Un fichaje de altos vuelos
Maurici Lucena, actual presidente de Aena, es un apasionado de la política que se ha codeado con los principales empresarios del país
La pasada Navidad, poco después de haber aceptado encabezar la lista del PSC en las próximas elecciones catalanas, Salvador Illa arrancó de su amigo Maurici Lucena i Betriu (Barcelona, 1975) el compromiso de acompañarle como vicepresidente para asuntos económicos de la Generalitat en caso de alcanzar la presidencia. Después, pasada la fiesta de Reyes, Illa se lo comunicó a Pedro Sánchez y a José Luis Ábalos, en su calidad de ministro de Transporte, departamento del que depende la empresa Aena que en la actualidad preside Lucena y que tendría que abandonar si el objetivo se cumple. Uno y otro saben que la tarea es muy complicada tal como está el patio político catalán. Resulta difícil concebir que el PSC pueda gobernar sin el apoyo de otra u otras fuerzas, por lo que, si así fuera, parece lógico pensar que habría más de una vicepresidencia. En definitiva, el nombramiento se presenta muy condicionado.
Lucena se encuentra muy a gusto al frente del gestor aeroportuario, donde la pandemia le ha impedido completar y abordar muchos proyectos. Pero no podía decir que no al PSC y a su compañero de partido y amigo, que esperó a la víspera del comienzo de la campaña para dar la noticia. “Es conocido aquí [Cataluña] y en Madrid, por su talante y talento, por su experiencia y solvencia, es un acreditado gestor económico. No podía estar mejor acompañado”, ha dicho de él en un acto para dar a conocer su proyecto ante representantes del tejido económico y social catalán.
Lucena es un apasionado de la política y de la cosa pública prácticamente desde que de párvulo iba con su padre a las reuniones de amigos con Pasquall Maragall, del que fue (el padre) jefe de gabinete en el Ayuntamiento de Barcelona. Por eso, tampoco podía decir que no a una oferta que supondría echar una mano para enderezar una Cataluña que, a su juicio, está a la deriva. Ha sido el elegido para recuperar la confianza económica de una tierra que lleva muy dentro, pese a que ha pasado en Madrid una gran parte de sus 45 años.
Persona de una enorme inquietud intelectual y formativa, no dudó en trasladarse a la capital a realizar el máster en Economía y Finanzas del Centro de Estudios Monetarios y Financieros (Cemfi) tras haberse licenciado de Económicas en la Universidad Pompeu Fabra. En la prestigiosa institución académica del Banco de España, que ha formado muchos jóvenes dirigentes actuales, tuvo de profesor a Julio Segura, una de sus referencias intelectuales y económicas. Con el título bajo el brazo, comenzó pronto a trabajar en el despacho Solchaga, Recio & Asociados con los exministro Carlos Solchaga y Claudio Aranzadi, otros de sus admirados políticos, como lo es Andreu Mas Colell, exconsejero de Economía de la Generalitat con CiU.
Instalado en Madrid desde 1999, se preocupó por conocer los resortes del poder y familiarizarse con los cenáculos de la capital donde hizo muchos amigos y conocidos. No le vino mal. Tras cinco años en el despacho de Solchaga, en 2004, cuando José Luis Rodríguez Zapatero llegó a La Moncloa, Lucena dio el salto a la Administración. Cumplía su sueño. Había sido coordinador del área de competencia y transparencia del programa económico del PSOE para aquellas elecciones generales y, tomado el mando, fue nombrado director general del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), dependiente del Ministerio de Industria, en el que aterrizó el dirigente catalán del PSC José Montilla, al que asesoraría en 2010 en las elecciones a la Generalitat.
Lucena estuvo seis años en el CDTI y, como tal, asumió la presidencia del consejo de la Agencia Espacial Europea (ESA). Luego sería vicepresidente ejecutivo de la firma Ingeniería de Sistemas para la Defensa de España (Isdefe), del Ministerio de Defensa, desde mayo de 2010 hasta febrero de 2012, año en el que dio por concluida su primera etapa en Madrid para volver a Cataluña como número dos de la lista del PSC en las elecciones de 2012 que encabezaba Pere Navarro. Salió diputado y fue nombrado portavoz del grupo parlamentario socialista en el Parlament.
Fue una etapa en la que le tocó uno de los peores momentos del socialismo catalán, muy cerca precisamente de Illa, y en el que se ganó fama de “socialdemócrata liberal”. Al final de la legislatura de forma anticipada en 2015, y posiblemente decidido a abandonar el trasiego político se buscó la vida en la esfera privada y fichó por el Banco Sabadell, donde llegó a director de Gestión Patrimonial y Prudencial y director de Regulación Prudencial y Public Policy.
Hasta que en julio de 2018 recibió la llamada de Pedro Sánchez para asumir la presidencia de Aena, un doble reconocimiento a la lealtad mostrada con el actual presidente durante su travesía del desierto y a la confianza de este en sus conocimientos financieros y de gestión. Lucena formó parte del grupo de expertos que asesoró a Sánchez para las elecciones generales de 2015, como responsable de política industrial y competitividad, y eso el presidente lo tuvo en cuenta. Al frente del gestor aeroportuario se ha codeado con los principales empresarios del país y participado en diversos foros.
Sabe que va a recibir presiones para que dimita de su cargo prácticamente desde todos los frentes políticos de la oposición, pero ha dado su palabra de que continuará si no gana su mentor. En los dos años y medio que lleva en la compañía, la mitad la ha pasado en medio de la crisis de la pandemia y, a juicio de los analistas, ha tenido una gestión sobresaliente. Antes de ese estallido, la empresa arrojó récord en pasajeros, ingresos y beneficios. Fue también la primera empresa cotizada del mundo en aprobar que su plan climático sea sometido cada año a la junta de accionistas, lo que le llevó a la primera página del Financial Times, lo que seguramente le animó a crear la Dirección de Sostenibilidad, Innovación y Experiencia Cliente, que depende de él directamente.
Ha hecho pinitos en el ámbito académico. Fue profesor asociado en la Universidad Carlos III y es autor de En busca de la pócima mágica. Las política industriales y de innovación que funcionan y las que no (Editorial Antoni Bosch 2013) y es coordinador junto a Rafael Repullo de Ensayos sobre economía y política económica, Homenaje a Julio Segura (Antoni Bosch 2013).
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