El Gobierno se adapta e intenta sacar partido de unas elecciones cómodas para el PSC
El PSOE cree que catalanas y vascas son favorables, y será un buen preparativo para las europeas
Este no era el plan a del Gobierno, que estaba trabajando esta semana para sacar adelante los Presupuestos de 2024. Pero el sector socialista del Ejecutivo, con un líder como Pedro Sánchez, que siempre ha presumido de capacidad de adaptación, ya ha cambiado completamente el discurso y ahora parece convencido de que el adelanto electoral en Cataluña puede ser muy positivo para sus intereses. Mientras en Sumar creen que ha sido el PSC quien ha forzado las elecciones indirectamente con su resistencia a abandonar el proyecto del megacasino Hard Rock en Tarragona, en el PSOE culpan a los comunes de haber tumbado los Presupuestos. Pero en cualquier caso, al margen de esa evidente tensión entre los socios, el Gobierno se pone en modo electoral y ya concentra todo en los tres comicios seguidos —elecciones vascas, catalanas y europeas— que dominarán la escena política hasta el verano.
El entorno del presidente asegura que el Gobierno hará de la necesidad virtud, una frase que ha usado mucho últimamente Sánchez. Ahora, trata de sacarle el mayor partido a una situación sobrevenida que, según los primeros análisis tanto del Ejecutivo como del PSOE, no tiene por qué ser negativa para los socialistas ni para la mayoría, que ahora queda relativamente en suspenso, pero podría recomponerse después de las elecciones en función del resultado.
En realidad, según la visión del Gobierno, lo que hacen las catalanas es precipitar a la primavera una situación que se iba a producir en otoño-invierno: la tensión entre ERC y Junts frente a esas elecciones. El adelanto ha provocado como consecuencia inmediata que Sánchez haya descartado los Presupuestos de 2024, pero ahora cree que podrá tener más tranquilidad, ya sin un horizonte electoral cercano, para aprobar los de 2025. Si se hubieran quedado las elecciones para principios de 2025, como estaba previsto, habría sido más fácil sacar los Presupuestos de 2024, pero mucho más difícil los de 2025. Lo que se pospone con esta decisión es el arranque definitivo, con una cierta estabilidad, de la legislatura que el PSOE veía consolidada con el pacto de la ley de amnistía. Pero ahora esa estabilidad se vuelve a poner en cuestión.
Sin embargo, los socialistas insisten en que en mayo, con las vascas y catalanas despejadas, y aún más en junio, ya con las europeas superadas (aunque allí el resultado del PSOE puede ser peor y el PP tiene muchas expectativas porque siempre hay voto de castigo al Gobierno en esas elecciones) el panorama político quedará mucho más claro. Todos los miembros de la mayoría, salvo gran sorpresa, deberían buscar sus incentivos para negociar con el Gobierno sin la tensión que generan unas elecciones en el horizonte inmediato.
Una vez que se resuelva esta superprimavera electoral, el panorama estará bastante despejado de comicios hasta 2026 y se podrá intentar una mayoría más estable que la actual. A pesar de todo, el Gobierno presume de que la mayoría no se ha roto ni siquiera por un adelanto electoral y el jueves fue una nueva prueba, ya que el Ejecutivo sacó adelante sin problemas las dos votaciones que tenía pendientes: la amnistía y la ley de enseñanzas artísticas. Y, aunque el ambiente que se vive es de una especie de crisis diaria, la realidad en el Congreso es otra.
