobreocupadas, frente al 3,2% de la población autóctona. El informe también recalca que la crisis de 2008 provocó una brecha que sigue sin cerrarse, ya que el 16% de las familias inmigrantes tuvieron a todos sus miembros desempleados en los años centrales de la recesión, frente al 9,5% en el caso de las familias autóctonas.
La precariedad laboral castiga especialmente a este colectivo, que acumula cerca del doble de inestabilidad laboral. El 16,8% de las familias inmigrantes viven en hogares en los que todos los empleados tienen un contrato temporal frente al 9,1% en el caso de los no inmigrantes, y el triple de pobreza laboral (33,7% frente al 10,6% de los autóctonos en el mismo año). El informe dirigido por Camarero también evidencia que el coste de la vivienda supone una sobrecarga para el 49% de los inmigrantes (frente al 16,8% de los autóctonos), al absorber más del 30% de sus ingresos, según expone el informe del Observatorio Social.
Además, la tasa de riesgo de pobreza de los inmigrantes que residen en España, un 46% en 2017, es claramente superior a la del mismo grupo de la Unión Europea. La situación es aún peor en el caso de las mujeres. Las trabajadoras extranjeras ganaron al año, de media, algo más de 14.000 euros brutos en 2016, frente a los casi 27.000 ingresados por los varones de nacionalidad española.
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