España entra en sequía
Galicia, Castilla y León, Extremadura, Andalucía, Cataluña o Navarra ya sufren por la falta de agua. La reserva cae al 39%, el menor porcentaje desde la gran escasez de 1995.
España se ha instalado oficialmente en la sequía. La reserva de agua de España ha caído esta semana al 39,2%, el nivel más bajo en estas fechas desde 1995, año en que se impusieron severas restricciones al consumo humano y se desplomó la agricultura. La situación es más grave en Galicia, Castilla y León, Extremadura, Andalucía, Cataluña y Navarra por la escasez de recursos hídricos, pero también han entrado en un escenario de emergencia zonas de las cuencas del Duero y del Ebro, al tiempo que los cortes de agua se extienden. Y no hay perspectiva de mejora: va a seguir haciendo calor como corresponde en verano, no se avizora que vaya a llover con la intensidad suficiente en el trimestre que viene y los embalses bajan a gran velocidad porque hay mucho turismo y los regadíos agrícolas están disparados, precisamente para intentar que no se pierdan las cosechas. Ante este panorama, los expertos hacen dos advertencias. La del Ministerio de Transición Ecológica es que se van a ver muy afectados los regadíos y los “sistemas menores” de abastecimiento humano, aunque “no es previsible que existan grandes problemas para mantener el suministro” en las grandes ciudades. Y la de Greenpeace es que la situación va a empeorar, porque de algunos embalses ya no se puede sacar el agua que almacenan. Están muertos.
Los embalses almacenaban el martes 9 de agosto 21.996 hectómetros cúbicos de agua, 693 menos que hace una semana, 4.300 menos que hace un año por estas fechas y casi 11.000 menos que la media de los últimos 10 años, según el Boletín Hidrológico Semanal del Ministerio de Transición Ecológica. Es la menor cantidad de agua embalsada en estas fechas (semanas 31 y 32 del año) en 27 años, desde que en 1995 los pantanos cayeron al 31,03% de su capacidad. La persistencia de temperaturas por encima de los 40º, la evaporación y la evapotranspiración (pérdida de humedad por evaporación en suelo y plantas), el aumento del regadío y que la demanda de agua no ha parado de crecer (especialmente cuando España se llena de turistas) son las culpables de que las reservas bajen semanalmente más de un punto porcentual. “Y el dato será peor, porque hay embalses que están colmatados por los sedimentos y tienen menos agua de la que cabe oficialmente y en otros no se puede extraer porque están en el entorno del 10% y las tomas están más altas”, explica Julio Barea, hidrogeólogo y responsable de la campaña de aguas de Greenpeace.
La sequía, en cualquier caso, “es consustancial” al clima mediterráneo. La “pertinaz sequía”, que se decía durante el franquismo, especialmente tras las padecidas en los años 40 y 70 del siglo pasado. “En España ha habido sequías, hay sequía y habrá sequías. No obstante, el cambio climático acentúa estos eventos”, admite el ministerio. De hecho, son periódicas. El año pasado llovió un 5% menos de lo normal y los cinco primeros meses del presente año hidrológico fueron “bastante secos”. De esta forma, en febrero ya se barajó la palabra sequía, pero las intensas lluvias de marzo dieron cierta esperanza. “Mayo y junio volvieron a ser muy secos, lo que ha producido un agravamiento de la situación, especialmente, en las demarcaciones del Guadalquivir y del Guadiana”, según fuentes de la Dirección General de Aguas.
“Las lluvias hicieron que todo el mundo se olvidara y no restringimos a tiempo el uso del agua”, añade Barea. La lluvia acumulada en lo que va de año es de 447,7 milímetros, cuando la media de la serie histórica desde 1981 indica que debería ser de 574 a estas alturas del verano. Y la predicción es que no llueva en los próximos meses con la intensidad suficiente, ya que la Aemet no espera lluvias abundantes hasta bien entrado octubre. Y todo sin contar el agua gastada en producción hidroeléctrica (177 hectómetros solo esta semana última). Las lluvias en forma de tormenta que se esperan para esta semana tampoco servirán para aliviar el estado de las cosas.