Además, el terreno de juego de las dos próximas elecciones resulta cómodo para los socialistas. No solo son dos comunidades en las que el PSOE tiene mejores expectativas, a diferencia de Galicia, donde tuvo un pésimo resultado. En el País Vasco ya gobierna y en Cataluña cree que podría ser de nuevo el primer partido y esta vez incluso con mayor distancia sobre el segundo. Las últimas elecciones generales fueron muy bien para los socialistas en Cataluña, y aunque siempre tienen menos apoyo en las catalanas, el partido de Salvador Illa ha conseguido recuperar una centralidad que había perdido en esta comunidad. Además, si la amnistía aprobada en el Congreso el jueves puede tener un rechazo importante en el resto de España, precisamente el País Vasco y Cataluña son las dos únicas comunidades que respaldan masivamente esta ley de perdón, según las encuestas de 40dB. El texto recorrerá las campañas porque presumiblemente será aprobado definitivamente a finales de mayo, tras pasar dos meses por el Senado. Los socialistas creen que cualquier crítica del PP a la amnistía ha quedado neutralizada por el giro de posición de Alberto Núñez Feijóo, que en la campaña gallega habló de reconciliación, de indultos, y reconoció que estudió la amnistía durante “24 horas” cuando Junts se la planteó a cambio del apoyo a su investidura.
La solidez de los socialistas en Euskadi y Cataluña no tienen nada que ver con la debilidad con que el partido encaró las elecciones en Galicia. El PSdeG, inmerso en peleas internas, no fue capaz de contrarrestar el papel de muleta del BNG. La concentración del voto útil en la candidatura de Ana Pontón, azuzada por la certeza de que ambos partidos pactarían, fue una losa para José Ramón Gómez Besteiro, a quien también penalizó el escaso tiempo que llevaba al frente del proyecto. La consecuencia fue el peor resultado de la historia.
La perspectiva es muy distinta en las vascas y en las catalanas, donde el PSOE da por seguro que crecerá y obtendrá dos buenos resultados que le servirán además para llegar “con viento de cola” y con un “efecto moral” a las elecciones europeas del 9 de junio, que el PP pretende convertir en otra suerte de plebiscito contra Pedro Sánchez. Ambos territorios son ahora mismo dos talismanes para el presidente del Gobierno. El PSOE logró el 23-J un millón más de votos respecto a las elecciones de 2019, pero su reparto no fue uniforme. La mitad se concentró en Cataluña y Euskadi. El PSC, que no ganaba en unas elecciones generales desde 2008, aportó más de 425.000 de esos votos en Cataluña tras dispararse por encima de los 1,2 millones, más que la suma de los electores de ERC, Junts y la CUP. En Euskadi, el PSE-EE, que tampoco era primero en unas legislativas desde 2008, se impuso al PNV y EH Bildu en un triple empate a escaños y con 65.000 votos más que en 2019.
Discurso duro
Eneko Andueza y Salvador Illa, los candidatos en las elecciones del 21 de abril y del 12 de mayo, comparten un discurso duro, en un caso con EH Bildu y en el otro con el independentismo que sigue anclado en el procés. El secretario general del PSE-EE ha dicho por activa y por pasiva que no pactará con la izquierda abertzale ni le permitiría gobernar mientras no dé los pasos para la condena de ETA. La opción, por tanto, es revalidar la coalición con el PNV en la Lehendakaritza, iniciada en 2016. “A nosotros nos va bien la coalición con el PNV, y vemos que sumamos”, afirman fuentes de la dirección del PSOE sobre las encuestas que manejan.
El adelanto electoral en Cataluña se produce además a pocos días del congreso en el que Salvador Illa será encumbrado como líder del PSC. El vencedor de las catalanas de 2021 compartirá la clausura del cónclave con Sánchez. El secretario general del PSOE tendrá muchísima presencia en la campaña catalana. “Nuestro discurso es muy potente en Cataluña. La gente quiere ese discurso”, afirman en Ferraz y La Moncloa, donde ven a Illa con opciones reales de ser president. Aunque no lo consiga —será muy difícil, ya le pasó hace tres años que ganó y no pudo gobernar—, si se consolida como el primer partido, los socialistas podrán demostrar que España es muy diversa y la suerte va por barrios. Y si el PP arrasó en Galicia y Feijóo pudo celebrar, ahora podrá hacerlo Sánchez después de las catalanas, siempre que estas no traigan una inestabilidad aún mayor en la política nacional que sí podría poner en riesgo su mayoría.
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