El Rey vuela solo
Cuando el jefe del Estado habla en el extranjero lo hace en nombre del Gobierno, al que corresponde en exclusiva la dirección de la política exterior, y por eso debe viajar siempre acompañado
Pocos días después de que se celebraran los fastos del décimo aniversario de su proclamación, Felipe VI ha sido protagonista de una polémica involuntaria en su visita a las repúblicas bálticas. Por primera vez, el jefe del Estado ha emprendido un viaje internacional sin que le acompañara ningún miembro del Gobierno, lo que protocolariamente se conoce como ministro de jornada.
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, alegó que tenía este lunes una reunión con sus homólogos de la UE en Luxemburgo; y la titular de Defensa, Margarita Robles, se excusó hace semanas con la Casa Real. En la agenda pública de Robles solo figuraba una visita a la Unidad Médica de Aeroevacuación del Ejército del Aire y del Espacio, en la base de Torrejón de Ardoz (Madrid), este lunes; pero, al margen de otros compromisos no públicos, es probable que quisiera preparar el paquete de nuevos programas de armamento que ultima su ministerio, como la compra de cuatro baterías de misiles antibalísticos Patriot 3+, por unos 2.600 millones de euros, cuya aprobación en Consejo de Ministros se aplazó hasta después de las elecciones europeas del 9 de junio.
La indisposición a última hora del jefe del Estado Mayor de la Defensa, el almirante general Teodoro López Calderón, dejó en evidencia la soledad del Rey en esta gira, aunque el jefe de la cúpula militar no puede en ningún caso asimilarse a un miembro del Gobierno, por más que tenga rango administrativo de secretario de Estado. Su condición no es comparable a la del secretario de Estado para Iberoamérica, que acompaña con frecuencia al Rey a tomas de posesión de mandatarios latinoamericanos, ya que este, a diferencia de aquel, es el máximo mando operativo de las Fuerzas Armadas, a las que se exige por ley neutralidad política.
El artículo 64 de la Constitución señala que los actos del Rey deben ser refrendados por el presidente o sus ministros, quienes se hacen responsables de los mismos, lo que explica por qué el Monarca debe ser acompañado por un miembro del Gobierno en todos sus actos públicos, más aun en los viajes internacionales, como es el caso. Durante su gira por las repúblicas bálticas, Felipe VI ha concertado reuniones con los presidentes de Estonia, Lituania y Letonia, así como con la primera ministra letona; y ha pronunciado discursos de gran calado político, en los que ha reafirmado el compromiso de España de apoyar a las repúblicas bálticas por todos los medios, también militares, en caso de agresión rusa.
Es cierto que estos discursos los traía escritos desde España y habían sido visados por el Gobierno y que él no ha hecho más que reiterar el mensaje que en los últimos meses ha venido lanzando el presidente Pedro Sánchez, compartido por la mayoría de los partidos representados en el Congreso. Sin embargo, la polarización de la vida política está achicando el margen de consenso en cuestiones que antes eran políticamente pacíficas y se han vuelto controvertidas, como el reconocimiento del Estado palestino, por lo que cada vez es más estrecho el camino por el que el Rey puede transitar sin indisponerse con alguna fuerza política. Por eso no debe haber dudas de que, cuando el Rey habla, lo hace en nombre del Gobierno, al que corresponde en exclusiva la dirección de la política exterior, según el artículo 97 de la Constitución.
Aunque ha asegurado que quería ser “prudente”, el portavoz del PP, Borja Sémper, ha calificado el hecho de “inédito, por no decir lamentable”, mientras que el líder de su partido, Alberto Núñez Feijóo, ha lamentado que ningún miembro del Gobierno acompañara al jefe del Estado en un viaje “tan simbólico”. En todo caso, el Rey no debe volar solo, sino bien asesorado y mejor acompañado.
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