La situación de falta de agua se ha agravado en las demarcaciones del Guadiana y el Guadalquivir, vitales para Andalucía y Extremadura, cuyos embalses están al 25,8% y al 24,2%, respectivamente de su capacidad. Esta última cuenca se encuentra en situación de alerta desde junio y tiene 19 embalses en alerta, tres en situación de “emergencia” (Sierra Boyera, Martín Gonzalo y Dañador) y solo tres de los 25 del sistema en normalidad. El abastecimiento de Melilla, que depende de este organismo, está en prealerta. La Confederación Hidrográfica del Guadiana, que limitó el agua para uso agrícola a primeros de año, tiene seis puntos en emergencia y la situación es la más crítica en este siglo, según fuentes de la demarcación. Navarra se ha declarado en sequía, mientras Cataluña ha puesto cuatro zonas de cuenca en alerta y se prepara para una sequía “de meses”.
Los embalses de la Confederación Hidrográfica del Tajo también se hallan en una situación “excepcional”, o en nivel 3, y la perspectiva es que se mantenga en este estado “el resto del semestre”, explicaba el martes la autorización publicada en el BOE para enviar 10 hectómetros desde los embalses de Entrepeñas-Buendía al sistema de trasvase Tajo-Segura en el presente mes de agosto. La situación es tal que, “teniendo en cuenta los consumos de abastecimiento y regadío estimados en los próximos meses, las reservas se agotarían en algo más de dos meses”.
No obstante, una cuenca no se declara en sequía hasta que lo está la totalidad del sistema, explica Greenpeace. “No se puede declarar una cuenca como el Duero en sequía, como ya se hizo en 2017, porque tendrían que estar en sequía todos los subsistemas de la cuenca”. Pese a ello, el Duero tiene dos embalses en emergencia y tres en alerta, mientras el Ebro tiene otros dos en emergencia y otros tres en alerta. Es el caso del enorme pantano de la Yesa, que suministra a Aragón y Navarra, que está por debajo del 39% de su capacidad.
La mancha de la sequía está llegando a zonas donde la escasez de agua parecía improbable, como Galicia o el País Vasco. El sistema Miño-Sil ya tiene dos embalses en alerta, pero el problema de las antedichas comunidades es que muchas zonas no se suelen abastecer de pantanos, sino de ríos y pozos locales. De hecho, ya hay casi 400.000 gallegos de medio centenar de municipios que están sufriendo recortes en el suministro porque se han secado esas fuentes. Mientras, la localidad vizcaína de Bermeo se dispone a recibir por barco dos millones de litros de agua al día porque los ríos y los manantiales de los que se abastece habitualmente se han secado.
💧La reserva hídrica española se encuentra al 39,2 % de su capacidad
— Transición Ecológica y Reto Demográfico (@mitecogob) August 9, 2022
📊Los embalses almacenan actualmente 21.730 hm³, disminuyendo en la última semana en 693 hm³
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El Gobierno teme que los problemas empiecen a generalizarse en la agricultura, especialmente en la de regadío, puesto que dar agua para el humano tiene preferencia sobre dársela a las plantas. En Málaga y Granada, por ejemplo, ya se están arrancando árboles de aguacate y mango porque no llega el suministro para baldearlos. Uno de los motivos es que el embalse axárquico de La Viñuela tiene tan poca agua que se considera muerto, a caer en el entorno del 11% de su posibilidad de almacenaje. De hecho, si las lluvias no lo remedian, el regadío será “el sector potencialmente más afectado por la sequía y la escasez de recursos hídricos, puesto que el abastecimiento tiene preferencia en los sistemas de reparto del agua”, consideran fuentes de Transición Ecológica.
