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El PP descarta rehabilitar a Casado en el medio plazo: la dirección del partido cree que “no suma”

La formación conservadora muestra preocupación por la reacción de Ayuso en caso de querer organizar un acto con el exlíder defenestrado hace justo un año

Elsa García de Blas
El actual líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y el expresidente nacional del PP, Pablo Casado, en Pontevedra en septiembre de 2019, cuando el primero presidía la Xunta y el segundo, el PP.
El actual líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y el expresidente nacional del PP, Pablo Casado, en Pontevedra en septiembre de 2019, cuando el primero presidía la Xunta y el segundo, el PP.Óscar corral

Un año puede ser mucho o poco tiempo según la profundidad de la herida que tiene que cicatrizar. La que provocó en el PP la guerra civil entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, que acabó con la carrera política del entonces líder del partido, todavía sangra. Lo prueba que, un año después, acaben de aflorar los mensajes ―que ha publicado EL PAÍS― de los principales dirigentes de la cúpula elogiando a Casado en su enfrentamiento con la presidenta de la Comunidad de Madrid justo antes de darle la espalda, lo que en Génova interpretan como un “ajuste de cuentas” de los casadistas. Sobre todo con la secretaria general, Cuca Gamarra, y con el portavoz en el Senado, Javier Maroto, porque han seguido en puestos de mucha responsabilidad tras el cambio de liderazgo. Esa herida todavía fresca impide, a juicio de Feijóo, que sea posible rehabilitar políticamente a Casado en el medio plazo. En Génova temen la reacción de Ayuso en caso de que el partido quisiera organizar un acto con el exlíder defenestrado, y tampoco creen que al hacerlo lograran ningún rédito político. “Casado no suma”, zanjan en la dirección del PP.

El problema es Ayuso. Feijóo sabe que la presidenta de la Comunidad de Madrid tiene muy presente todavía el fuego amigo que quiso acabar con ella hace un año, cuando Casado hizo pública la comisión que había cobrado el hermano de la líder madrileña por un contrato de suministro de mascarillas durante la pandemia. Ayuso no olvida, y Feijóo es consciente de que si propiciara un acercamiento con el exlíder del partido abriría al mismo tiempo un frente con ella, reconocen en Génova. “Organizas un acto con Casado y tienes a Ayuso una semana cuestionándolo, ¿qué nos aporta? En política hay que hacer cosas que tengan algún beneficio”, afirman fuentes próximas al líder.

Feijóo se mueve siempre con cautela en su relación con Ayuso, en un equilibrio inestable del que todos son conscientes en el PP. “Mientras ella esté ahí, ni Casado ni los de su alrededor tienen nada que hacer. Ahora mismo está todo muy reciente, y Feijóo no tiene más remedio que estar junto a ella y no contra ella, porque su fuerza mediática sigue siendo brutal”, opina un dirigente veterano que ha estado en las últimas tres etapas del partido.

De momento, la presidenta madrileña ha evitado en público echar más leña al fuego después de leer que al menos 10 de los 11 miembros del comité de dirección de Casado expresaron, hace ahora justo un año a través de mensajes, su respaldo a las denuncias de presunta corrupción contra ella misma que lanzó el exlíder del partido. “Agua pasada no mueve molinos”, dijo Ayuso el lunes desde Londres, de viaje oficial. Fuentes de su entorno rechazaron pronunciarse sobre los mensajes publicados por EL PAÍS y el hecho de que algunos de esos dirigentes que elogiaban a Casado en su pugna contra ella ―como Gamarra o Maroto― sigan en altas responsabilidades en el PP. “Ellos sabrán; nosotros, a lo nuestro”, responden lacónicos en la Puerta del Sol.

Pero los nervios están a flor de piel, y en la cúpula no tienen ninguna prisa en intentar suturar esa herida interna en ese contexto. “Hemos tardado 11 años en arreglar lo de Aznar y Rajoy, y no vamos a tardar solo 11 meses en solucionar lo de Casado y Ayuso”, inciden fuentes de la dirección nacional del PP, donde creen que hay más inconvenientes que ventajas en organizar la reaparición de Casado junto a Feijóo. En el partido, muchos creen también que Feijóo no gana nada con una fotografía junto a Casado. “La política es así de dura y Casado tiene mala imagen porque no ha ganado unas elecciones. No creo que a Feijóo le venga bien”, opina un dirigente, que describe al expolítico como “un Hernández Mancha dos”, en referencia al presidente de Alianza Popular desde 1987 a 1989 que, como Casado, nunca ganó unas elecciones y ha sido borrado de la historia del partido.

La rehabilitación del predecesor de Feijóo se descarta, por tanto, en el medio plazo, aseguran fuentes próximas a Feijóo, a pesar de que en público el partido insiste en que no le importaría contar con él. “Las puertas de esta sede están abiertas para él y para cualquier otro militante. Singularmente, a él, porque ha sido muy importante”, sostuvo el lunes el portavoz de campaña del PP, Borja Sémper, ante la pregunta de si el PP se plantea recuperar a Casado en algún acto. “El PP es un partido unido y cohesionado”, insistió el portavoz para disipar los aires de división interna que ha traído el aniversario de la crisis.

A Casado tampoco le ha ayudado la filtración de los mensajes internos del comité de dirección, justo un año después de su caída, que han enfadado mucho a Génova. En el entorno de Feijóo califican de “asqueroso” que alguien haya revelado esas conversaciones privadas, aunque no creen que haya sido el propio Casado. Estas fuentes también disculpan cómo actuaron los 10 dirigentes que apoyaron las denuncias del exlíder antes de traicionarlo retirándole su apoyo, porque “hubo toque de corneta” por parte del entorno de Casado para que se le respaldara. “Hicimos lo que teníamos que hacer”, se defendió este lunes Cuca Gamarra. Feijóo cierra filas con su núcleo duro, en el que siguen algunos importantes casadistas, y sobre todo con Ayuso. Casado puede esperar.

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Sobre la firma

Elsa García de Blas
Periodista política. Cubre la información del PP después de haber seguido los pasos de tres partidos (el PSOE, Unidas Podemos y Cs). La mayor parte de su carrera la ha desarrollado en EL PAÍS y la SER. Es licenciada en Derecho y en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid y máster en periodismo de EL PAÍS. Colabora como analista en TVE.

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