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Un equipo de diez fieles para lanzar a Yolanda Díaz

La vicepresidenta, impulsada en las encuestas, trabaja con un gabinete multidisciplinar, paritario y joven

Paula Chouza
Yolanda Díaz, junto a varios miembros de su equipo el jueves: Joaquín Pérez Rey, Rodrigo Amírola, Josep Vendrell, Elena Cardezo y Virginia Uzal.
Yolanda Díaz, junto a varios miembros de su equipo el jueves: Joaquín Pérez Rey, Rodrigo Amírola, Josep Vendrell, Elena Cardezo y Virginia Uzal.

Yolanda Díaz está a punto de culminar dos años de gestión vertiginosos, los últimos nueve meses también como líder de Unidas Podemos. A la debacle económica de la pandemia, que afrontó desde el Ministerio de Trabajo al poco de asumir el cargo, se sumó el pasado marzo la renuncia de Pablo Iglesias dentro del Gobierno. Convertida en vicepresidenta, un puesto que no quería, y en medio de unas complejas negociaciones por la reforma laboral —finalmente pactada este jueves, víspera de Nochebuena—, su perfil ha ido mutando en este tiempo.

Aunque Díaz mantiene a buena parte del equipo con el que desembarcó en el Congreso en 2016, la incorporación como jefe de gabinete en abril de Josep Vendrell, exdiputado de En Comú Podem y miembro de Esquerra Verda, ha contribuido a imprimir un carácter más político y transversal a su agenda. A las reuniones con empresarios se suman los encuentros con dirigentes extranjeros y, recientemente, hasta con el papa Francisco. Esta transversalidad está marcada por un objetivo que la propia Díaz explicitó hace unas semanas: su intención indisimulada de buscar respaldo social más allá del tradicional nicho de la “izquierda a la izquierda del PSOE”.

Junto a Vendrell y a su secretario de Estado de Empleo y mano derecha en el ministerio, Joaquín Pérez Rey, acompañan a la vicepresidenta ocho perfiles clave en el núcleo duro del gabinete. Entre ellos, la adjunta a Vendrell, Estela Pazos; la jefa de coordinación jurídica, María Amparo Ballester; o la directora de comunicación del Ministerio, Virginia Uzal, la persona que junto con Pérez Rey pasa más horas pegada a Díaz y hace también de enlace con los responsables de prensa de Podemos.

Se trata de un equipo multidisciplinar —hay juristas, economistas, periodistas y un filósofo—, paritario, horizontal en las discusiones y, en líneas generales, joven, que en poco tiempo ha convertido a la titular de Trabajo en la líder mejor valorada de España, con un 4,84 de media, según el CIS de diciembre, y la segunda preferida (17,1%) para ser presidenta del Gobierno, sólo después de Pedro Sánchez.

Detrás de ese ascenso y de los mensajes que rodean al lanzamiento de su futuro proyecto político, una plataforma aún por definir que tiene la pretensión de trascender a los partidos, muchos ven un cambio específico de estrategia para elevar su perfil y sumar adeptos. Más que un gran giro, defienden fuentes de su equipo, lo que se ha hecho es “profundizar” la línea que Díaz venía siguiendo desde que asumió Trabajo. “La principal diferencia tiene que ver con el cambio de contexto y de responsabilidad: la vicepresidencia la obliga a ampliar el abanico de asuntos de los cuales ocuparse y a tener una mirada integral”, señalan las mismas fuentes.

“En el momento en el que se convierte en la portavoz del espacio, trata de marcar un perfil propio, diferenciándose de la imagen de Podemos y de su predecesor [Iglesias], y hay dos elementos que lo definen”, explica la analista política Cristina Monge. “Por un lado, Díaz representa la cara amable y colaboradora, tanto con su socio, el PSOE, como con el público. Por el otro, se proyecta como una mujer dialogante y capaz de llegar a acuerdos. También en esto se distingue de Iglesias, muy vinculado a posiciones ideológicas férreas”, comenta la experta.

“La vicepresidenta es una persona de principios y convicciones firmes”, recalca una colaboradora, que rechaza un cambio reciente de discurso, también en relación con los partidos. Díaz tildó hace poco a las formaciones políticas de “obstáculo”, a pesar de que ella milite en el PCE y lo haya hecho durante muchos años en IU. La responsable de Trabajo insiste públicamente en que su postura es la misma que defendía en sus años en la política gallega, cuando contribuyó a la fundación de En Marea, un conglomerado de organizaciones que llegó a superar al PSOE en el Parlamento autonómico y que cuatro años después perdió toda representación.