“La situación es grave porque, además, se sigue regando, como acabo de ver en muchos campos de Castilla y León, donde estaban regando grandes extensiones con pívots [equipos propulsados que suministran en forma de lluvia]”, afirma el hidrogeólogo Julio Barea. Greenpeace asegura que pese a que el cambio climático está avisando de que cada vez va a llover menos, todos los planes de cuenca recogen un aumento del regadío. “En España ya hay cuatro millones de hectáreas de regadío legales, y en Andalucía, sobre todo en la cuenca del Guadalquivir, el 87% del agua va a la agricultura de regadío. Y hay cosas curiosas. ¿Cómo es posible que el olivar, que es cultivo de secano, se lleve al año 700 hectómetros [el equivalente al agua consumida esta semana pasada en España]?”, se pregunta Barea. Un dato: las cuestiones relacionadas con el agua en Andalucía han pasado a depender de Agricultura en lugar de seguir en Medio Ambiente con el nuevo Gobierno de Juan Manuel Moreno.
La situación actual de sequía ha propiciado que la revisión de los Planes Especiales de Sequía actuales, aprobados en 2018, prevista para finales de 2024, se adelante al verano de 2023. A la vez, el Foro de la Economía del Agua ha reclamado la aplicación de medidas de carácter “urgente y excepcional” para enfrentar la sequía, como establecer restricciones en el suministro del agua en algunas regiones y usar fuentes alternativas, fundamentalmente a través de la reducción, reutilización de agua y la desalación, así como incrementar las inversiones en la optimización de la red de suministro.
Las restricciones de agua se extienden en zonas húmedas
Agua en barcos o camiones cisterna, cortes horarios en el suministro doméstico, cierre de duchas y fuentes públicas... Las restricciones de agua se van extendiendo en España a medida que avanza el verano y los pantanos se vacían. Los casos aparentemente más exóticos se dan en el País Vasco, que tiene casi llenos los pantanos de las cuencas internas, pero va a tener que llevar agua potable en barco desde la ría de Santurce para que puedan beber los vecinos de Bermeo, Mundaka, Sukarrieta y Busturia; y el de Ribadavia (Ourense), donde hay reparto de agua en garrafas. Las restricciones afectan a al menos 350.000 habitantes de Galicia y a unos 450.000 de Cataluña, donde 150 municipios ya tienen racionada el agua: 134 litros de media por persona y día. Andalucía, Galicia, el País Vasco, Extremadura, Baleares, Navarra, Castilla y León, Cataluña y Aragón ya cuentan con localidades donde se han impuesto límites al gasto de agua.De momento, ninguna gran ciudad ha sufrido cortes de suministro apreciable, aunque en Cataluña ya se preparan para afrontar esa posibilidad. Madrid, por el contrario, vive una situación de normalidad, ya que solo uno de los 13 embalses dependientes del Canal de Isabel II (El Vado) está por debajo del 40% de su capacidad. Sevilla, por su lado, tiene apalabrada la compra de agua por si en breve se encuentra con que no puede mantener el abastecimiento de la ciudad.
La estampa de las colas para aguardar la llegada del camión cisterna ya se está viendo en algunas localidades, como la catalana de Solsona, que lleva ya varias semanas con este sistema, lo mismo que en puntos de Tarragona o en Perladeda de San Román. Lejos de allí, en Huelva, 11 pueblos de la comarca de sierra de Aracena y Picos de Aroche, una zona tradicionalmente húmeda, están sufriendo limitaciones de entre siete y 13 horas al día. Los supermercados no dan abasto para suministrar agua embotellada. La localidad de Cumbres Mayores, de 2.000 vecinos, va a celebrar el sábado su fiesta del Día de los Jarros "de manera simbólica" por los cortes. En Baena (Córdoba) se están imponiendo cierres del suministro por la noche, mientras que en varias localidades costeras malagueñas se ha cortado el agua de duchas y lavapiés de las playas, su principal atractivo turístico.
Navarra, también poco acostumbrada a la falta de agua, está sufriendo por el agotamiento de manantiales o cabeceras de río del que se abastecen muchos municipios, como los del valle del Erro, donde se han impuesto restricciones nocturnas. El problema se agravará si no se rellena el embalse de la Yesa, en estado de emergencia. Y las lluvias que podrían remediarlo van a llegar de forma torrencial: el Pirineo, Gúdar, el Maestrazgo, Bajo Aragón y el Valle del Ebro están en alerta amarilla por tormentas.
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