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Mohamed VI conmemora la Marcha Verde sin mencionar el giro de España sobre el Sáhara

El rey de Marruecos centra en la consolidación del desarrollo económico de la excolonia española su discurso en el 47º aniversario de la movilización de decenas de miles de civiles

Juan Carlos Sanz
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, se reúne con el rey Mohamed VI de Marruecos, en abril en Rabat.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, se reúne con el rey Mohamed VI de Marruecos, en abril en Rabat.MARISCAL (EFE)

Mohamed VI ha conmemorado este sábado el inicio en 1975 de la Marcha Verde sin mencionar el giro dado en marzo pasado por el Gobierno de España sobre el Sáhara Occidental. En una intervención televisada de apenas 10 minutos de duración, el rey de Marruecos ha centrado su mensaje a la nación en el desarrollo económico mediante un plan de más de 7.000 millones de euros de inversiones del territorio de la excolonia española “en un momento crucial para el proceso de consolidación de la marroquinidad del Sáhara”.

Acompañado por su hijo mayor, el príncipe heredero Hasán, y por su hermano menor, Mulay Rachid, el monarca alauí ha leído puntualmente un texto ante las cámaras en el discurso en que anualmente revive la memoria de la movilización de decenas de miles de civiles marroquíes en dirección al territorio del Sáhara Occidental, cuando aún se encontraba bajo control de España en plena agonía del dictador Francisco Franco.

Su discurso del año pasado en la misma conmemoración, anterior al giro diplomático dado por el Gobierno español, representó un aldabonazo diplomático con un nada velado mensaje a España en el que reclamaba “el derecho” de esperar de sus socios (internacionales) “posturas más atrevidas y claras con relación a la cuestión de la integridad territorial del Reino”, en referencia al Sáhara Occidental. La advertencia fue clara para “aquellos que sostienen posturas indefinidas o dobles”. “Marruecos no dará con ellos ningún paso económico o comercial que no abarque el Sahara marroquí”, recalcó entonces Mohamed VI.

“La epopeya (de la Marcha Verde) hizo posible la liberación de la tierra”, ha enfatizado ahora el monarca, citado por la agencia oficial de noticias MAP. “Las sucesivas marchas que dirigimos (en la actualidad) tienen por objetivo el ciudadano marroquí en estas zonas (del sur)”, ha precisado, al amparo de “una visión integral que engloba la acción política y diplomática a la vez que la promoción del desarrollo socioeconómico y humano”.

Con un presupuesto que supera los 77.000 millones dirhams (7.070 millones de euros) desde hace siete años y ejecutado en un 80%, Marruecos busca crear oportunidades de empleo y de inversión, mediante la construcción de infraestructuras y el desarrollo de servicios públicos.

Los logros políticos y diplomáticos de Rabat, tras el reconocimiento de su soberanía sobre el Sáhara por parte de Estados Unidos a finales de 2020, y realineamiento con sus tesis de varios países europoes, pretenden ser consolidados con planes masivos de inversión pública. Es el caso del nuevo gran puerto de Djala Atlántico (en la antigua Villa Cisneros), para servir de puente comercial entre África y Europa el proyecto de carretera costera panafricana.

Guiño a África con el gasoducto de Nigeria

Mohamed VI ha definido el Sáhara como “un eslabón humano, espiritual, civilizatorio y económico entre Marruecos y su profundidad africana”. Con estos planes de inversiones económicas, Rabat busca “afianzar este papel histórico (en el Sáhara), aportándole mayor apertura sobre el futuro”. El monarca alauí ha hecho una mención especial al proyecto de gasoducto Nigeria-Marruecos (ya conectado con Europa a través de España) a lo largo de 7.000 kilómetros de costa de 13 países de África Occidental.

En un anterior discurso televisado dirigido a la nación en agosto pasado, Mohamed VI definió como “responsable” la nueva posición española sobre el Sáhara, tras el giro que imprimió el presidente Pedro Sánchez al abandonar una política de Estado de neutralidad de casi cinco décadas. “España conoce muy bien el conflicto”, destacó entonces el rey marroquí. “Esta actitud positiva ha establecido una nueva fase en las relaciones hispano-marroquíes que no se han visto afectadas por las condiciones regionales (en el Magreb, con Argelia) ni por las dinámicas políticas internas (por el debate surgido en el seno del Parlamento español)”, puntualizó.

Después del acercamiento diplomático que puso fin a un largo periodo de desavenencia, España y Marruecos han comenzado a poner en práctica las medidas de normalización de relaciones acordadas. El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, y su homólogo marroquí, Naser Burita, lo escenificaron en septiembre en Nueva York en los márgenes de la Asamblea General de la ONU, al anunciar la celebración de una reunión de alto nivel que ambos países no convocaban desde 2015. En principio está prevista para comienzos de 2023 tras los últimos ajustes de agenda. También pusieron fecha a partir de enero a la reanudación del comercio bilateral por vía terrestre, que solo es factible a través de aduanas en Ceuta y Melilla.

El anuncio de pasos concretos coincide con la contención de la presión migratoria desde el país magrebí, reflejada en una caída del 20%, según aseguró Albares. “Son pruebas de una excelente cooperación (en el control de la inmigración irregular)”, admitió el ministro español en el inicio de “una nueva etapa” con Marruecos.

La reunión de alto nivel, la cumbre bilateral hispano-marroquí, que está previsto celebrar en Marruecos a comienzos del año próximo, será el escenario adecuado para verificar si ambas partes han cumplido los compromisos adquiridos. Después de que España abandonase su tradicional postura de neutralidad en el conflicto en la excolonia del Sáhara para tomar partido por Rabat, al considerar su propuesta de autonomía “como la base más seria, realista y creíble para la resolución del contencioso, Marruecos ha conocido que recibirá más dinero que nunca de la Unión Europea para controlar sus fronteras frente a la inmigración irregular.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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