Sánchez consolida su giro a la izquierda
El presidente promueve un impuesto a las grandes fortunas, se declara con Boric heredero de Allende, y trata de colocar al PP con los ricos y al PSOE con la clase media trabajadora
El giro parece imparable. Desde julio, Pedro Sánchez está construyendo un cambio de paradigma que sitúa al PSOE como uno de los partidos socialdemócratas europeos más a la izquierda. La idea de fondo es clara: reactivar al electorado progresista, muy desmovilizado según todas las encuestas, ...
El giro parece imparable. Desde julio, Pedro Sánchez está construyendo un cambio de paradigma que sitúa al PSOE como uno de los partidos socialdemócratas europeos más a la izquierda. La idea de fondo es clara: reactivar al electorado progresista, muy desmovilizado según todas las encuestas, aunque en La Moncloa insisten en que los últimos datos indican que algo está cambiando desde el debate del estado de la nación. Sánchez machaca con el “a por todas” que arrancó en ese debate y ahora llega incluso a promover el impuesto a las grandes fortunas, algo que el PSOE rechazó de plano desde las primeras discusiones con Unidas Podemos para el acuerdo de Gobierno de 2019.
Esta semana ha sido decisiva. En La Moncloa vieron rápidamente el lunes que la decisión del presidente andaluz, el popular Juan Manuel Moreno, de anunciar la práctica eliminación del impuesto de patrimonio en su comunidad, siguiendo la estela de Madrid. Y acordaron entrar a fondo en el debate fiscal anunciando un impuesto a las grandes fortunas que ya se venía trabajando discretamente entre el PSOE y Unidas Podemos. “Mucha gente puede pensar que el debate fiscal beneficia al PP”, explica un miembro del Gobierno, “pero esto cambia cuando el PP comete el error grave de votar en contra de un impuesto sobre las grandes energéticas que están teniendo beneficios obscenos mientras en Andalucía quita un impuesto que solo afecta a 20.000 personas, un 0,2% de la población”, remata.
El PSOE y Unidas Podemos han visto la ocasión ideal para reforzar un mensaje en el que viene insistiendo Sánchez desde el debate del estado de la nación: tratar de colocar al PP con las clases altas y los poderes económicos, mientras y a la coalición progresista con la clase media trabajadora y las grandes mayorías. “Esto de Andalucía rompe incluso la línea de Feijóo, que estaba hablando de bajar los impuestos a las rentas más bajas. Bajar impuestos a los ricos en este momento solo lo está haciendo el Reino Unido y tras el anuncio se ha desplomado la libra”, resume otro miembro del Ejecutivo. “Ya no se trata solo de izquierda o derecha, es algo más transversal. El Gobierno se coloca como el defensor de las grandes mayorías, mientras el PP se queda en una esquina con los poquísimos que pagan impuesto de patrimonio o con las grandes energéticas”, señala un ministro.
La situación en Italia, donde todas las encuestas indican que el bloque de derechas va a arrasar hoy con la ultra Giorgia Meloni al frente, tiene muy inquieto al Ejecutivo. En Suecia la socialdemocracia está a punto de perder el Gobierno y la extrema derecha. Una ola de derecha parece sacudir toda Europa. Los sondeos en España también dan ventaja a la oposición conservadora, aunque aquí liderada por el PP, y no por Vox, aliado de Meloni. Frente a esa ola de fondo, Sánchez y sus estrategas están convencidos de que la mejor manera de enfrentarla es dar todas las batallas, entrar a fondo a discutir de los asuntos centrales: los impuestos, el estado del bienestar, los poderes económicos, los beneficios extraordinarios, el reparto del coste de la crisis. “A la ola de derechas hay que enfrentarse con fuerza ideológica, hay que entrar en los temas a fondo. Y que la gente tenga claro que si vienen mal dadas, el Gobierno hará lo que haga falta para defender a la clase media trabajadora y para evitar que sean ellos los que paguen el coste de la crisis, al contrario de lo que pasó en la de 2010. Ese es el mensaje central de todo lo que se está haciendo”, resume otro ministro.
En ese contexto, Sánchez multiplica sus mensajes ideológicos y en casi cada discurso instala la idea de que el Gobierno va a proteger a los ciudadanos y va a intervenir para repartir los costes de la crisis de otra manera. En su viaje a Nueva York, este ha sido el eje de sus intervenciones. Sánchez además ha buscado a referentes de la nueva izquierda latinoamericana, como el chileno Gabriel Boric o el colombiano Gustavo Petro.
Con Boric protagonizó un acto muy simbólico de esa nueva imagen más a la izquierda que está buscando el presidente: un homenaje a Salvador Allende, icono del izquierdismo mundial, en el que Sánchez llegó a colocarse a él mismo y a Boric como herederos políticos de la lucha del presidente que murió durante el golpe de Estado de Pinochet en 1973. “Decía Allende en su discurso: el nuestro es un combate permanente por la instauración de las libertades sociales, de la democracia económica, mediante el pleno ejercicio de las libertades políticas. Hoy, nuestra meta colectiva parte del mismo ideal: proteger el derecho de los débiles contra el abuso de los fuertes. Repartir las cargas y asegurar que quienes más tienen y se beneficien de esta coyuntura se comprometan y contribuyan en la medida en que les corresponde”, dijo Sánchez en ese acto. En Nueva York, Sánchez también ha confirmado que aspira a ser elegido presidente de la Internacional Socialista en noviembre, en un congreso en Madrid. Ya está todo negociado y no tendrá problemas para hacerse con el puesto.
En La Moncloa creen que todo esté giro ya está funcionando y está logrando que el efecto Feijóo se haya terminado y el PSOE vuelva a subir mientras baja el PP. Serán las encuestas de los próximos meses las que determinarán si es cierto o no. Pero lo que parece definitivo es el giro, que se rematará en los Presupuestos, ahora en plena negociación con Unidas Podemos. El propio Sánchez explicó en Nueva York que la situación económica excepcional fuerza a cambiar, y a promover ideas que antes se rechazaban como el impuesto a las grandes fortunas.
Además, varios miembros del Ejecutivo señalan que una gran ventaja con la que cuentan es que las cosas están cambiando en Bruselas y en buena parte de las cancillerías europeas, y donde antes todo era neoliberalismo, ahora se abre la puerta a la intervención pública, incluso en el mercado eléctrico. El propio Emmanuel Macron, siempre cercano al liberalismo, puso a España esta semana como ejemplo de éxito por la excepción ibérica, y dijo que en Francia deberían hacer algo parecido. Todo esto, según La Moncloa, ayuda al giro de Sánchez y deja al PP más descolgado, a pesar de que el debate fiscal en teoría siempre benefició a los populares.
En el PSOE creen que este perfil más de izquierda del PSOE de Pedro Sánchez es precisamente el que le salvó de la quema en la que cayeron otras socialdemocracias europeas como la griega o la francesa, que sucumbieron al entregarse a la austeridad en la anterior crisis, y que podía haberle pasado a la española si hubiera optado por una visión más moderada. Esto fue decisivo en 2019, cuando hubo una extraordinaria movilización de la izquierda que impulsó la coalición progresista. Ahora Sánchez intenta repetir ese fenómeno en 2023, aunque todo indica que esta vez será mucho más difícil.