24 años de cárcel para la expareja de Lucía Garrido por asesinarla: “Era una amenaza para sus negocios”
Alonso ha sido condenado por la Audiencia de Málaga como cooperador necesario. El sicario que ejecutó el crimen, en 2008, fue sentenciado a 22 años de prisión
La Audiencia Provincial de Málaga ha condenado a 24 años de prisión a Manuel Alonso como cooperador necesario en el asesinato de quien fue su pareja, Lucía Garrido, de 48 años, cuyo cadáver fue encontrado flotando en la piscina de la finca Los Naranjos, en Alhaurín de la Torre, el 30 de abril de 2008. El tribunal ha impuesto otros 22 años de cárcel para Ángel Vaello, al que considera autor material de los hechos. La sentencia ha sido dictada días después de que ...
La Audiencia Provincial de Málaga ha condenado a 24 años de prisión a Manuel Alonso como cooperador necesario en el asesinato de quien fue su pareja, Lucía Garrido, de 48 años, cuyo cadáver fue encontrado flotando en la piscina de la finca Los Naranjos, en Alhaurín de la Torre, el 30 de abril de 2008. El tribunal ha impuesto otros 22 años de cárcel para Ángel Vaello, al que considera autor material de los hechos. La sentencia ha sido dictada días después de que un jurado popular considerase culpables a ambos acusados tras un largo juicio (el segundo por este caso) celebrado 15 años después del asesinato de la mujer, en un caso que incluye narcotráfico y corrupción policial. Los dos tendrán que indemnizar, de manera conjunta, con medio millón de euros a la familia de Garrido.
A partir del veredicto emitido por el jurado, la sentencia considera probado que, tras la ruptura de la relación que Manuel Alonso y Lucía Garrido habían mantenido, en la que tuvieron una hija en común, la mujer se convirtió en “testigo directo y presencial de las actividades lícitas y supuestamente ilícitas” que su ya expareja realizaba en la finca Los Naranjos. Un juez había decidido que la casa del recinto debía ser utilizada por ella y que el resto del terreno podía ser utilizado por él para su negocio de depósito de animales exóticos; pero, para evitar problemas, él “intentó desalojarla” a través de acciones judiciales y también “maniobras coactivas”. La tensión aumentó entre ambos y “Lucía dejó de ser una testigo incómoda para convertirse en una auténtica amenaza para la continuidad de todas las actividades” que Alonso desarrollaba en la finca, según la sentencia. Por ello, “para neutralizar ese peligro”, él mismo o alguien de su entorno “propuso una solución drástica, consistente en acabar con la vida de Lucía”. Ahí es cuando encuentran a Ángel Vaello, quien recibió una oferta económica para matar a la mujer y “él aceptó”.
Alonso le ayudó en los preparativos. Informó al sicario de las costumbres, movimientos y rutinas de Lucía y su hija. También le facilitó una copia de la llave de la puerta peatonal a la finca y se comprometió “a neutralizar, llegado el momento, cualquier obstáculo que pudiera impedir o dificultar la entrada o la huida de los ejecutores”. Cuando supo que el crimen se cometería entre el 28 y el 30 de abril, retiró los perros guardianes y realizó “viajes inútiles” con el objetivo de fabricarse una coartada, que ni la Guardia Civil ni el jurado se creyeron. Finalmente, al mediodía del 30 de abril, cuando Lucía llegó a su casa, Ángel Vaello —que la esperaba escondido— “se le acercó sigilosamente cuando ella le daba la espalda y se disponía a abrir la puerta, golpeándola en la cabeza con un ladrillo macizo hasta que cayó al suelo, dejándola sin sentido o muy aturdida”. Luego la arrastró hasta la piscina, le clavó un cuchillo en el cuello y la arrojó al agua.
La sentencia llega 15 años después de que se cometiera el asesinato y tras una extensa investigación policial que incluyó la participación del Servicio de Asuntos Internos de la Guardia Civil. En 2019 el caso llegó a juzgarse en un proceso en el que, además de los dos ahora condenados, estaban acusados dos agentes del instituto armado. Todos fueron entonces absueltos, pero el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ordenó repetir el juicio por irregularidades y el Tribunal Supremo avaló dicha decisión, aunque dejaron fuera a los dos guardias civiles.
En esta segunda edición del proceso judicial, Alonso volvió a declarar no tener nada que ver con el asesinato de Lucía. Su hija, Sara, sí que apuntó a su padre como relacionado con la muerte de su madre. Y tanto ella como el entorno de la mujer relataron el infierno que sufría. “Era una sombra, un esqueleto, psicológicamente estaba destrozada”, subrayó una amiga íntima, que apuntó que la finca Los Naranjos ejercía de guardería —almacén— de droga, coincidiendo con el testimonio de un testigo protegido, que aseguró haber participado en una reunión donde se planeó asaltar la finca precisamente por las supuestas sustancias estupefacientes allí guardadas y por el dinero en efectivo que también se escondía bajo las jaulas de los animales exóticos.
También Vaello negó su participación en los hechos, aunque su ADN fue encontrado en una llave localizada en el escenario del crimen, la que daba acceso a la finca por la puerta peatonal. El análisis del material genético ha sido uno de los ejes del juicio, ya que en un primer examen no aparecieron restos, pero en uno posterior, realizado años después con nuevas técnicas más efectivas, sí lo hicieron, permitiendo identificar al asesino. Ambos han sido sentenciados a la pena solicitada por la fiscalía.