El doble reto de la negociación presupuestaria: convencer a los de enfrente y a los de casa
Los presidentes autonómicos socialistas, a través del grupo parlamentario, plantearán “mejoras” al anteproyecto de Cuentas de 2023 para evitar agravios a siete meses de las elecciones de mayo
La negociación para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado de 2023 ha cerrado un primer tramo, fundamental. El acuerdo sellado por el PSOE y Unidas Podemos.
Ahora, y casi de manera simultánea, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y su equipo se preparan para empezar la ronda con los socios externos y con los propios parlamentarios socialistas. Estos, en conexión con los presidentes de gobiernos autonómicos del PSOE, serán la correa de transmisión para mejorar, equilibrar o cambiar partidas con el instrumento de las enmiendas. Los barones territoriales, cómodos globalmente con el anteproyecto de Presupuestos en su enfoque social y de eficiencia económica, ven, sin embargo, margen para los retoques y la corrección de “injusticias”, según explican varios de ellos. Con las elecciones municipales y autonómicas en el horizonte, se ven bien valorados por las encuestas en sus comunidades, aunque no sacan aún conclusiones sobre la conveniencia o no de diferenciarse del Ejecutivo de Pedro Sánchez.
“No vamos a romper la vajilla, pero quizá sí se caiga algún plato”. Esta apreciación del entorno de un presidente autonómico refleja la actitud con la que los gobernantes territoriales del PSOE afrontan la negociación de los Presupuestos Generales. Lejos de su ánimo entablar una batalla con el Gobierno por las Cuentas, que les afectarán de lleno, pero sí alzarán la voz en algún momento, aunque, sobre todo, negociarán en silencio las mejoras que estimen necesarias.
En esta semana las fiestas se adueñan de la comunidad aragonesa y valenciana y el mensaje político que predomina en esos dos territorios, ambos con presidente del PSOE, es el de optimismo. El aragonés Javier Lambán dejará pasar estos días para tener la fiesta en paz antes de calibrar el efecto de los Presupuestos en su comunidad. Las Cuentas prevén un incremento de los ingresos para todos los territorios. No duda el presidente valenciano, Ximo Puig, de ese aumento de recursos y del contenido social del anteproyecto, pero en su comunidad ve una discriminación que no quiere dejar pasar: la provincia de Alicante, dice, ha sido “maltratada”. No pide extras, sino un reajuste de lo asignado a su territorio.
Las encuestas de la Comunidad Valenciana reflejan una aprobación de la gestión del Consell y suspenden, aunque por poco, la labor del Gobierno central. Ximo Puig también queda por encima del presidente Sánchez. Esta realidad de hoy se repite en todos los presidentes autonómicos socialistas, según remarcan fuentes de su entorno; en apariencia, el Ejecutivo central lo asume con cierta naturalidad. Condiciona esa percepción que los presidentes han estado en primera línea frente al covid y eso es valorado por los ciudadanos, sostienen, mientras al Gobierno se le culpa de lo que se hizo mal.
Una de las principales aspiraciones del PP en los comicios del próximo mayo es desbancar del Gobierno de la Comunidad Valenciana a los socialistas: que ese territorio pasara del rojo al azul sería un éxito relevantísimo para el PP. Sin embargo, la dirección federal del PSOE apela con esperanza a la fortaleza de sus presidentes y de las marcas socialistas en las nueve comunidades donde gobiernan: Aragón, Asturias, Canarias, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Extremadura, Islas Baleares, La Rioja y Navarra. El PP tiene el mando en Andalucía, Galicia, Castilla y León, Ceuta, Madrid y Murcia. En las tres primeras comunidades con presidente popular no habrá elecciones; tampoco en el País Vasco, donde gobierna el PNV con el PSE. En Cantabria, el PRC de Miguel Ángel Revilla forma coalición con el PSOE y la ciudad autónoma de Melilla tiene como presidente a Eduardo Castro González, que se presentó por Ciudadanos y luego fue expulsado del partido.
Las lupas de los gobiernos autonómicos y de la oposición en cada comunidad están afinadas al máximo para escudriñar desequilibrios o agravios por el reparto de las Cuentas de 2023. Los socios externos del Gobierno preparan su lista de demandas. ERC apretará, aunque ahora lo tiene más complicado por la debilidad en la que ha quedado el Gobierno de la Generalitat y la necesidad de contar en Cataluña con el apoyo, aunque sea puntual, de los socialistas. No todas las exigencias caerán en saco roto. En el Presupuesto hay una cantidad expresamente guardada para la negociación. Siempre la ha habido; para satisfacer a los que tienen que apoyarlos y para los de casa. La ministra de Hacienda rechaza que sean unos Presupuestos electoralistas. “No estamos contando votos, no estamos obsesionados como el PP”, ha dicho Montero. Obsesionados o no, los presidentes socialistas y populares sí están preocupados por los votos que se disputarán dentro de apenas siete meses.
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