Vínculo con los ‘comunes’

Desde que ascendió a la vicepresidencia, Díaz solo ha hecho dos fichajes en su equipo. Uno de ellos es el jefe de gabinete, Vendrell. Él y la vicepresidenta trabaron amistad entre 2016 y 2019, cuando ambos se desempeñaban como diputados en el Congreso. El político comenzó su militancia en el PSUC, la formación catalana que más tarde se diluyó en Iniciativa per Catalunya, y acumuló experiencia en ejecutivos de coalición al ocupar diferentes cargos en los gobiernos tripartitos catalanes entre 2006 y 2010. Vendrell fue también parlamentario autonómico entre 2011 y 2015 y en junio de 2019 fue nombrado coordinador del grupo de En Comú Podem en el Parlament. Su entorno lo define como una persona “con capacidad de llegar a acuerdos”. Un perfil “idóneo” para reforzar políticamente el equipo de la vicepresidencia segunda y “engrasar” las relaciones en la coalición, señalan estas fuentes.

La otra incorporación llegó precisamente de la mano del político catalán y es un viejo conocido de Podemos: Rodrigo Amírola. Este licenciado en Filosofía trabajó en la Secretaría Política de Íñigo Errejón y en Vistalegre II fue incluido en su candidatura frente a Iglesias. Tras la derrota, Amírola decidió apartarse, se marchó a Barcelona y acabó más tarde como jefe de gabinete de Jessica Albiach, la portavoz de los comunes en el Parlament.

En el equipo de la vicepresidencia, Amírola se desempeña como asesor de discurso, al igual que el escritor Fran Pérez Lorenzo. Este último ejerció como periodista en varios medios hasta que entró en Madrid en el equipo de comunicación de Podemos, donde asumió el cargo de jefe de prensa de Carolina Bescansa. Tras la ruptura de la gallega, una de las fundadoras del partido, con la dirección entonces encabezada por Iglesias, pasó a trabajar en Rivas.

Cada vez que Díaz, en la sesión de control al Gobierno, dice eso de “Señor García Egea, le voy a dar un dato”, culmina un trabajo colectivo del gabinete. Ahí entra también la labor del economista Manuel Lago, exdiputado autonómico de En Marea, quien en febrero fue nombrado consejero de Navantia como representante del Ministerio de Trabajo.

Elena Cardezo es otra de las personas próximas a la vicepresidenta y con frecuencia aparece, junto a Pazos y Uzal, retratada en sus redes sociales en situaciones informales. “Esa relación es real, confía mucho en su gente y es cercana”, afirma una antigua colaboradora de Díaz. Licenciada en Derecho y asesora jurídica, Cardezo comenzó a trabajar en el Congreso como asistente de la confluencia gallega. Con un perfil más teórico, en el equipo destaca también la labor del politólogo Xaime Subiela, un profesional conocido en Galicia que llegó a ser concejal en Ames, municipio con poco más de 31.000 habitantes. Fue fichado para coordinar el grupo de En Marea en el Congreso y entró después en el ministerio.

La vicepresidenta despierta últimamente mucho interés en el mundo empresarial, y es invitada a multitud de eventos. En varias ocasiones ha manifestado la buena relación personal que mantiene con Antonio Garamendi, presidente de la CEOE. Aunque con carácter privado, su entorno sostiene que las reuniones con los empresarios se producen desde que llegó al ministerio. En esta nueva agenda, que gestionan Vendrell y Pazos, sorprendió su reciente encuentro en el Vaticano con Francisco, un empeño personal de Díaz para el que trabajó meses y al que acudió sin ningún otro ministro, pero acompañada de prácticamente todo su equipo. El mismo que el jueves la rodeaba en sus declaraciones ante los medios cuando salió a anunciar el acuerdo al que ha fiado en gran medida su capital político, la reforma laboral.

Hasta ahora, la vicepresidenta eludía pronunciarse sobre responsabilidades electorales porque estaba “volcada” en la derogación de la ley del PP. Conseguido el objetivo, empieza una nueva etapa.

Los riesgos de concretar el discurso

Yolanda Díaz anunció que iniciaría el próximo enero el llamado “proceso de escucha” con diferentes sectores profesionales por toda España para dar forma a su plataforma electoral, el frente amplio con el que quiere trascender el clásico ámbito de la izquierda de IU y Podemos, pero todavía no hay una fecha concreta y es posible que el arranque se atrase unas semanas porque, además, le toca negociar de nuevo como ministra el salario mínimo. Poco o nada se sabe hasta ahora de ese “proyecto de país” al que Díaz se ha referido durante meses. “Cuando empiecen a concretar, habrá sectores que se queden fuera, tanto desde el punto de vista ideológico como orgánico”, augura la politóloga Cristina Monge.

La agenda de estos meses, con los conflictos en el seno de la coalición por la subida del salario mínimo o la reforma laboral, y más tarde la huelga del metal en Cádiz, ha ido modificando los planes de Díaz. El adelanto electoral en Castilla y León también influye en el calendario de la vicepresidenta, que quiere separarlo del lanzamiento de su plataforma. Quedan por delante dos años de comicios autonómicos, municipales y finalmente generales.

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Sobre la firma

Paula Chouza
Periodista de Política en EL PAÍS. Participó en el lanzamiento de EL PAÍS América en México. Trabajó en el Ayuntamiento de A Coruña y fue becaria del Congreso de los Diputados, CRTVG o Cadena SER. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, Máster en Marketing Político y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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