Alivio holgado en Ferraz y La Moncloa
La victoria de Espadas se terminó produciendo por un margen más amplio al que se esperaba
La Moncloa y Ferraz respiran de alivio en la votación interna del PSOE más determinante en lo que va de legislatura. La victoria de Juan Espadas en las primarias andaluzas, sin tener que esperar a una segunda vuelta, se daba por descontada en la dirección federal en los últimos días. Al final ha sido más holgada de lo que se preveía: el alcalde de Sevilla le sacaba casi 20 puntos de diferencia a Susana Díaz. Pero hasta el cierre de las urnas la prudencia en público ha sido la norma. Los precedentes pesaban. Los datos erróneos que se manejaron hasta los primeros compases del escrutinio en las elecciones de Madrid, en las que los socialistas firmaron su peor resultado cuando llegaron a creerse que desbancarían al PP, estaban muy presentes.
Si los pronósticos eran reservados y la plana mayor del Gobierno y del PSOE iba con el freno de mano, por más que llegaran buenas señales indistintamente de las grandes ciudades y de las zonas rurales, se debía también a lo muchísimo que había en juego. Sobre todo porque un triunfo de Díaz se habría entendido como una derrota de Pedro Sánchez en un momento especialmente difícil para el presidente, con la derecha criticando los indultos a los presos del procés, y a solo cuatro meses del congreso federal en el que el PSOE renovará sus órganos. La lectura del éxito de Díaz habría sido la de un Sánchez a la baja que la oposición, y parte de los barones socialistas, tratarían de aprovechar. Pero todo eso no sucedió. Sánchez felicitó anoche a Espadas por el resultado tras una campaña en la que apeló a la regeneración del partido y el municipalismo.
El respeto que Díaz infundía sobre el papel, por su profundo conocimiento del aparato desde sus tiempos como secretaria de organización de las Juventudes Socialistas de Andalucía, y su condición de secretaria general desde 2013, fue mucho mayor que el resultado que logró. Una de las incógnitas que se abrían se resolvió pasadas las diez y media de la noche: Díaz no dimitirá como secretaria general pero no se presentará a la reelección en el congreso regional de final de año. “La primera que voy a ayudar soy yo. Daré un paso al lado, no me presentaré a la secretaría general del PSOE de Andalucía, le corresponde a él -en alusión a Espadas- tomar las riendas del partido”, afirmó. De esta forma da vía libre al regidor de Sevilla en las decisiones y directrices futuras del partido.
Tras meses de tensión, el mejor escenario para los intereses de la ejecutiva federal se cumplió con creces. La elección de Espadas superó todas las previsiones. Y eso que la distancia sobre Díaz habría sido mayor todavía si Luis Ángel Hierro no hubiera logrado los avales para concurrir en el proceso. Su candidatura restó al alcalde de Sevilla el apoyo de la militancia más entusiasta de Sánchez en Andalucía, que tuvo muy en cuenta que el regidor de Sevilla estuviese con Díaz en el comité federal del 1 de octubre de 2016 que terminó con la renuncia de Sánchez como secretario general. Espadas también respaldó a Díaz en las primarias de mayo de 2017. La paradoja, cuatro años después, es que era el candidato predilecto de Ferraz. Los sanchistas andaluces de primera generación más recalcitrantes lo habrían votado, llegado el caso, el próximo domingo en una segunda vuelta. No hará falta.
El resultado refleja cómo la candidatura de Espadas, y desde la distancia Ferraz siempre entre bambalinas y eludiendo todo protagonismo, encaró la votación con las mejores sensaciones. La campaña se desarrolló como preveían. Sin sobresaltos. Y lo más importante, sin cometer errores no forzados. Justo lo que creen que le sucedió a Díaz: su acusación de que Ferraz no quería dejarle presentarse de nuevo “por ser una mujer” incendió los chats del partido. El resquemor de alcaldesas, concejalas y otros cuadros con tales palabras fluyó hacia las bases y le terminó penalizando.
El temor en Ferraz a otro imponderable, la participación, también se diluyó en el tramo final de la tarde. Los datos a las dos de la tarde eran del 46,93%, pero con diferencias de casi 20 puntos entre provincias. Mientras Sevilla era la más movilizada (54%), Granada y Jaén quedaban rezagadas por debajo del 38%. Al final se equilibró. La dirección en ambas provincias apoyaba a Espadas, lo que desató los nervios entre los partidarios de la renovación en el PSOE andaluz. Pero tenía su explicación: las agrupaciones de menos de 100 militantes abrieron en su mayoría de cuatro a ocho de la tarde. Las más populosas, en cambio, lo hicieron desde la mañana. Una decisión que durante unas horas distorsionó los cálculos de cada parte.
La conclusión es que Espadas fue el vencedor de la noche y Díaz demostró que las primarias no son lo suyo. Pero más allá de los focos la jornada dejó, con permiso de José Luis Ábalos, ministro de Transportes y secretario de organización del PSOE, un ganador: Santos Cerdán, el secretario de Coordinación Territorial.
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