En el municipio más joven de España no todos quieren una estación del metro de Bilbao
Vecinos de la localidad de Usansolo se oponen a los planes del Gobierno vasco que pasan por ampliar el suburbano hasta el núcleo poblacional y monta una plataforma para movilizarse
Si el genio de la lámpara concediera tres deseos a un alcalde vizcaíno, uno de ellos sería la llegada del metro a su municipio. Es un sueño para todo regidor. En los municipios del Bilbao metropolitano, ya es un hecho, pero aún queda para parar en zonas importantes, como hospitales comarcales o el aeropuerto. En sus casi tres décadas de vida, Metro Bilbao ha impulsado el desarrollo socioeconómico, ha fomentado la sostenibilidad y ha mejorado la cohesión entre los municipios y la capital vizcaína. Ahora, cuando tiene más pasajeros que nunca, los planes pasan por desarrollar la línea del sureste, hacia al interior del territorio.
“Pues nosotros no queremos que venga aquí el metro”, sostiene Jon Atxutegi. Este abogado de 32 años vive en Usansolo (Bizkaia, 4.500 habitantes), el último municipio en convertirse como tal en España. Argumenta que, si este “despropósito” se materializa y el metro llega al pueblo, sus calles “se convertirán en un aparcamiento disuasorio. Nosotros estamos muy contentos con la estación del tren de cercanías que tenemos”. Además de esta parada operada por Euskotren, cuenta con varios trayectos de autobuses interurbanos. “Con lo que tenemos, nos basta”.
Las intenciones del Gobierno vasco y de la Diputación de Bizkaia van por otras vías. La prolongación de la Línea 5 de Metro Bilbao supondrá la eliminación de la actual estación de cercanías y la creación de una nueva en este término municipal, pero alejada del centro urbano, junto al hospital que sirve a la comarca. La plataforma en contra de estos planes, Geltokia Erdigunean, ha comenzado el curso redoblando sus protestas. La semana pasada estuvieron en el Parlamento vasco dando a conocer su situación y el fin de semana se manifestaron por las calles de Bilbao.
Estas son precisamente las dos direcciones en las que trabajan desde hace meses: movilizaciones y reuniones con partidos. Ahora esperan retomar las concentraciones a pie de obra, cuando los permisos de la Ertzaintza les permitan colocarse de nuevo en la entrada a estos trabajos. “Para amenizar estas protestas, que a veces duran una jornada laboral entera de los operarios, hemos organizado barbacoas y sobremesas con bingo”, recuerda entre risas Atxutegi, que lidera las tareas de portavocía e interlocución de la plataforma.
El otro plan de acción se desarrolla con reuniones con partidos o instituciones, como la Diputación o las Juntas Generales (el Gobierno y el Parlamento de Bizkaia, respectivamente). “De momento, los encuentros políticos han terminado sin grandes resultados, únicamente, un apoyo explícito, sobre todo, entre la oposición”, releva Atxutegi. “Los que realmente tienen el poder en esto, PNV y PSE, no están de nuestro lado. Nos argumentan que nuestra demanda no encaja con la visión de Bizkaia”.
Varias alternativas
La empresa encargada de analizar alternativas para la llegada del metro a Usansolo presentó hace casi un año un informe con cuatro propuestas. El documento recoge la posibilidad de dos estaciones —una en el centro urbano, otra en el hospital—; una única estación en el nosocomio a la que incorporar una lanzadera en autobús hacia las viviendas; y mantener la parada en el mismo punto previsto, pero prolongando los accesos hasta el pueblo en 500 o 100 metros, para lo que, en el segundo caso, se incorporaría una lanzadera.
La propuesta mejor valorada por los técnicos del Gobierno vasco es la cuarta. Fuentes del departamento de Movilidad Sostenible reconocen a EL PAÍS que el cañón de acceso de un centenar de metros colocaría la entrada “más alejada del centro”, pero dejaría la puerta abierta a estudiar en el futuro la construcción de otra estación adicional, en caso de que el municipio crezca. La primera y segunda opción quedan descartadas por la demanda existente —”no es suficiente para justificar dos estaciones en distancias tan cortas”, argumentan— y por ser la que menos convence a las dos partes, respectivamente.
“Es necesario el equilibrio entre dar un servicio accesible y de calidad a la ciudadanía y la eficiencia en la utilización de recursos públicos finitos”, explican las mismas fuentes. Añaden que el Ejecutivo, en todo momento, ha sido flexible y ha puesto sobre la mesa alternativas “para que Usansolo elija la que considere mejor, siempre teniendo en cuenta que la línea 5 es una obra de interés general”.
Esta reivindicación ha servido para cerrar filas y agruparse como pueblo en torno a ella. “Ahora mismo, 30 personas formamos parte de la plataforma de manera activa, aunque a las grandes protestas vienen muchas más”, cuenta Atxutegi. Aclara que su actividad trasciende los partidos políticos con representación municipal, aunque trabajaban conjuntamente tanto con el PNV y EH Bildu, como con la agrupación independiente Usansolo Herria, quien ostenta la alcaldía.
Agustín Aizpuru fue el primero en levantar el bastón de mando en Usansolo. “Esta obra podría ofrecer una mayor comodidad a los residentes, sobre todo, porque aumentaría la frecuencia de los convoyes”, admite. Sin embargo, quiere dejar una cosa clara: “Si la construcción de una estación de metro implica retrocesos en otros aspectos, prefiero quedarme con lo que tenemos actualmente”.
“Estoy de acuerdo con que el metro trae muchas mejoras, sobre todo, en sostenibilidad, pero no quiero una nueva alternativa que deteriore nuestra situación actual”, remata desde el ayuntamiento provisional en el centro cultural Txapelena Baserria. Aizpuru se refiere a las frecuencias. Las actuales de la línea convencional son de 15 minutos, que se reducirían a la mitad con el metro, aunque el tiempo de trayecto aumentaría con el viaje en lanzadera.
Han sido meses de mucho trabajo en la localidad número 113 de Bizkaia. El último municipio en formarse de España va desarrollándose poco a poco después de años de reivindicaciones para su desanexión de Galdakao (Bizkaia, 24.700 habitantes). En las próximas semanas, su recién creado ayuntamiento cobrará por primera vez el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI).
“También estableceremos nuestras propias ordenanzas y regulaciones, despojándonos gradualmente de las normas de Galdakao”, anuncia Aizpuru. Para ello, tendrán que cerrar varios acuerdos sobre el patrimonio. Aunque hay un consenso entre los dos pueblos, “siempre surgen debates y discusiones sobre detalles específicos. Tenemos que llegar a un acuerdo”.
Esta reivindicación se suma a una agenda muy apretada en Usansolo. Actualmente, “queremos avanzar en el desarrollo del proyecto del Ayuntamiento”, anuncia Aizpuru. Para ello, han comprado unos nuevos locales y esperan que, tras las obras, puedan empezar a usar la planta superior para tareas administrativas y para la celebración de plenos o comisiones.
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